Capítulo 1: visiones

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Luke Skywalker contempló en derredor nuevamente el desértico terreno sobre el que había aterrizado su nave. Una extraña nostalgia afloró de lo más profundo de su ser al comparar ese inhóspito paraje con las llanuras de arena de su Tatooine natal. R2-D2 seguía sus pasos varios metros atrás, produciendo unos singulares pitidos y chirridos que el caballero Jedi, pudo interpretar como una sucesión de quejas.

—La señal era clara, R2 —contestó Luke mientras intentaba calmar a su contrariado amiguito metálico—. Te pedí que te quedaras en el Halcón con C3P0 y Han. Éste va a ser un viaje difícil.

R2 volvió a protestar pero al ver que su dueño tenía razón, calló comprensivo y reanudó la ajetreada marcha a lo que parecía ser el horizonte infinito. Luke, dejó que la Fuerza fluyera a través de su cuerpo para analizar a fondo el terreno con sus sentidos Jedi. El planeta, en apariencia, parecía estar desierto y sin embargo lograba atisbar ciertos puntos en los que la presencia del Lado Oscuro, se hacía patente. Un Sith había vagado por esos lares con anterioridad y podía existir la posibilidad de que aún se encontrara allí. Era preciso andarse con mucho cuidado.

De repente, el transmisor holográfico vibró en el bolsillo de la túnica del maestro. Luke, chasqueó la lengua y lo extrajo de su bolsillo para activarlo frente a él. La imagen de una joven de cabellos rojizos como el fuego, apareció a escala gracias a un cañón proyector incorporado en el artefacto. Luke sonrió para sí.

—Maestro, Han y Chewbacca ya han analizado las posibles formas de vida de tu querido planeta y no han encontrado otra cosa que el murmurar del viento —informó la mujer con seriedad.

—De acuerdo, Mara. Dile a Han que puede abortar la vigilancia aérea y que regrese rápidamente a Coruscant. Leia ya debe estar esperándole con los gemelos —contestó el Jedi.

—Recibido, Maestro, le daré tu orden y el recordatorio. Últimamente no está muy puesto en lo que hace, menos mal que él es el padre. —Ella calló un segundo y prosiguió con un tono de súplica—. Debo pedirte una cosa...

—Si es algo con respecto a esta misión, olvídalo. Te he liberado del deber de acompañarme y volveré a hacerlo. Este viaje puede ser demasiado peligroso para un padawan.

—Pero Luke... ¿Qué harás sin mis habilidades? —le preguntó Mara con un sonrisa torcida, tratando de exhibir al máximo sus dotes de persuasión.

—Traspasa este canal comunicativo al de Han. Y ni se te ocurra hacer lo primero que se te ocurra. Ya cargo con demasiado peso en mi conciencia, debido a lo que ocurrió con mi clon —concluyó Luke, tajante.

Mara resopló con enfado y cortó la comunicación. En el acto, apareció proyectado otro holograma. Era un hombre de pelo alborotado que vestía un traje de piloto usado durante años y colgando de su cinturón, un desintegrador último modelo, confeccionaban la viva imagen de un contrabandista de manual.

—¿Se puede saber qué le has dicho? Ahora me dará el trayecto y estará irascible. Ni siquiera nuestro Lingote de Oro va a tener paciencia con ella —protestó Han, frunciendo el ceño.

—Simplemente le he frenado los pies. No me gustaría que le pasase nada de nuevo... —arguyó Luke.

—Eres demasiado protector con ella. Vale, es cierto que os vais a casar y quieres tenerlo todo controlado pero creo que no estaría mal si le dieses un poco de libertad a tu padawan. Porque preveo que va a desencadenar el Caos en mi nave y ya sabes como se pone Chewie cuando hay insoportables cerca de él —replicó Han a modo de sutil chantaje.

—Está bien, está bien. Dile que prepare su caza y me localice en la arena. Debes regresar a Coruscant lo antes posible. Hay cierto caos en ese planeta que sí corre el peligro de desencadenarse si no te apresuras.

El Camino Oscuro del SithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora