Capítulo 11

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Stiles se despertó con la nariz húmeda. Abrió un ojo para entender qué pasaba y se encontró con el hocico de un lobo delante de su cara, que volvió a ser atacada por la rosada lengua del lobo que estaba al lado de su cabecera.

─Serás idiota... ─dijo dándose la vuelta y tapándose con las sábanas.

─Tienes que sacar a Hell. ─dijo la voz de su padre repentinamente a su lado. ─Venga, levanta. Si hace sus cosas en casa, serás tú quien lo limpie.

─Si hace sus cosas en casa se lo come. ─gruñó Stiles incorporándose en la cama, viendo como su padre salía del cuarto. El lobo le dirigió una mirada burlona y comenzó a caminar alegremente tras su padre, moviendo la cola con gracia.

Con un suspiro, Stiles se levantó de la cama, yendo al baño. Tenía los ojos hinchados, sin duda había dormido una buena cantidad de horas. Miró el reloj y se sorprendió al ver que ya era medio día. Se metió en la ducha y bajó a desayunar sólo con unos pantalones vaqueros y algunas gotitas aún sobre su abdomen.

─Te vas a resfriar. ─dijo su padre al verlo aparecer semidesnudo.

─Papá, casi hay treinta grados... ─dijo bostezando y cogiendo la taza de café que su padre le acercaba.

El padre miró por la ventana y encogió los hombros. Stiles fue al congelador y se echó dos hielos en su desayuno. Se sentaron juntos a desayunar mientras Hell no apartaba los ojos de los dos humanos, que conversaban de todo y de nada en realidad. Pocos minutos después, su padre se marchó hacia la comisaría y Hell subió corriendo las escaleras para aparecer momentos después como Derek.

─Bien, al menos has aprendido a vestirte. ─murmuró Stiles mirando cómo se empapaba la sexta madalena en su café. Derek se acercó y se la robó para zampársela de un solo bocado.

─¿Te ha gustado el despertar?

─¿Te refieres a los lametones de un chucho?

─Tu padre me dijo que te despertara. ─se defendió encogiéndose de hombros, cogiendo otra magdalena y mojándola en el café de Stiles.

─¿Quieres café? ─preguntó Stiles con una ceja alzada.

─Tu padre me ha inflado a agua. ─dijo mirando el bol de agua que tenía escrito "HELL" con letras negras.

─Oye, Derek... ¿vas a seguir viviendo en mi casa? ─Los ojos verdes de Derek se clavaron en su mirada castaña. ─Quiero decir... no eres un perro, tienes tu casa, tu vida como humano...

─Te molesto.

─¿Qué? ¡No! No es eso, Derek... pero no me parece justo que vivas a cuatro patas, bebiendo de un bol en el suelo, comiendo chuletas y carne picada, como si realmente fueras un perro.

─Las chuletas me gustan. ─dijo el moreno. Stiles rodó los ojos y tras un suspiro, contestó.

─Ya me entiendes.

Derek asintió y suspiró, mirando a través de la ventana. Stiles tenía razón. En su casa se sentía como hacía mucho tiempo no se sentía, pero ése no era su hogar, no era su vida. Se incorporó y se sacudió las migas de las manos.

─Supongo que tendré que ir a mi loft.

─Yo te llevo... no pensarás cruzar Beacon Hills descalzo y sin camiseta.

─Puedo ir como Hell. ─dijo sin más.

─Sin correa y por lo tanto, sin permiso. ─dijo levantándose para subir a calzarse y ponerse una camiseta.

Pocos minutos después, ambos subían en el jeep del más joven, que condujo en dirección al loft. Una vez allí, el lobo fue hacia la gran ventana del salón y la abrió. Después de todo ese tiempo sin estar allí, el piso entero olía a cerrado.

PenitenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora