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"Calum, te lo estoy rogando, no nos hagas esto" rodé los ojos ante lo estúpido que había sonado aquello.

Que alguien me dé un premio por lo idiota que fui.

Detestaba haber actuado de esa forma tan desesperada en su momento y luego de un año, había logrado volver casi a la normalidad.

Mis días se basaban en estar, sin ningún propósito. Sólo seguía la rutina y dejaba que la vida pase.

Según mi madre, ya casi todo volvía a ser como antes.

Bajo mi punto de vista, todo volvía a ser normal para los ojos de los demás, porque una vez que me encontraba sola ya nadie podía juzgarme y dejaba de actuar.

Tampoco es como si mucha gente se interesará por mí, la mayoría de los que me rodeaban estaban tan ocupados en sus propias vidas que no tenían lugar para más problemas.

Pero cada vez que alguien había notado mi estado de ánimo solían decir aquellas frases que tanto les repetí en su momento a mis amigas.

"Oh, ya verás que todo estará bien" No, nada volverá a estar bien.

"Eres muy valiosa, nunca lo olvides" Ya lo olvide hace rato.

"No merece tus lágrimas" Merece cada una de mis lagrimas, es Calum Hood y tengo el puto corazón roto.

"Piensa en otra cosa, vive la vida..." Si esto es vida, no lo quiero.

Y obtenían una sonrisa de mi parte, esas que son tan fáciles de brindar para que dejen de repetir la misma mierda una y otra vez.

Podría vivir la vida de esta manera por diez años más y nadie notaría lo que verdaderamente pasaba.

Estaba hundida.


Macaria [cth]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora