El Columpio

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Corría por el Jardín, era perseguido por las risas y cosquillas de mi madre, estabamos jugando como todos los días, cuando todo alrededor se quedo de un gris opaco, como invitando a la tristeza a quedarse, giré hacia mi madre y con terror me dí cuenta de que un enorme poso negro, que parecía no tener fondo, crecía debajo de ella, grité, pero con horror me di cuenta de que no tenía voz, la tomé de la manga de su kimono para jalarla con fuerza de ahi, pero no podía hacer mucho, era pequeño y no tenía suficiente masa musclar para hace algo, grité de nuevo, esta vez con más fuerzas, Mi padre cruzo el humbral de la puerta y el tiempo parecía querer detenerse, todo pasaba tan lento ante mis ojos, lo ví claramente, a mi padre empujándome a un lado para que no corriera la misma suerte que mi madre, él jalaba de ella hasta que logro sacarla, pero en ese mismo instante todo comenzo a quemarse, y ante mi mirada mis padres comenzaban a derretirse junto con todo alrededor, volví a gritar llamando a mi hermano mayor cuando él llego, me sentí asustado él veía la escena con tal normalidad que dió la vuelta para irse de nuevo cuando de la nada se quebró en miles de pedacitos, como un cristal, uno que ya no se podría reparar.

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El moreno despertó dando grandes bocanadas de aire, sentía que se ahogaba, tocó su cabeza descubriendo que estaba bañado en sudor, miró su despertador y notó a su pesar que se había despertado una hora antes de lo que debería

-Solo fue otra pesadilla- 

se dijo a si mismo, levantándose para ducharse, no iba a quedarse acostado, sabiendo que de nada serviría si no podía volver a dormir, prendió la ducha y dejó al agua fría recorrer su espalda, y es que era algo que lo relajaba aún a pesar de que todavía era invierno, cuando terminó se encaminó de nuevo a su habitación, se vistió con el uniforme del instituto, y se paró en la ventana, vió hacia afuera unos momentos y pudo ver a la gente comenzando abrir algunos negocios, en su ventana aún había la escarcha que dejaba el frío matutino.

Bajó a desayunar antes de que se despertara Itachi, solamente tomó un cereal y un poco de leche Naruto no llegaría a esaa horas a su casa y sabía que seguramente aún no se había levantado, así que le enviaría un mensaje diciendole que ya se había ido.
Iba a tomar el camino más largo, sus fans hoy más que nunca estarían persiguiendolo ya que era el día mixto, tomó sus cosas y se fué.
Todo en la calle estaba tranquilo, eso era bueno, iba cruzando una calle cuando vió pasar en la esquina de adelante al Hyuga, iba bastante distraido porque no lo había notado.
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Su despertador sonó, abrió los ojos acostumbrandose a la poca claridad que había, estaba algo cansado aún, había soñado con su madre, era un bonito sueño hasta que el despertador lo arruinó. Se había bañado y cambiado, había preparado un bentõ para su almuerzo, no es que no dieran buena comida en la cafetería del instituto, de hecho esa comida se te podía antojar una segunda ronda, era solo que no le gustaba comprar su comida estaba acistumbrado a hacerla, tuvo que aprender desde muy pequeño con la cocinera de la mansión donde vivía anteriormente.

Había algo de viento afuera así que tomó un abrigo, su bufanda y salió.
Iba por el recibidor, y la mujer de siempre estaba ahí, le saludo con una sonrisa y un movimiento de mano, y él respondió de la misma forma, ella parecía simpatica, aunque algo le decía que desconfiara de ella.

Afuera estaba tan tranquilo, las pocas personas que había por la calle le saludaban amablemente con una sonrisa, hacía que se sintiera mejor, en la Gran ciudad que estaba antes podían chocarte y tumbarte al suelo sin pedirte disculpas, él lo sabía bien, iba pasando por un parque mientras observaba, se detuvo en los columpios, le recordaban donde jugaba cuando era pequeño.

-Q-que extraño- son del mismo color* pensó

Una señora se cruzó con una niña de unos 4 años supuso que sería su pequeña hija, se vió a si mismo en ella y a su madre en esa mujer.
Su mirada se oscureció, rememoraba uno de los pocos recuerdos que tenía de ella.
*Q-que suerte t-tienes* pensó viendo a la niña, cuanto daría el por ver a su madre un momento y decirle cuanto la extrañaba, de abrazarla muy fuerte y no soltarla más, quería decirle cuanto le había hecho falta en todo este tiempo, que quería, no, anhelaba que lo llevara con ella.

Sintió humendad en su rostro y lo toco, ¿Estaba llorando? Se sorprendió un poco, secó sus lagrimas con la manga de su chaqueta y siguió su camino.
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Caminaba a solo unos cuantos pasos más atras del Hyuga, pensaba adelantarle cuando él se detuvo inesperadamente, sasuke por instinto lo imitó, el hyuga estaba observando algo con tanto anhelo que le dió curiosidad.

*¿Que esta viendo?* observó lo que el hyuga miraba y vió un columpio, era el mismo lugar al que iba cuando era pequeño y sus padres aún vivian, desde que pasó aquello ya no había vuelto por ese lugar y apenas ahora lo recordaba, una mujer paso con una niña y se quedaron en el columpio, notó como la mirada del hyuga se oscurecía y él quiso saber *¿Porqué...?* pensaba...
y detuvo sus pensamientos al ver una lágrima, una lágrima de soledad, de amargura, o eso le parecía a él, se vió a si mismo en el lugar del hyuga cuando era pequeño, supo que de alguna forma él también sufría *¿Pero porqué, porqué llora?* lo vió secar sus lágrimas y seguir su camino.
Ss prometió que lo descubriría.

La Primera Rosa de PrimaveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora