Capítulo 30

1.2K 87 42
                                    

Sorprendente las galletas habían sido comestibles, sí, por que sinceramente no estaba segura de que al final de cocinarlas lo fueran, en fin...

La pequeña niña no se estaba quieta en toda la casa, quería enseñarme sus muñecas y más juguetes... Podría decirse que se estaba convirtiendo en un  correcaminos que estaba logrando darme dolor de cabeza.

Aunque por otro lado lo entiendo, es la única chica que está viviendo aquí, su padre trabaja todo el día y Zack bueno...

Aún así, puedo asegurar que él la quería y sobretodo que la protegía, lo notaba en cada gesto que hacía para que no se tropesara en la cocina o en las palabras que les dirigía para que se riera.

Sí y todo eso, su comportamiento hacía que estuviera más confusa, parecía dos personas perfectamente separadas pero a la vez unidas por un mismo cuerpo, y que cuerpo... Mierda me desvío del tema...

Miro a mi alrededor, Zack y Emma están en la cocina, ella parece pedirle algo pero no le tomo atención, me dirijo a la puerta y me apoyo contra la puerta.

Oigo pasos detrás de mi y alzo la mirada para encontrarme con la suya azul.

- ¿Qué tal Señor Imbécil? .- pregunté y volví a fijar mis ojos al exterior de la casa.

Noté como se apoyo junto a mi sobre la puerta, esto hacía muy complicado el concepto de espacio personal.

- Gracias KitKat .- dijo, ¡Mierda! Eso no me lo esperaba.

Dudé y me moví para verlo en frente y ser capaz de hablar.

- ¿Porqué? .- intenté no mostrar la extrañez de esto y pareció funcionar.

- Por Emma, en serio, no se como agradecertelo. - dejó caer su boca e igual que su mirada hacia el suelo.

Le cojí el mentón por segunda vez que nos conocemos y nos volvimos a encontrar.

- No me pidas las gracias ¿De acuerdo? Solo se menos imbécil la próxima vez que te vea .- dije lo último riéndome y el se unió a mí al poco tiempo.

- No te puedo prometer nada KitKat.

- No te pido que lo hagas, solo que lo intentes.

El tiempo transcurría de una mera extraña, ambos sabíamos que no hablábamos de todo lo aparente que se podía percibir en el ambiente y no obstante ninguno de los dos iba a comentar nada hoy, en este momento.

Él era idiota, y yo era... yo. ¿Qué sentido tiene todo esto? Ni yo misma lo sé.

¿Pero sabéis que? Tampoco lo quiero averiguar.

- No paras de sorprenderme KitKat, un día vas por moto por la ciudad y al siguiente haces galletas de chocolates en mi cocina.

- Lo impredecible es algo que te saca de la monótonia, solo soy...

- Única .- no me dejó terminar.

- Solo soy yo .- le corregí.

- Vale pero no cambies... eso te hace diferente .- esa palabra "diferente" o como en otros sinónimos "distinta" "especial" todas esas palabras para llegar hasta "rara", ahora la que bajo la mirada fui yo, pero continué hablando.

- Ser única a veces no es lo mejor, a veces sólo quieres ser como la mayoría de los mediocres de este mundo, para así sólo tener la oportunidad de encajar, de formar parte de algo.

Él no hizo lo que pensaba, se agachó y me miró desde abajo, él era el impredecible, no yo y aún no se daba cuenta.

- ¿De verdad quieres ser como todos los demas?

- Algunas veces...

- Cuando se te vuelva a pasar esa idea por la cabeza, llámame, solo hazlo y te demostraré que tan bueno es ser tú, KitKat.

Se levantó, me miró y me besó, fue así de simple, no hubo complicaciones, no hubo distracciones solo... Él y yo.

Me aparté cuando vi como Emma se acercaba a nosotros a lo lejos.

Zack intentó protestar pero vió a Emma y volvió a mirarme a mí.

- Deberías irte.- le dije, señalando a la dulce niña, no debería dejarla sola.

- Tú también .- señaló al exterior de la puerta, veía como el descapotable gay rojo de mi mejor amigo destacaba en medio de la calle, estaba aparcado a unos metros de nosotros.

Asentí y me dirigí a salir pero él me agarro y me paró en bruto.

- ¿Pero que? .- dije.

- Se te olvida algo.

- ¿El qué? .- comprobé mentalmente mis cosas.

- Esto .- me besó, fue un casto beso pero fue suficiente.

No le miré, salí apresuradamente de la estancia, casi corriendo, no me volví.

- ¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! .- dije metiéndome rápidamente en el coche, Danny me veía expectante y fijamente, volví a maldecir.

- ¡Joder, arranca ya el puto coche!

- ¡Vale! Pero retira eso de mi hermoso coche.

Puto gay cabezota.

- ¡Qué si es precioso, venga!

Él arrancó y yo suspiré.

Durante todo el camino, Danny me intentó convencer de que hablara con él para que pudiera ayudarme pero yo me negué.

Nos dirigimos hacia su casa y cuando llegamos y me disponía a salir del coche el cerró las puertas de mi asiento.

- Cuentamelo y no te va a servir para nada insultarme.

Le miré y suspiré.

- Por primera vez en mi vida creo que no sé qué hacer, esto, él, se me escapa de mi entendimiento.- señalé con mis manos.

- Cielo, ¿Qué...?

- Su temperamento es tan irracional, simplemente no lo entiendo.

- Kate eso es por...

- Claro pero es por que él en un momento imbécil y luego es tan... Y de repente tan... .- seguí moviendo mis manos en el intento de explicarme pero creo que no lo conseguí.

- ¡Ya está bien Kate! .- gritó mi mejor amigo.

- ¡Pero por qué mierda me gritas!

- ¡Él es bipolar! ¿¡Vale!?

¡No! ¡No! ¡No! Mierda.

Nota de la autora:

Ni yo misma me lo esperaba...

TogetherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora