Cuando la Oscuridad Llega

Desesperado

Capítulo 10

Había pasado tanto tiempo desde que llegue a ese bosque encantado. En el que cada día que pasaba parecía una eternidad. No sabía que día era, ni tampoco el mes ni la hora. Todo ahí era tan oscuro que la poca luz que podía entrar se desvanecia en un abrir y cerrar de ojos. Yo por mi parte me encontraba ya muy cansado. Los retos que Soraya me ponía para practicar me estaban comiendo vivo. No podía sentir ni una sola extremidad de mi cuerpo. Soraya había cancelado la práctica de tres días ya que en el último reto había salido demasiado herido. El segundo día en el que me quedé en la cabaña la curiosidad de saber algo de Camila me comía por dentro, así que aproveche la ausencia de Soraya para meterme en su recámara y consultar con el caldero mágico.

Sólo tuve que decir su nombre para que un líquido empezará a salir de forma misteriosa llenaraneo así el caldero con ese líquido. Cuando el líquido había llegado a la mitad, neblina empezó a salir de el caldero. De repente vi como toda la neblina se esparcia hacia los lados y una imagen empezó a salir en lo que parecía ser agua. Al principio se veía algo borroso pero después la imagen empezó a tomar forma y color y pude reconocer un rostro. El rostro al que había estado deseando ver desde que llegue aquí. Era Camila, "mi Camila". Ella estaba en una piedra enorme acostada y con los ojos cerrados. Se veía tan hermosa como siempre. Mi corazón empezó a palpitar como cada vez que la veía. Si que la extrañaba mucho. Será que ella también me extraña? Me preguntaba mi mismo.

No podía dejar de contemplarla. Ella era simplemente, perfecta. Su cabello, sus ojos, sus hermosos y curveados labios rosados hacían que me enamorara más de ella. "Camila que me as echo que me tienes hechizado y loco de amor por ti" me pregunté a mi mismo en voz alta.

Decidí mirarla por unos minutos más para después salir de ahí antes de que Soraya llegará pero cuando estaba a punto de irme vi como alguien vestido de negro se le acercaba a Camila. Ella aún estaba acostada en esa piedra y estaba seguro que el hombre que se le acercaba no tenía buenas intenciones ya que podía presentir el peligro.

- Camila! - grite sin importar que alguna de las brujas me escuchara y deseando que ella me escuchara.

Como era de esperarse mi grito había sido lo suficientemente fuerte como para que un de las discípulas de Soraya me escuchara. Dos brujas jóvenes y bonitas entraron a la recámara de Soraya y me recriminaron el que estuviera ahí. No podía entender lo que ddecían ya que no les estaba poniendo atención. Estaba concentrado viendo que era lo que iba a pasar con Camila pero lo último que pude ver fue el rostro asustado de Camila. Una de las brujas había desecho la imagen que había en el caldero. Eso me tomo por sorpresa. Gire mi cabeza y la mire a los ojos con furia. Empeze a gritarles que me dejarán volver a ver en el caldero pero ninguna de las dos cedió. Por más que les explique lo que estaba pasando con Camila ellas ignoraron mis súplicas y me sacaron de la habitación cerrando así la puerta con candado.

No pasó mucho tiempo cuando Soraya llegó. Máximo unos 5 minutos. Cuando la escuche llegar salí de mi habitación y fui corriendo a verla y pedirle que me dejará ver lo que estaba pasando con Camila. Ella no entendió todo lo que le conté ya que de la desesperación ni yo mismo podía entender lo que decía. Soraya me calmó y me dijo que si estaba exaltado no podría ayudar a Camila así que no me quedo más remedio que relajarme. Hacerlo me costaba trabajo ya que no podía evitar estar preocupado por la mujer que amaba. Volví a explicarle a Soraya lo que había visto y ella me dijo que el hombre que había visto cerca de Camila era nada más y nada menos que Adeo, el asesino de mis padres. Al escuchar su nombre sentí como la sangre empezó a hervir por mis venas y la rabia empezó a crecer dentro de mi. No podía permitir que ese maldito acabará con lo único que me quedaba, el amor de mi vida.

- Si de verdad quieres ayudarla - escuche que decía Soraya - deberás aprender a calmar tus emociones.

- No puedo evitar sentir odio por el - contesté conteniendo la ira y las ganas de gritar.