Capítulo 7. "Quizás era porque aún no pasaban grandes tragedias..."

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Luego de tal conversación los chicos llegaron a una sala mucho más grande en la que se encontraban anteriormente, que estaba moderadamente amueblada. Había dos camas a cada lado de la habitación y un pequeño velador al lado de cada una con una lámpara. Un televisor en una pared, las cuales no tenían ventanas viéndose así algo cómicas, un baúl a los pies de cada cama y ropas sobre estos. Maya y los chicos vieron que sobre las ropas había un papel con el nombre de cada uno. Ella tenía la cama al lado derecho, y a su lado estaba la cama de Dave. Frente a ella estaba Mark y la otra la tenía Anthony. Lo que estaba sobre la cama era celeste, una especie de pijama de algodón de dos piezas que se cerraban ajustados en los tobillos y en sus muñecas. La morena fue a ver el baúl y tenía conjuntos de ropa más holgada dentro y ropa interior.

-Hay más ropa para nosotros –dijo levantando la vista para ver a los chicos ya cambiándose al conjunto celeste-. Bien, terminan ustedes y me esperan afuera.


Iban caminando con la señora alta por pasillos. Las paredes seguían siendo blancas, y todo lucía como una clínica, pero de una forma más acogedora. "Quizás era porque aún no pasaban grandes tragedias entre estas murallas" , pensó Maya. Bajaron unas escaleras y todo se tornó de metal. Cañerías de todos tamaños se abrían paso medio metro sobre sus cabezas, el eco de la ventilación retumbaba en sus oídos y sus pasos se sentían fríos. En la primera puerta de unas pocas que se podían divisar, la señora detuvo el recorrido y se volvió hacia ellos.

-Ahora tendrán tiempo para explorar sus capacidades. Hay expertos dentro de estos bunkers con sus expedientes y buscando las respuestas más adecuadas para ustedes.

Anthony levantó la mano.

-Anthony, dime.

-Es sobre mi capacidad. Bueno, los chicos ya lo vieron y estoy relacionado con el fuego. ¿Y si hago explotar algo?, ¿aguantarán estas salas?

-Estos bunkers fueron construidos durante la segunda guerra mundial por norteamericanos con el fin de viajar a Sudamérica si la guerra fría resultaba desastrosa. Las bombas nucleares llegarían hasta un poco más al norte del desierto, y Japón poco sospecharía de este angosto país y el más árido pedazo de tierra. Además se han estado haciendo mantenciones constantemente, así que deberían aguantar.

-¿Te quedó claro, Llamita? –le preguntó Mark con una sonrisa de lado.

-Ja ja. –respondió.

-Bien, Anthony, pasa –dijo la señora abriendo la puerta, y por lo que parecía era pesada.

Anthony pasó y Maya vio que el bunker tenía capacidad para unos tres tanques militares como mínimo, hasta que la puerta se cerró detrás de él.

Caminaron unos metros más y apareció la segunda puerta. La señora la abrió e hizo pasar a Mark. Luego se cerró al momento que él se perdió.

Siguieron unos metros más, Maya tenía una cara de angustia o incomodidad, que cuando Dave la vio le dio un apretón al hombro. Se miraron y sonrieron. El apoyo era todo cuando no tenías a nadie más en un momento así, esos momentos que se sienten tan cruciales.

La tercera puerta era para Dave, y la última fue para Maya.

Cuando la puerta se cerró detrás de ella, lo que pudo ver no era lo que esperaba. Ella había visto lo grande que era el bunker de Anthony, pero este era diferente. Podría tener unos 10 metros cuadrados como máximo, era todo de metal y sólo había una mesa larga con un chico de espaldas a ella. Él tenía un traje azul, como el de los enfermeros en los hospitales y sus manos estaban sosteniendo un papel. Sus expedientes, pensó.

Maya tosió y el chico se dio la vuelta.

-¡Maya! –dijo el chico abriendo los brazos, con una sonrisa en su rostro.

Debía tener alrededor de 25 años, era alto y fibroso. Su cabello era negro, tanto como las sombras, sus grandes ojos avellana la miraban con entusiasmo y su sonrisa era cegadora. Así deben lucir los chicos en la universidad, pensó con picardía.

-Así me llamo –dijo ella.

-Oh, vamos. Ponte cómoda –dijo el chico indicando la sala con su brazo-. Claro, no es muy acogedor, pero haremos lo posible.

Se pasó la mano por el cabello mirando las paredes. Su boca hizo una mueca de descontento con la decoración, pero aun así estaba entusiasmado.

-Soy Diego, por cierto –le ofreció la mano con la que no se estaba sujetando el cuello.

-La niña mutante –Maya le dio la mano, y Diego se rio por lo bajo.

-Qué incómodo, no me vayas a asesinar.

Los dos rieron. Diego estaba haciendo lo posible por hacer cómodo el lugar. Y a Maya le agradaba.

-Bien –tomó su expediente-, estoy aquí para saber qué demonios haces con tus... manos.

Pasaba las hojas de su expediente, y una de sus cejas bajó mientras la otra subía.

-¿Por qué con mis manos?

-Porque esa fue la parte de tu cuerpo que fue reconstruida al estar en contacto con... eso –e hizo un desdén con la mano y asco con su cara.

-Oh, claro –y fue a sentarse en la mesa.

-Bien, dame tu mano.

Maya le dio la mano y Diego comenzó a tocarle los nervios. A veces sus dedos se contraían respondiendo al tacto en los lugares exactos, pero no pasaba nada.

-Se supone que debo hacer algo, ¿cierto?

-Sería un milagro si lo logras a la primera.

Él siguió haciendo cosas con las manos de Maya, incluso le dijo que tratara de alcanzar su expediente sin moverse, pero no logró nada. Durante horas trataron cosas que se habían visto sólo en la pantalla grande y Diego hacía de todo esto una comedia: que sintiera en su mano algún tipo de metal, que se imaginara unas garras saliendo de sus manos, que tratara de controlar los elementos, incluso trató de asustarla, pero nisiquiera el máximo esfuerzo lograba que Maya hiciera algo.

-Eh, sobre la mujer que nos trajo hacia acá...

-¡Valeria! –la interrumpió Diego-. Es la gerente del LEICH elegida democráticamente, ¡y sólo tiene 24 años!

-Wow... -24 años... la señora... y... ¿Qué es el LEICH?

-Te digo esto sólo si no le dices a nadie –bajó el volumen.

-No hay mucha gente con la que hablar por estos lados –respondió Maya con el mismo tono.

-Tienes razón. Bueno, las siglas dicen Laboratorio Experimental de Inteligencia Científica Humanista...

-Pensaba que decía algo sobre Chile, digo, por la ubicación.

-En cosas así uno nunca sabe para quién trabaja, Maya. Y creo que todo es mejor de esta manera, hay cosas que son difíciles de entender.

-Dímelo a mí, mi sueño es llegar a estudiar la física cuántica.

-¿Qué? –Diego estaba sorprendido- Increíble. Mi sueño era estudiar a los superhéroes, ahora mírame.

Luego de varios intentos, los cuales todos fallidos, Maya observó sus manos. Preguntándose si realmente harían algo, si realmente funcionarían. Se imaginó las posibilidades, control de materia, transformación de materia, incluso si abastecieran de electricidad, y pensó que ya no vería sus manos como ella pensaba: "pies menos retardados". Si no que ahora no eran sus manos, ahora eran mitad algo más llamado Derm. Y pensó que si sostuviera el mundo con sus propias manos, ¿el mundo también cambiaría? ¿El mundo se volvería, igual que sus manos, mitad de algo más?

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Hola, gente (: Este capítulo está algo corto, pero espero que les guste. Tengo pensado subir más durante el día o la semana y justo cuando tengo lleno de pruebas LOL djcsnjskc Disfruten


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