Capítulo 2

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Los días siguientes pasaron sin demasiadas novedades. Deaton le había puesto el chip a Derek, no sin dificultad, pues se revolvía como una bestia del inframundo, y había logrado convencer al señor Stilinski de no castrar al perro. Y a pesar de todos los esfuerzos de la manada para encontrar un método para devolver a Derek su forma humana, no encontraban nada.

Ya era la quincuagésima página de internet que Stiles leía sin encontrar la solución y tras un gruñido del adolescente y un tirón de pelo, cerró el portátil de golpe. El lobo levantó la cabeza para mirarlo. Estaba acurrucado en la cama durmiendo, y el ruidoso humano lo había despertado.

─Ni se te ocurra mirarme así. Me estoy quedando sin retinas para buscar un método para devolverte a la normalidad ¡¡y no hay nada!! ¡Y no me gruñas, joder! Esto es tu culpa, tu puta culpa. Y aquí estoy yo, como siempre intentando averiguar qué cojones te pasa y cómo arreglarlo. ¡¡AAAARG!! ─dijo azotándose sobre el trozo de cama que el lobo había dejado libre. El lobo hizo un ruido indescriptible y se volvió a acurrucar como hasta entonces. Stiles se giró para mirarlo y le acarició entre las orejas, haciendo que el lobo lo mirara, pero ni gruñó ni enseñó los dientes. ─Estás asustado. ─el lobo parpadeó, pero no emitió ningún ruido. ─Supongo que yo también lo estaría... aunque tampoco te puedes quejar de tu vida como perro: comes a todas horas, y no tienes que ir a trabajar o al instituto... Claro que bueno, eso tampoco lo hacías como humano. ¡Además llegas a chuparte las pelotas! Es el sueño de todo degenerado. ─rió el humano. ─En serio Derek, no tengo ni idea de cómo ayudarte. Ni siquiera Deaton sabe qué hacer... y él es el emisario, se supone.

Stiles se levantó de golpe y se estiró, haciendo sonar varias articulaciones. Se giró para mirar al lobo con los brazos en jarras y sonrió maquiavélicamente. Lo cogió del collar y lo arrastró hasta el baño, cerrando con pestillo.

─Apestas. ─dijo señalando la ducha. El lobo gruñó, dejando claro que no dejaría que le bañara y le enseñó los dientes amenazadoramente cuando le empezó a acorralar. ─Sabes que lo vas a hacer, por las buenas o por las malas. ¿Quieres que llame a Scott? ¡Pues entra! ─el lobo volvió a gruñir. ─Te juro que como no entres, hoy cenas pienso de gato.

El lobo dejó de gruñir, pero no se movió. Y tampoco opuso demasiada resistencia cuando Stiles lo cogió de las patas delanteras y lo metió en la ducha. Después de media hora, por fin Hell/Derek estaba limpio... y Stiles empapado. La puerta delantera sonó y Stiles abrió la puerta del baño para que el lobo saliera.

─¡Papá! ¡Hoy Hell cena pienso!

─¿Por qué va a... ─pero el padre no terminó la pregunta al ver cómo aparecía su hijo. Stiles iba calado de camiseta a pantalones y tenía algún que otro arañazo en los brazos y en el cuello.

─No le gusta que le bañen. ─dijo entre dientes mirando al lobo, que estaba al final de las escaleras. El padre rompió en una carcajada y acarició la cabeza del lobo.

─Muy bien, Hell, has logrado que Stiles se bañe. ─dijo aún riendo. ─Mira lo que te he traído. ─dijo meneando la bolsa que llevaba. Hell se acercó y metió el hocico en la bolsa. ─¡Chuletas!

─¡Papá! ¡No lo mimes!

─¿Por qué no? Si es tan bueno... ─dijo dándole un trozo de pan. ─Ahora tú date un baño, yo iré preparando la cena.

Stiles bufó y volvió a su cuarto. ¡Esto era el colmo! Toda la vida negándole tener una mascota para que ahora estuviera mimando a Derek, permitiéndole cualquier cosa. Se quitó la camiseta y la lanzó a una esquina del baño. Atufaba a chucho mojado. Cuando salió de la ducha envuelto en una toalla, se encontró con Hell sentado en medio de su cama, mirándole. Rodó los ojos y fue a su armario para ponerse sólo unos pantalones de pijama y salir hacia la cocina.

─Papá, tu hijo predilecto está en mi cama observándome. ─su padre se giró para mirarle sonriendo.

─Te ha dejado hecho un cuadro. ─dijo mirándole los arañazos. ─Tienes que hacer que te respete.

─¿Que me respete? ¿Él? ¡Já! Antes se muerde las pelotas hasta desangrarse que hacer algo que yo le diga, o al menos, algo que no me incordie o me deje en evidencia. ¿Sabes lo que hizo hoy en el parque? Reventó un balón reglamentario de fútbol a unos críos de segundo grado, le robó el helado a un niño de cinco años e intentó cazar el hurón de la señora Fruster.

─Ese hurón es realmente desagradable.

─¡Pero no puede intentar ir comiendo otras mascotas!

─Pues conmigo se porta muy bien, Stiles. ─dijo encogiéndose de hombros.

─¡Porque todas las maldades las hace cuando está conmigo! ─dijo colocando con fuerza los vasos en la mesa.

─Lo cierto es que parece que lo entienda todo. Es un perro muy listo.

─Matricúlale en el instituto. ─comentó irónico el hijo.

─Stiles, no me puedo creer que estés celoso de un perro. ─rió el padre.

─Deja de decir bobadas. ¡¡Hell!! ¡La cena está lista!

Los humanos se sentaron a la mesa a cenar mientras que escucharon las zarpas del lobo acercándose a su bowl para engullir la carne que el mayor de los Stilinski había preparado. Padre e hijo cenaron comentando cosas sin más, cuando John Stilinski pareció acordarse de algo.

─Es cierto. Necesito hablar con Scott, aunque tú tal vez estés al tanto.

─¿Hm? ─preguntó Stiles con la boca llena.

─Es sobre Derek Hale. ─dijo haciendo que su hijo se atragantara. ─Hace ya un par de semanas que no se le ve por ningún lado, su coche no se ha movido del sitio y los vecinos han llamado diciendo que la puerta de su casa estaba abierta. ¿Sabes si le ha pasado algo?

─Pues... yo no tengo ni idea, y dudo que Scott sepa algo. Tal vez se fuera con su hermana Cora.

─¿Y deja su casa abierta? ¿Y el coche en el garaje?

─Además, va a ser luna llena en unos días...

─Derek es así, papá... hace cosas raras. Ya aparecerá. ─dijo encogiéndose de hombros. Su padre aprovechó un momento de despiste de su hijo para darle un trozo más de carne al lobo. ─¡¡Papá!! Te he visto. ¡No le des más comida! Come como un cerdo y no hace nada, se va a poner gordo, ya verás.

─Eres un exagerado... ¡Pero si es puro músculo! ─dijo dando suaves golpes en el lomo y las patas. Stiles rodó los ojos y se levantó para recoger la mesa. Su padre fue al salón a ver la televisión antes de ir a la comisaría a hacer su turno y Stiles se metió en su cuarto a seguir buscando información acerca de la "penitencia".

Su padre se despidió y se fue a trabajar, dejando a Stiles y Hell en el cuarto. Dos horas después, Stiles se desperezó y se frotó los ojos para darse la vuelta en la silla giratoria.

─Ya he encontrado la solución. ─El lobo levantó la cabeza y las orejas, prestándole toda su atención. ─Tienes que rezar tres Padre Nuestros y diez Avemarías. ─dijo antes de bostezar. ─En serio, no hay una puta mierda acerca de tu problemita. ─dijo Stiles acercándose a su cama y empujando al lobo a un extremo para meterse entre las mantas. ─Mañana será otro día... Ya verás la que te monta Scott por arañarme, chucho.


PenitenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora