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Día de hoy.

Una vez más, se encuentra rodeado de gente bailando al compás de la música que suena a través de los altavoces. Toma otro trago de su copa y la deja en la mesa con la mala suerte de que no se aguanta, y cae al suelo haciéndose añicos. La música está demasiado alta para que nadie se percate de ese débil ruido.

Mientras, ella lee una novela de Shakespeare a la tenue luz de su lámpara. Las cortinas están echadas a pesar de ser de noche, porque no confía en que la luz se cuele en su habitación. Su madre hace rato que está dormida, como ella debería estarlo. Pero es incapaz porque las pesadillas han vuelto a atormentarla. Ha intentado llamar a su amigo, pero ha sido imposible contactar con él.

El chico se levanta y aparta a la gente a empujones para hacerse paso hasta la salida. El aire le rompe en la cara como una ola rompe sobre las rocas. Y en lugar de vomitar se siente aliviado. Comienza a andar torpemente con una sola meta en mente.

Cuando ella escucha un golpe en la planta baja, se levanta expresamente a quitar el pestillo de la puerta. Se vuelve a meter en la cama y deja el libro sobre la mesita. La puerta se abre, y se cierra inmediatamente después de que él entre. Ella no puede hacer otra cosa que suspirar.


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