Capítulo 8

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Mientras Stiles se duchaba, Derek salió por la ventana y se sentó en el tejado mientras escuchaba cómo Stiles canturreaba bajo el agua de la ducha. Esbozó una sonrisa y suspiró tranquilamente bajo el sol. Sus ojos se abrieron de golpe al escuchar una conversación en la casa del vecino. Miró y a través del cristal vio a una mujer hablando por teléfono.

─¿Sheriff Stilinski? Sí... le llamo porque un joven semi desnudo está tomando el sol en su tejado.

─¿Perdone?

─Sí... un hombre moreno.

─Disculpe, pero no entiendo...

─Y ahora está mirándome. Y no, no es Stiles, señor Stilinski.

Derek siguió mirando a la mujer. ¡Qué vecina tan cotilla! Justo en ese momento, Stiles aparecía en toalla detrás de él. Le miró extrañado al verle en el tejado y después siguió con la mirada a la señora Franklin. Stiles levantó la mano con una ceja alzada, para saludar a la mujer, que corrió las cortinas escandalizada.

─Tu padre te va a llamar. ─dijo Derek mirándole por fin.

─¿Por qué?

─La vecina le ha llamado para decirle que "un hombre semidesnudo está en su tejado". ─Derek terminó de decir eso con una sonrisa burlona y el teléfono sonó.

─¿Y por qué demonios estás ahí...? ¡Vete ya a la ducha! ─dijo cogiendo el teléfono móvil mientras veía cómo Derek entraba en el cuarto con gesto burlón. El lobo se metió en el cuarto de baño y entonces cogió la llamada de su padre.

Tras cinco minutos en los que Derek se duchaba y Stiles le explicaba a su padre que la vecina estaba loca, que no había nadie desnudo o semidesnudo en el tejado, Derek salió con el pelo mojado y unos pantalones de deporte distintos a los de antes.

─La próxima vez que te apetezca tomar el sol, no lo hagas en el tejado bajo la atenta mirada de la señora Franklin. ─dijo cogiendo sus llaves. ─Y vamos a tu loft para que te vistas. ¡Mierda! Ya llegamos tarde... ─dijo Stiles mirando la hora en su teléfono móvil.

─Creo que les llamará más la atención verme en dos patas.

Stiles lo miró, asintiendo. Lo cierto era que Derek tenía razón. Abrió la puerta de su jeep y ambos se metieron en el coche que se dirigió al loft del beta. Entraron en la casa y en menos de cinco minutos, Derek estaba ya con unos pantalones vaqueros, sus botas y una camiseta gris.

En el trayecto hacia el bosque, Derek no paró de moverse y chasquear la lengua mientras se tiraba del cuello de la camiseta o se colocaba las perneras del pantalón. Stiles lo miró con una ceja alzada.

─¿Qué haces?

─Esto... no me gusta estar vestido. ─dijo entre dientes, quitándose la camiseta y respirando hondo bajo la atónita mirada de Stiles, que tuvo que sacudir la cabeza para mirar al frente y prestar atención al camino, pero con una sonrisa divertida.

─Parece que te has acostumbrado a ir desnudo por el mundo. ─dijo con una risita.

Derek se limitó a asentir y fijar la mirada al frente, aunque echaba miradas escondidas de vez en cuando hacia Stiles, que fingía no darse cuenta.

Stiles estaba callado, pero su mente era un completo hervidero. No veía los árboles, ni siquiera la carretera, pues en su cabeza daban vueltas la infinidad de preguntas como: ¿Por qué se habían besado? ¿Por qué le había gustado? ¿Por qué quería repetir? ¿Qué se suponía que eran? ¿Podía besarle cuando quisiera? ...

─Deja de pensar. ─dijo Derek de repente.

─¿Cómo sabes...?

Stiles no terminó la pregunta porque una risa de Derek le cortó los pensamientos. Le miró y Derek se encogió de hombros sin apartar la mirada del camino. El muchacho bufó y paró el jeep en el arcén del camino. Derek entonces le miró con las cejas en alto.

─¿Por qué...? ─Derek levantó la mirada y señaló el reloj del salpicadero. ─¡No me importa llegar tarde! ─gritó desesperado. ─Lo que quiero saber es por qué...

─¿Por qué te besé?

─Sí. ─dijo Stiles en bajo. Derek apartó la mirada y pasó sus ojos verdes por todo el jeep.

─Me apetecía. ─dijo simplemente. Stiles abrió la boca para protestar, pero en ese momento, los ojos verdes de Derek se clavaron en él y prosiguió. ─Me apetecía desde hacía mucho tiempo.

─¿Cuánto tiempo? ─preguntó Stiles con la garganta seca. Derek sonrió de medio lado, dejando claro que no contestaría a eso, y volvió a mirar a la carretera.

─¿Y tú por qué me devolviste el beso?

─Porque me dio pena apartarme. ─dijo molesto por no obtener las respuestas que quería. Derek sonrió sabiendo que ese no era el motivo y volvió a señalar el reloj. ─Ya sé que llegamos tarde. Sólo contéstame a una pregunta más y nos vamos.

Derek lo miró con las cejas alzadas, y tras una leve sonrisa que casi pasó desapercibida por Stiles que estaba hipnotizado en las negras pestañas de Derek. El lobo asintió dando a entender que contestaría a la pregunta y Stiles carraspeó para aclararse la garganta.

─¿Si quiero puedo besarte? ¡Espera! No he formulado bien la pregunta. ¿Puedo besarte cuando me dé la gana? O... ¿Vas a volver a besarme?

Derek echó la cabeza hacia atrás y se rió con una carcajada que dejó a Stiles atontado viendo como la manzana de Adán del lobo subía y bajaba con cada golpe de aire. Cuando su risa cesó, Stiles estuvo tentado a recordarle que tenía que responderle, cuando Derek se acercó a él y le besó en los labios.

─No sé tú. Pero yo te besaré cuando me venga en gana.

─Pero si te beso, no me arrancarás la cabeza. ─se aseguró Stiles.

Derek levantó las cejas. Parecía que sopesaba la respuesta, pero negó con la cabeza. Entonces Stiles sonrió con su sonrisa de "hola, tengo 5 años y soy el niño más feliz del parvulario" y cortó la poca distancia que había entre los labios de los dos.

Comenzaron una batalla entre los labios y las lenguas de ambos. Las manos de Stiles rodearon el cuello del lobo, comenzando a acariciar el nacimiento del pelo, mientras Derek enteraba una de sus manos en la camiseta de Stiles y con la otra desabrochaba su cinturón para atraerlo más hacia él.

Los besos eran apasionados, demostrando la sed que tenían el uno del otro; las manos acariciaban cada centímetro de piel al que podían acceder. Estaban tan centrados el uno en el otro que no se dieron cuenta de que alguien los estaba mirando desde el otro lado de la carretera.

Derek abrió los ojos de golpe y miró sobre el hombro de Stiles. El muchacho se giró también y encontró la razón del por qué el lobo había parado.


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