Epílogo

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Stiles caminaba sin parar a lo largo y ancho del salón. Los dedos de sus manos se enredaban entre ellos, sudorosos y con leves temblores. Su respiración estaba entrecortada a pesar de intentar controlarse y grandes gotas de sudor cubrían su frente.

─Toma. ─dijo un alterado sheriff aún vestido con el uniforme, tendiéndole una bolsa de papel. Acababa de llegar del trabajo y se había encontrado a su hijo comenzando a sufrir un ataque de ansiedad.

El padre ayudó a su hijo a respirar dentro de la bolsa que le acababa de traer para lograr que Stiles comenzara a respirar con normalidad. Casi un minuto después, Stiles comenzó a respirar con normalidad, pero aún temblaba mirando con horror el gesto preocupado de su padre. El muchacho temblaba. ¡Estaba aterrorizado! ¿Cómo demonios le iba a contar todo? ¿Cómo le iba a decir que estaba saliendo desde hacía ya casi un año con Derek Hale? De echo... no estaban saliendo como una pareja de novios normal, no. Eran compañeros de por vida.

─Hijo... ¿esto es por la nota de inglés? ─preguntó alzando una ceja su padre, con una media sonrisa. ─Si es por eso, tranquilízate. Tu profesor me ha llamado y me ha dicho que la semana que viene podrás repetir el examen...

─No... ─dijo Stiles negando con la cabeza. Respiró hondo y siguió hablando. ─Es... es otra cosa, papá.

─Bueno, pues dime qué es... ¡Y tranquilízate, Stiles! No será algo tan malo... ─dijo preocupado al ver cómo el muchacho volvía a respirar entrecortado.

Stiles gimoteó mientras volvía a respirar dentro de la bolsa. Sin duda su padre le iba a matar, lo reviviría para que le diera explicaciones y castigarlo de por vida mientras iba a por el lobo para hacerse un buen abrigo para el invierno. ¡Ni siquiera sabía que "Hell", el perro que habían acogido durante varias semanas había sido Derek!

─¿Estás ya mejor? ─preguntó el padre acariciando la coronilla de su hijo, que asintió. ─Bien, pues... ¿me vas a decir a quién has matado?

─No he matado a nadie. Pero tú me vas a matar a mí.

─Vamos, Stiles... no será para tanto.

─Sí... ─dijo amargamente con una sonrisa de medio lado.

─Es lo de Derek, ¿verdad? ─preguntó el padre haciendo que su hijo se quedara de piedra. ─Sí, lo sé desde hace tiempo... sé que él era Hell. A Scott se le escapó y me hizo prometer que no te diría nada, pero viendo cómo te afecta... tranquilo.

─¿Desde cuándo lo sabes? ─logró decir Stiles en principio de shock.

─Desde el mismo día en el que me enteré de tu relación con Derek. ─Stiles sintió que se desmayaba, pero mantuvo la compostura al ver a su padre sonreír. ─Lo cual no me gusta demasiado, pero por lo que tengo entendido, os va bastante bien.

─¿Cómo te enteraste?

─Stiles, soy el sheriff. Todos te conocen y... Parrish me lo contó. Al parecer os vio demostrando vuestro amor en pleno bar... al cual me tienes que explicar cómo logras entrar sin tener aún edad.

─¿Contactos?

─Creía que ibas a admitir tener un carnet falso. ─sonrió aún más el sheriff.

─¿Hay algo en este pueblo que no sepas? ─farfulló molesto Stiles.

─Poca cosa. ─rió el mayor. ─En fin... ya ves que no tenías nada de lo que preocuparte, Stiles. Ya es algo que sabía desde hace tiempo... pero dile a Derek que si te hace daño, le despellejaré.

─Creo que ya lo sabe.

─¿Llamamos a pizza? Ya sabes... para celebrar que me lo has contado. ─dijo el padre intentando colar la excusa para cenar, por fin, algo que no fuera ensalada.

PenitenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora