¿Que importa un lazo?

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Akira tiene un problema, un problema pequeño, pero problema al fin y al cabo. Su lindo y tierno hermanastro dice estar enamorado de él.
Akira no se lo cree. Su autoestima siempre está por los suelos. A pesar de que su cabello es castaño largo, suave y hermoso, él dice que es horrible y que le hace parecer una chica. Aun así no se lo corta, aún así lo peina todos los días y lo cuida. Lo único que le gusta de su cuerpo son esos hermosos ojos verde esmeralda que hipnotizan, pero eso tampoco le ayuda, porque siempre están escondidos tras sus gafas. Muchos le definirían como mono, incluso algunos como guapo. Pero para el pequeño Dión, Akira era hermoso, un ángel caído del cielo. Todas las imperfecciones que Akira creía tener eran perfectas para Dión. Según el menor de la casa, las gafas de Akira lo hacían ver como un súper héroe moderno e inteligente, y su pelo era como un delicioso casco de chocolate. Dión tenía 14 años, no era tan pequeño. Akira solo le sacaba dos. Biológicamente no eran hermanos, ni tenían la misma sangre. Eran hermanastros, pero solo por que la madre del pequeño se había casado con el padre del mayor. Nada prohibía una relación amorosa entre ellos. Estaba mal vista, sí, pero a Dión eso le daba completamente igual. Él solo quería estar junto a Akira, que le amara y demostrarle que cada uno de sus defectos podían ser hermosos a su manera. Tanto su agrio carácter, como su humor de perros. Dión quería enseñarle a Akira a ser feliz, a quererse a uno mismo y a dejarse querer. No sabía como había acabado enamorado de su hermanastro ni como haría para demostrar ese amor, para demostrar que no era simplemente un capricho. A pesar de lo joven que era, Dión estaba totalmente seguro de querer pasar toda su vida con Akira.
Y Akira no sabía que pensar. No quería ilusionarse con la confesión que el pequeño le había hecho. No queria amarle para que cuando creciera y se diera cuenta de lo que estaba haciendo, le abandonara y se enamorara de alguien de su edad. No lo soportaría. Obvio que se había fijado en su pequeño hermanastro. Era imposibe no hacerlo. Su pelo rubio platino llamaba demasiado la atención, sobre todo por lo desordenado que lo llevaba, con mechones cayéndole por todo el rostro y haciéndole ver aun mas inocente. Sus grandes y curiosos ojos marrones te hacían querer enseñarle el mundo entero y protegerlo de él. Pero sabía que no debía hacerlo. Una relación amorosa podría traer muchos problemas tanto a ellos como a sus padres. Además de que Akira estaba seguro de que Dión solo lo veía como un ejemplo a seguir y que por su juventud estaba confundiendo sus sentimientos. Y Dión estaba harto de negar eso. Era ya un adolescente, y tenía muy claro lo que sentía. Y ahora se sentía enfadado. Tanto tiempo guardándose para sí mismo el amor que tenía por su hermanastro para que cuando por fin se atreve a decírselo, Akira no lo toma enserio. ¿Como puede ser tan idiota? Dión sabe que no es fácil aceptar lo que sientes. Ha leído muchas novelas de amor, también entre dos chicos y sabe que para ellos es aun más difícil. Tiene claro que Akira siente lo mismo que él, si no no le presionaría. Entendería que su hermanastro no correspondiera sus sentimientos, pero Dión sabía que si lo hacía. ¿Por qué no rendirse a ello entonces? ¿Por qué no disfrutar del amor correspondido que se tenían? ¿Por qué no llenarse de besos en vez de de dudas? Dión no comprendía del todo el comportamiento del mayor, pero estaba muy seguro y dispuesto a averiguar que era lo que retenía su amor por el joven muchacho.
Akira no era capaz de dejar de pensar en Dión. Desde que él chiquillo le había dicho que estaba enamorado de él, Akira había tratado de evitarle. Sabía que si lo veía una vez más acabaría por lanzarse y comérselo a besos, y no quería eso. No sería capaz de manchar a Dión, no con alguien tan horrible como él mismo se creía.
Pero Akira no contaba con el plan de su rubio hermanastro. Dión quería provocarle, que admitiera lo que sentía y que le dijera que era suyo, como había visto en tantos animes y libros de amor.
Así que le pidió ayuda a Jared, su mejor amigo. Dión sabía que Jared era el mejor en dotes de actuación, y que no le importaría hacer lo que quería que hiciera puesto que ya lo habían probado muchas veces juntos. Puede sonar raro besarte con tu mejor amigo, pero Dión y Jared lo hicieron porque querían dar su primer beso y no querían que fuera con cualquiera. A ambos les gustó, y aunque no sentían nada más allá de la amistad el uno por el otro, cuando necesitaban una distracción o alejar a alguien o simplemente les apetecía, se besaban. Nada de compromisos, nada de ataduras. Unos simples besos que no significaban más que práctica y diversión para ambos. Así que Dión llamó a Jared y quedaron en casa del primero esa misma tarde para llevar a cabo el simple pero efectivo plan.
Cuando Akira volvió a casa, se encontró una sorpresa que lejos de gustarle le horrorizó. Su hermanastro estaba en el sofá, con la televisión puesta pero sin hacerle caso porque el chico que tenía prácticamente encima ocupaba toda su atención. Juan, Jaime, Jared... No estaba seguro de su nombre pero le conocía. Era el mejor amigo de Dión, lo sabía. Pero su postura no reflejaba amistad. Estaban tumbados en el sofá, Jared encima de Dión acariciándole el pelo mientras el pequeño reía y agarraba las caderas de su amigo. Algo dentro de Akira se rompió en mil pedazos y su primer instinto fue apartar a ese chico de su niño, de su hermanastro, del chico al que amaba; pero no lo hizo. Simplemente se quedó allí, parado, sin moverse. Mirando cómo los dos chicos empezaban a besarse sin percatarse de su presencia y sin saber que el alma de Akira estaba ardiendo de dolor y rabia.
Dión había oído la puerta, sabía que Akira había llegado. ¿Por qué no hacía nada? ¿Por qué no le regañaba? ¿Por qué no les interrumpía? ¿Por qué dejaba que se siguieran besando? ¿Era posible que se hubiera equivocado respecto a lo que el mayor sentía? Esa opción le llenó de miedo y tuvo que alejar a Jared un poco para respirar bien, pero siempre con una sonrisa. No quería acabar aún con su farsa, quería ver si de verdad su hermanastro era indiferente a lo que estaban haciendo.
Le hizo una señal a Jared y este se levantó, entendiendo y obediente. Le agarró de la mano con una sonrisa y se giraron hacia las escaleras, justo donde Akira estaba. Dión puso su mejor cara de sorpresa e inocencia, y Jared consiguió una verdadera expresión de vergüenza. Realmente ese chico es buen actor.
Akira también tuvo que fingir indiferencia, cosa que estaba realmente lejos de sentir. Él ya sabía que su pequeño hermanastro solo se había confundido, que en realidad no le quería de esa forma, pero no había podido evitar ilusionarse con el hecho de que realmente estuviera enamorado de él. "Estúpido", se dijo mentalmente, "nadie se va a enamorar de ti, y mucho menos alguien tan especial como Dión". Estaba haciendo un verdadero esfuerzo por parecer indiferente y no llorar como un bebé.
- Siento haberos cortado el rollo.- Sonrió con todo el dolor del mundo, pero supo disimularlo.- Podéis seguir en tu habitación Dión, sabes que está insonorizada.
Se alejó; tranquilo por fuera, destrozado por dentro. Subió las escaleras y se metió en su habitación, se tumbó en la cama y se quedó mirando al vacío y soltando lágrimas de vez en cuando.
Y Dión no podía estar más dolido y estupefacto. Las palabras de su hermanastro sumadas a la cara de total indiferencia que tenía le habían quitado todas las esperanzas. No quiso fingir más y empezó a llorar. Jared le abrazó rápidamente, sintiéndose fatal por su amigo. Dión se lamentaba, se culpaba por el estúpido plan y por los estúpidos sentimientos que no debía tener, que seguramente Akira odiaría. A lo mejor hasta le tenía asco por creer que está con un chico. Volvieron al sofá, pero esta vez en posiciones muy distintas. Dión lloraba, y Jared trataba de decirle que todo estaba bien, pero no podía engañarle, no a él, no a la persona que lo había salvado más de una vez. Porque Jared tenía una fuerte depresión por el maltrato que su padre ejercía sobre él y gracias al cariño y la amistad de Dión salió de ella sin más daños que dos pequeños cortes en la muñeca izquierda, ya cicatrizados. Jared le debía mucho a Dión, e iba a ayudarle. Algo no cuadraba en el comportamiento de Akira, en sus palabras. Jared creía saber lo que era, pero necesitaba estar seguro. Así que siguió consolando al pequeño hasta que por tanta lágrima y cansancio acabo quedándose dormido.
Le acomodó sobre el sofá y lo tapó con dos mantas para que no cogiera frío. Después salió corriendo escaleras arriba y entró en la única habitación que no conocía, la cuál obviamente debía de ser la de Akira. En cuánto entró, supo que había dado en el clavo. Vio una escena aún peor si cabe que la de abajo. Akira estaba tumbado en la cama de cara al techo. Respiraba con dificultad por los sollozos que trataba de reprimir sin éxito, ya que pequeños reflejos indicaban que las lágrimas surcaban su rostro. Mantenía los ojos fuertemente cerrados, y su expresión era la de alguien a quién están torturando. Jared se conmovió al verlo así, y en lugar de gritarle lo idiota que era como había planeado, se acercó despacio a él y cuando estuvo cerca pero no lo suficiente como para tocarle, habló:
- ¿Akira? Tengo que hablar contigo.
El nombrado abrió los ojos y le miró. Su mirada demostraba una tristeza que ya no podía ocultar.
- Si vienes a pedirme la mano de mi hermanastro, te aviso que mejor se lo digas a su madre. - Dijo con sarcasmo y dolor en la voz.
- Dión y yo solo somos amigos, nada más. Él ya está enamorado y yo no soy mucho de amor.
- Ya, claro. ¿Y los besos son normales entre amigos?
- Intentaba ponerte celoso para que le dijeras de una vez lo que sientes.- Sus ojos empezaban a dudar y Jared supo que tenía que seguir, que esa era su oportunidad.- En cuánto te fuiste, Dión empezó a llorar y no paró hasta quedarse dormido del cansancio. Si no me crees, baja y míralo tu mismo.
Jared notó sus ganas de saber si era cierto y empezó a caminar hacia abajo con la intención de que le siguiera. Con satisfacción vio que Akira iba detrás de él. Cuando llegaron al salon, Dión seguía como Jared lo dejó: acurrucado en el sofá y con rastros haber llorado a su alrededor. Akira se maldijo interiormente por haber provocado las lágrimas de ese hermoso adolescente, y se prometió que a partir de entonces solo le provocaría risas y sonrojos. Se acercó al pequeño con la intención de tocarle, acariciarle y sentirle más cerca. Jared pensó que su trabajo ahí estaba hecho y que debía dejarles intimidad, así que se fue sigilosamente y deseando que todo saliera bien.
Akira se sentó en el borde del sofá en el que Dión seguía durmiendo. Le apartó unos mechones rubios de la cara y le acarició la mejilla. Le miró como quien contempla la cosa más bella del mundo y cuando notó que abría los ojos, se acercó para besarle.
Dión despertó por unas extrañas pero placenteras caricias en su rostro. Apenas había abierto los ojos y visto a Akira cuando sintió los labios del mayor en los suyos. Su corazón chilló de alegría y sus órganos bailaban la conga. El beso se prolongó unos minutos. Akira acariciaba los labios del menos con los suyos sin apartar ni un momento la mano de su mejilla. Dión la movió hasta el pelo de su hermanastro para toquetearlo y acariciarlo como si fuera de su propiedad. Y ahora lo era, porque tras aquel beso, Dión sabía que Akira le pertenecía, y Akira sabía que estaba a los pies del pequeño. Cuando por fin se separaron, se miraron el uno al otro con amor y alivio en sus ojos.
- Te quiero. - Dijo Akira, con las palabras mas sinceras que había dicho en su vida.
- Cuanto has tardado en admitirlo.- Le respondió Dión con una sonrisa enorme y los ojos llorosos de felicidad esta vez.
Y Akira se prometió a sí mismo volver a besar al pequeño Dión durante el resto de su vida con tal de ver esa hermosa y gran sonrisa en su rostro de nuevo.
NARRA JARED
No es del todo cierto lo que le dije a Akira, lo de que el amor no era para mi... Yo también estoy enamorado, pero no tengo tanta suerte como ellos. Yo sí tengo lazos de sangre con esa persona, y aún que a mi me dan igual, él está asustado, lo sé. Asustado de que le guste demasiado besar a su primo, asustado de lo que puedan decir, asustado de quererme y que no le permitan estar conmigo. Pero ya se acabó. Estoy harto. Una panda de imbéciles homofóbicos como son mis padres y mis tíos no me dirán lo que debo hacer. Llevo tiempo planeando escaparme, tengo 16 años y puedo conseguir un trabajo y cuidarle, sé que puedo hacerlo. Me lo llevaré, le daré una vida mejor que la que nos dieron los idiotas que nos criaron, le llenaré de amor y cariño para que vuelva la hermosa sonrisa que tenía cuando eramos pequeños, la que se borró poco a poco al darse cuenta de que era lo que sus padres mas odiaban en el mundo. Sé que se muere de ganas por irse, pero tiene miedo. Yo también lo tengo, no lo voy a negar, pero mi deseo por escapar con el y librarme de toda esta mierda es más grande. Y ahora que dejo a Dión en buenas manos, a ese pequeño angelito al que le debo la vida, puedo irme tranquilo sabiendo que Akira lo va a cuidar. Me da pena no haberme despedido de él en persona, pero espero que con la carta que le dejé en su cuarto le valga y no me odie para el resto de su vida.
Llegué a mi casa y cogí la pequeña mochila que había preparado. Tenía simplemente lo esencial, quería empezar totalmente de cero con mi hermoso Lucas, mi primo, y el chico del que llevaba enamorado desde pequeñitos cuando jugábamos al pilla pilla y cada vez que me pillaba me daba un besito que en aquel momento parecía inocente. Pero crecimos, y cada vez me volvía más adicto a sus besos. Cuando se lo dije hace dos años, me dijo que él también me quería pero que eramos familia y no podía ser. Poco a poco le convencí de que eso daba igual, y a escondidas tuvimos pequeños encuentros en los que nos besábamos como si no pudiéramos volver a hacerlo, porque quizá fuera así. Ha llegado el momento de dejar de escondernos. No es malo amar a alguien, el amor es un sentimiento hermoso, y lo que menos importa es si es un chico o una chica, tu primo o el vecino, lo que importa es que seas feliz, y yo lo era con Lucas.
Fui hacia su casa, que no estaba muy lejos de la mía, y trepé por el árbol para meterme por su ventana. Estaba dormido, como un trozo del más hermoso cielo y sería solo mío, me lo llevaría y nadie jamás me lo podría quitar.
Debí hacer demasiado ruido, porque empezó a moverse y se despertó. Me acerqué rápido para taparle la boca por si se le ocurría gritar y con la mano que me sobraba encendí su lamparita. Cuando me vio la cara, sonrió sorprendido y se acercó a besarme. Yo le correspondí feliz y me tumbé con él en la cama. Teníamos tiempo, sus padres trabajaban por la tarde y no llegaban hasta muy entrada la noche.
- ¿Que hacías dormido a estas horas, pequeñin?- Le preguntó con un codo apoyado en la cama y mi cabeza en mi mano mirándole mientras que con la otra le acaricio el pelo, negro como la noche, y sus ojitos azules me miran llenos de ternura.
- No me llames así, soy mayor que tú. - Me sonríe burlón.
- Solo por dos meses.- Le robo un pequeño beso transformando su sonrisa burlona en una tímida.
- Tenía sueño y no sabía que más hacer. Mis padres me castigaron sin el móvil tras la última escapada. Aún que no saben a donde voy, sí saben que salgo de noche. - Mi cara se transformó en una de rabia y me acerqué más a él para besarle la oreja, después le hablé al oido preocupado porque el miedo ganara al amor que me tenía.
- Vente conmigo, vamonos de aquí, a un lugar donde nadie nos juzgue, donde no nos escondamos, donde pueda presumir del lindo y hermoso novio que tengo. Lucas... Te amo, ¿que me dices?
Me alejé para mirarle y vi sus hemosos ojos amenazando con llorar, volví a acercarme y le abracé.
- Tranquilo mi niño, todo saldrá bien, ya verás. No soporto no poder tocarte cuando quiera, tener que esconderme para verte, como si me dieras vergüenza. No lo soporto.
- Yo tampoco. Quiero irme contigo, pero pensé que tu no querrías, que tenías tu vida aquí y que eras feliz.- Dijo entre sollozos.
- Tú eres mi vida, Lucas. Donde tu estés, yo viviré totalmente feliz.
Nos besamos de nuevo y nos levantamos para coger lo que le hiciera falta. La sonrisa no se me borraba y por primera vez en mucho tiempo, vi una real en su cara, de las de antes. Ahora sabía que toda mi lucha y sufrimiento habían valido la pena. Por fin iba a ser feliz, y por fin estaría junto a él. Salimos por la ventana y corrimos gritando y chillando como dos niños pequeños. Cogimos un taxi y nos alejamos del sitio que tanto daño nos había causado, pero que había sido testigo del comienzo de nuestra historia. Y ahora empezaba de nuevo, empezaba mejor. Empezabamos juntos y acabaríamos igual, estaba seguro.
- Hasta que la muerte nos separe.- Le dije.
- No, incluso después de muertos, yo seguiré amándote.- Me respondió.

Holaaaa!!! *aparece de entre las sombras gritando*. Se que he estado un tiempo desaparecida pero tengo excusa: los franceses mandan muchos deberes.
Espero que os haya gustado y ya casi tengo el capítulo (que me quedó largo así que quizá sean más de uno) de Nick, el inocente Nick de "¿Lo correcto? (Parte 2)". Pronto (no especifico) subiré la primera parte.
La imagen de arriba es muy kawaii.
(Posdata: espero que te guste a ti también Camilo XD)

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