Maldito día.

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- Mía despierta, tengo que contarte algo. Grita Alice.

- No me molestes, tengo sueño. Digo.

- Es serio. Me dice Alice mientras le sale una lágrima de un ojo.

Ver a Alice así me preocupó, ella casi nunca llora.

- Dime, ¿por que lloras? Pregunto.

- La abuela sufrió un infarto. Es lo único que logra decir porque se pone a llorar.

Me sentí mal, comencé a llorar, todos los ánimos se me bajaron, ayer estaba bien y hoy de repente estoy mal, esto es horrible, la vida es solo tristeza, decepción y sufrimiento, no puedo soportarlo, pensar en mi abuela, será torturame de hoy en adelante, la quiero mucho, ella es un ser magnifico, y se fue, el gran puto Dios me la quitó, ¿por qué a ella? Precisamente a quien quiero, ya estoy perdiendo la poca fe que tenía en Dios, todo lo que quiero me lo quita.

- Calmémonos. Dice Alice.

- Vete de aquí. Le grito.

Alice se fue a su habitación, cerré mi puerta y seguí llorando, no me gusta que me vean así. No dejo de pensar en mi pobre abuelo, quedó con ese vacío, caminar por su casa y nunca más volver a ver a la mujer que ama, a la madre de sus hijos, debe ser horrible, él debe estar peor que yo, mis padres no lo quieren y lo único que le queda somos nosotras, Alice y yo. La más grande desgracia es que vivimos muy lejos y no lo puedo acompañar, mi abuelo es muy sentimental, debe de estar hecho pedazos.

No lo soporto, soy muy débil, siempre me hago la fuerte, pero esto es muy cruel para mi, no paro de llorar, por mas que intente y seque mis lágrimas, siguen saliendo, extrañare mucho a mi abuela, extrañare todo lo que se preocupaba por mi, sus abrazos, su mirada, sus chistes, sus regalos, sus consejos, la extrañare.

"TRIIN,TRIIN" Suena mi móvil.

- ¿Hola? Digo.

- Hola Mía, ya estoy llegando a tu casa, pide que me dejen entrar, para no esperar. Me dice Abbie.

- Esta bien. Digo y cuelgo.

No recordaba que venía Abbie, no haría esa tarea si no fuera en grupo, no tengo cabeza para todo esto.

Me dirijo a la sala y llamo al primer piso, por el citofono.

- Buenas tardes. Dice el recepcionista.

- Habla con Mía, ahora viene una amiga, dejala pasar. Digo.

- Bueno señorita. Dice.

- Gracias. Digo y cuelgo.

Esperé a Abbie, tal cual como estaba, con una de mis camisas para dormir, despeinada y con los ojos hinchados de tanto llorar en mi cama.

" Toc, Toc" suena la puerta.

Me paro de la cama hacia la sala para abrirle a Abbie.

- Hola mundana. Me dice.

- Hola. Le respondo.

- Tienes un aspecto fatal, ¿por qué no te has bañado? Me pregunta.

- Los artistas no nos bañamos los domingos. Respondo.

- Asquerosa. Me dice y se ríe.

Me dirigí a mi habitación y Abbie me siguió.

- ¿Que es lo que debo de hacer? Me pregunta.

- Esto. Le digo mientras le paso unas hojas donde está el taller.

- Fácil. Me contesta.

- Supongo. Le digo.

Escribe sobre mí alguna vez.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora