Infidelidad. ¿Distracción? (Parte 2)

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Estoy enamorada de esa imagen.
Aqui va la segunda (y larga) parte :)

NARRA FEDE

Despierto de repente gracias a un ruidoso y molesto pitido que suena a todo volumen. ¿Qué mierda es eso? Con algo de esfuerzo consigo abrir los ojos, pero ese pitido continúa. ¡Que alguien lo pare! Cuando me despejo un poco, me doy cuenta de que estoy en mi habitación, concretamente en mi cama. No puedo pensar más porque el puto sonido me está taladrando la cabeza. Busco lo que sea que lo produce y en mi visión aparece el despertador. Lo golpeo y el ruido cesa, pero ahora el dolor de cabeza aumenta y me siento como si me hubieran dado un martillazo tras otro durante toda la noche. Vuelvo a tumbarme en la cama y cierro los ojos. ¿Por qué me encuentro tan mal? Tengo la garganta demasiado seca, necesito beber algo... ¡Eso es! Ayer estuve bebiendo, y mucho. No es la primera vez que lo hago pero ninguna de las otras veces me había sentido tan agotado y dolorido. ¿Qué coño hice ayer?

Abro de nuevo los ojos al notar movimiento en mi cuarto. Mi madre aparece demasiado cerca y habla demasiado alto.

- A ver, Federico. Si eres tan machote como para irte de fiesta y emborracharte cuando al día siguiente tienes clase, también lo eres para ir a la escuela con resaca, ¿no? Te vas a levantar ahora mismo, te tomas una pastilla y te das prisa que si no perderás el autobús. Por cierto, buenos días.

No suena enfadada, más bien su tono es el típico de "ahora cargas con las consecuencias de tus actos". Y obvio tiene razón, pero con este cansancio por todo el cuerpo solo quiero quedarme en mi cama y dormir hasta que se me pase la puta resaca. Y obvio que no está en los planes de mi madre tener clemencia con un pobre muchacho dolorido como yo. Por mucho que cierre los ojos, la luz del sol que entra por la persiana que acaba de abrir me provoca una tortura aun peor que el dolor de cabeza.

- Aquí tienes la pastilla y un poco de agua. Y deberías darle las gracias a tu amigo Marcos, él fue quien te trajo ayer.

Eso tiene sentido, solemos salir de fiesta juntos y él tiene más aguante que yo con el alcohol. Seguramente él sepa lo que paso ayer. Suelo ser algo insoportable cuando me emborracho, pero él está bastante acostumbrado a ello. Una vez tuvo que subirse a un tejado para agarrarme antes de que me tirara creyendo que había una piscina en lugar del suelo. Obvio yo no recuerdo eso, el me lo dijo al día siguiente y si le creí fue porque estaba muy cabreado, y es la única vez que le he visto enfadado de verdad. No sé si fue por hacerle subir a un tejado aun con su miedo a las alturas o por estar a punto de matarme, pero estuvo toda una semana sin hablarme. Luego todo volvió a la normalidad, pero en esa semana me di cuenta de que Marcos es realmente importante para mí. Es mi mejor amigo y que estuviera una semana evitándome me afecto más de lo que imagine. No sé que haría si alguna vez dejamos de ser amigos...

Y es por eso que estoy tan inquieto ahora mismo. Normalmente Marcos y yo vamos juntos al instituto, nuestras casas están muy cerca y él siempre me espera en la esquina de mi calle con su abrigo negro gigante que daría calor hasta en el polo norte.

Y hoy, que le necesito más que nunca para que con su presencia y sus chistes malos me haga olvidar este terrible dolor de cabeza, resulta que no está. ¿Estará enfermo? No creo, es poco probable porque al parecer ayer estaba estupendamente. Quizá llega tarde, o quizá sus padres son más agradables y empáticos que los míos y le han dejado quedarse en casa para recuperarse de lo de ayer.

Tras esperarle durante unos minutos más, decido marcharme ya que ya voy demasiado lento gracias a la resaca como para sumar minutos esperando y acabar llegando tarde a clase. Decido no inquietarme, seguramente no es nada importante.

Mi confusión crece hasta límites insospechados cuando le veo en la puerta del instituto tan tranquilo y hablando con Raquel, una compañera de nuestra clase. Antes de sacar conclusiones precipitadas me paro a pensar, y caigo en la cuenta de que quizá Marcos pensaba que hoy no vendría a clase para recuperarme de la borrachera de ayer y por eso no me había esperado. Me convenzo a mi mismo de que esa es la respuesta más obvia y la real y me encamino en su dirección. Sin embargo, hay algo en el fondo de mi mente que me impide creerme del todo eso, que me obliga a estar inquieto y que hace que mi corazón comience a latir demasiado deprisa mientras me acerco hacia mi amigo. Pero como no sé lo que es, decido ignorarlo. Comienza a preocuparme un poco más cuando estoy lo suficientemente cerca como para que Marcos me vea, y en efecto lo hace, pero su expresión no es la misma de siempre. Hay algo de miedo y vergüenza mezclados con la alegría que suelo ver en sus ojos. Ahora ya sí que tengo claro que algo va mal. Algo debió de pasar ayer, quizá hice algo malo o algo que le molestara y no lo recuerdo. Pero si está enfadado, ¿a qué viene esa expresión de miedo? ¿Y la vergüenza? Definitivamente, tengo que hablar con él y preguntarle los detalles de la última noche, hacer conjeturas no me servirá de nada. Y si hice algo que le molesto, me disculpare aunque deba hacerlo mil veces, porque no voy a permitir que una borrachera por despecho arruine lo que tanto me costó conseguir.

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