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  CAPITULO 23: PERDONAME CODY

Suspiré, y tomé otro sorbo del zumo de naranja qué había comprado en el supermercado que estaba ubicado afuera del hospital.

Llevaba una hora esperando que me dieran alguna noticia de Cody. Comenzaba a preocuparme. Seguía pensando en que todo fue culpa mía. Se me tenía que ocurrir la maldita idea de huir de Cody y pasar la calle con el semáforo en verde.
Bajé la cabeza, sintiendo como las lágrimas se me venían cómo choros de agua.

— ¡Nicole! — oí la voz de Ruth.

Levanté la cabeza y la ví, caminaba a paso rápido. — Ruth. — la abracé en cuanto estuvo al frente.

— ¿Qué es lo que ha pasado? — preguntó en un susurro, sobando mi espalda.

— Cody... Cody... se...Cody... Se...Cody se ha.... Acc...Accident...— tartamudeé, sintiendo un nudo en mi garganta. Estaba atragantada de tanto llorar, la respiración se me cortaba y no me dejaba hablar con claridad.

— Tranquilízate. — pidió, agarrándome de los brazos y mirándome a los ojos. — Primero que todo, necesito que te calmes. Así me podrás explicar que es lo que ha pasado.

Limpié mis lágrimas con la mano y traté de calmarme. — Co...Cody... Ha... — negué, no podía hablar con claridad.

— Ya pasó. — se sentó en el asiento de al lado.

Bajó su mirada a mis manos y se dió cuenta de qué estaba temblando. Me volvió a mirar y acarició mi cabello castaño claro, me miraba con preocupación.

— ¿Cody está bien? — preguntó.

— N-No... No... Lo sé. — me quebré en llanto y la abracé.

— Ya, Nicole, por favor, cálmate. — dijo.

Cerré los ojos, y apoyé mi cabeza en su hombro. Sentía los párpados pesados.

— ¿Familiares de Cody Simpson? — oí una voz femenina.

Abrí los ojos, me separé de Ruth, y miré hacía el lugar de donde se producía la voz. Había una doctora. Adulta, de unos treinta años.

— A-Aquí. — levanté la mano, y me levanté del asiento.

Caminé con urgencia hacía donde la doctora, Ruth me seguía. Llegamos a donde estaba, y nos detuvimos para mirarla atentamente.

— Sufrió unas cuantas cortaduras en el cuerpo debido a los vidrios quebrados. — informó en voz baja. — Afortunadamente no se lastimó la Columba vertebral.

— ¿Y cómo está? — preguntó Ruth en voz baja.

— Por el momento, Bien. — asintió. — Ya lo hemos trasladado a una habitación. En este momento se encuentra dormido. Mañana podrá irse, por ahora tiene que descansar.

— Eso quiere decir que no es tan grave. — manifestó Ruth.

— No. Pero puede complicarse sí no le cuidan como debe ser. — dijo. — Está en la habitación 24, pueden verle por unos minutos, A las siete se termina la hora de visitas, pero cabe recordar que alguien se puede quedar acompañándolo por esta noche.

— Gracias, doctora. — agradeció Ruth.

Asintió y se retiró.

— Son las 6:35pm. — informó Ruth. — Tenemos poco tiempo de visita.

Asentí, ya más tranquila.

— Le avisaré a mis padres, Tú mientras tanto ve. — acarició mi brazo.

— Sí. — asentí, y me dirigí al ascensor.

*

Abrí la puerta de la habitación en la qué se encontraba Cody. Lo observé dormido. Entré por completo y cerré la puerta tras de mí. Me acerqué a él y miré su rostro. Sus cortaduras estaban tapadas por vendas. Bajé la mirada a sus manos, y con cuidado, tomé una entre las mías.

— Perdóname, Cody. — una lágrima se escapó de mis ojos.

Sus ojos fueron abriéndose lentamente, al igual que sus labios.

— Nicole. — su voz era baja y no tan dura como de costumbre.

— Cody. — lo miré a los ojos.

— No pensé que estarías aquí. — habló lentamente. — Pensé que estarías celebrando en alguna fiesta con Ruth. — miró nuestras manos unidas, y me miró de nuevo.

— No. — negué. — ¿Cómo puedes creerme tan baja? — susurré.

— Ahora actúas de esa manera.

— Cody, no quiero discutir. — rogué.

Miró hacía otro lugar, y volvió a cerrar los ojos. — Me duele la cabeza, las piernas, los brazos. Me duele todo, Nicole, todo.

— Mañana estarás mejor. — susurré.

— Lo estaría si tu...— se calló, como si estuviera a punto de llorar.

— Cody, No me hagas esto. — pedí, sintiéndome triste y con ganas de reventar en llanto.

Abrió los ojos y me recorrió con la mirada. — Acércate. — ordenó, su voz seguía débil.

Suspiré, y me incliné hacía su cuerpo.

— Quiero besarte. — pidió, haciéndome estremecer.

— Cody — susurré, nerviosa.

— Por favor. — miró mis labios y luego mis ojos.

Cerré los ojos, y me incliné un poco más. Mis labios rozaron los suyos, Tan suaves como siempre. Entreabrí los labios y besé los suyos con delicadeza. Sintiendo cómo mi cuerpo temblaba y se desarmaba completamente.  


Ex-Novio Posesivo ✖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora