-No tienes idea de lo mucho que estuve preocupada.
Las palabras de Hiyori eran como una dulce melodía para aquel Dios de la calamidad.
Yato sonrió amablemente y se puso de pie. Se preguntaba si lo que hizo fue correcto, pero, ¿qué más da?
-Megune...— dijo casi sin aliento mientras la estrechaba en sus brazos.—nunca te separes de mí, te lo suplico.
El corazón de la chica se estremeció.
—Lo juro, nunca te abandonaré.
Aquel Dios que tanto había anhelado ese momento se encontraba ahora en un punto de sensaciones humanas intensamente inefable.A lo lejos aquella niña de ojos fríos los miraba con una sonrisa de oreja a oreja. Jugaría con Yato de tal modo que desearía nunca haber dado otro nombre a Hiyori.
—Al darle un nombre la convertiste en tu propio juguete, triste, ¿no? En vida nunca la habrías tenido pero ahora la tomaste como propia e incluso arrancaste la esencia que su nombre representaba. Llamándola de distinta forma, es extraño, es justo como cuando un amo llama al perro que tanto lo divierte.
—Cállate, maldición— gritó Yato despertando de golpe.
—Joder, no hagas tanto alboroto, trato de dormir — le reprochó Yukine dandole un golpe en el brazo.
-¿dónde está Hiyori?
Yukine quedó helado de inmediato y Yato se cubrió la boca.
-¿Hiyori? - escucharon detrás de ellos.
Megune estaba de pie con su cálida
sonrisa.
—N-Nadie, sólo tuve una pesadilla.
El dios quedó helado, la miró unos segundos esperando lo peor pero nada ocurrió.
Cuando un shinki sabe su verdadero nombre todos sus recuerdos de vida regresan generando caos y confusión que finalmente lo llevarán a la corrupción convirtiéndose en un ayakashi.
—Me preocupé un poco, últimamente tienes muchas pesadillas– dijo Hiyori clavando sus brillantes ojos en el dios.Por la mañana el dios y sus shinkis salieron en una misión cotidiana, debían cuidar a un par de perros mientras los dueños salían a su trabajo.
-pienso que deberías tomar mejores trabajos- dijo yukine mientras acariciaba al pequeño chihuahua.
—Es lo que tenemos por ahora, deberías estar agradecido.
—Hey, detente— gritó Hiyori mientras corría detrás del otro perro—¡debo cuidarte!
Yato corrió tras ella y en un segundo había atrapado al perro como todo un maestro.
—Menos mal— la joven respiraba agitadamente.
—No sabes lo mucho que he esperado para estar a solas contigo nuevamente.
La joven se sonrojó.
—Ahora— continuó Yato— podemos estar juntos.
Se acercó lentamente tomando a la joven de los hombros y recargándola contra la pared.
—Y-Yato sama.
—¿Sí?
—N-Nada.
Se acercó lentamente a los labios de la joven, su respiración se aceleraba y los latidos de su corazón podían escucharse a kilómetros; era una gran tortura sentir la distancia entre ellos pero todo cesó cuando sus labios se encontraron.
El suave movimiento, el sabor de Hiyori, todo era perfecto.—Y-Yato— se escuchó por detrás.
De inmediato voltearon y allí estaba, Yukine los observaba con los ojos como platos.
—P-Puedo explicarlo— se apresuró a decir Yato, pero Yukine salió corriendo.
ESTÁS LEYENDO
La muerte de Hiyori (Noragami Fanfic)
FanficFan fic. del manga Noragami. Narra la lo ocurrido años después de los incidentes con el mago. La vida de Yato no será la misma desde aquella tarde en en hospital de los padres de Hiyori.