Se mezcló la savia del árbol más antiguo del mundo mortal con la plata más pura que lograron hallar. Con la madera de los fuertes robles se elaboró una puerta poco corriente; más dura que una roca, pero suave como la seda.
- Ya queda poco para la luna llena, daos prisa.
Los inquietos humanos correteaban de un lugar a otro, inmersos en la importantísima tarea.
- Si no lo logramos acabar, el peligro será inminente.
La Astrónoma lo había predicho. Caería una estrella del cielo y el mundo se destruiría, cuando la luna creciente se tornase llena. Salvarían la humanidad creando un portal hacia El Edén, como ellos lo llamaban. Allí estarían a salvo ella y la familia real.
- ¿Dónde está? ¿Dónde está el último pedazo? - por primera vez, la Astrónoma estaba inquieta. Necesitaban la última estrella que cayó del manto estrellado, tenía las propiedades mágicas idóneas para abrir la puerta hacia su salvación.
- Aquí tenéis, mi señora. - dijo Merian, su doncella.
- Gracias al cielo.
- No diga eso.
La Astrónoma giró y quedó cara a cara con la impertérrita doncella.
- ¿Qué queréis decir? - el desprecio rebosaba en sus palabras.
- Es el cielo el que nos envía este indeseado presente.
La manó de la Astrónoma impactó contra la cara de la mujer.
- ¡No oséis hablar así del Amo! - chilló furiosa.
- ¡Vos no servís al Amo, servís a otro ser muy distinto! ¡Bruja!
La alta mujer vestida de negro rió por lo bajo, jactándose de su poder.
- ¿Y quién os creerá? ¿Acaso el rey?
- ¡Merecéis ser quemada en los infiernos!
El último aliento de vida se desvaneció del ahora inerte cuerpo de la doncella. La Astrónoma limpió su daga negra y la volvió a ocultar entre los pliegues de su larga capa. Echando un último vistazo a la que había sido una amenaza, salió al balcón y observó la obra.
- Mi señora, los colgantes han sido encontrados. - dijo uno de sus leales sirvientes, mirando de reojo el cadáver tirado en el suelo.
Le entregó un saquito de seda roja. Ella, impacientemente, vació su contenido.
- Puedes retirarte. Y llévate a esa traidora. - ordenó, absorta en la belleza de su nuevo tesoro.
Catorce piedras, catorce plantas, catorce animales.
- Qué pena, solo quedará el número prohibido. - Observó atentamente cada figura. - Ónix... espino... y... cuervo. Sí, la combinación perfecta.
Cogió una fina cadena de oro y observó los demás colgantes. Nadie más debería encontrarlos, solo ella era digna de ese poder.
Pero lo que la Astrónoma no sabía era que unos inocentes ojos habían presenciado toda la escena. Desde el momento en que su madre fue asesinada a manos de la cruel mujer, hasta los preciados colgantes. Apenas seis años tenía la muchacha, de nombre Salvia. El dolor empañaba cada rincón de su frágil corazón. Aquella mujer merecía ser castigada, y ella sabía la forma de cobrarse su venganza.
Robaría los colgantes que guardaba celosamente.
Entró en la habitación y la recorrió con la mirada. Eso sí que era egoísta, vivir tan bien cuando otros no tenían ni para comer. Rebuscó en los cajones y, finalmente, encontró la bolsita ente varias camisas negras dobladas cuidadosamente. Ató la bolsa con un trozo de tela a su muslo y lo tapó con el vestido.
Corría por los largos pasillos cuando escuchó el cuerno de emergencia. Quedaba poco para el fín, pero no el suyo, decidió resuelta. Entró en la habitación de la reina y abrió una de las enormes arcas llenas de vestidos. Se acomodó entre ellos y esperó a que la llevasen a aquel lugar seguro donde la familia real se protegería de la catástrofe.
Mientras, en la habitación de la Astrónoma, la mujer buscaba los colgantes. El terror a que otra persona los encontrase la consumía por dentro. Estaba segura de que alguien los había robado. Ella sabía que debía regresar enseguida al portal, su vida dependía de ello. Pero prefería morir a no encontrarlos.
- ¡Iros! ¡Iros sin mí! ¡Debo pasar mis últimos instantes con el pueblo! - gritó, asomándose al balcón.
Al menos se aseguraría un lugar en los libros de historia, y nadie sabría jamás de su traición.
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Iniciación (Libro 1 de las Crónicas del Último Amanecer)
FantastikSer una de los Centinelas, protegiendo mundos tan distintos entre sí, cambiaría todo lo que conocía hasta ahora Alexis. Junto a doce compañeros de razas tan extrañas para ella como elfos, phookas y níveos, se embarcará en una aventura de la que espe...