Hablemos sobre ella. La que siempre estaba diferente a las demás. Capaz de hacerme sonreír con todo, y a la vez con nada. Madrid sin ella no era Madrid. Y yo sin ella no era yo. Una vez me dijo «tú serás el único que besará la constelación de pecas de mi espalda», eso me cautivó profundamente. Me encantaba dormir a su lado. Me encantaba verla dormir. Me encantaba ella. Más bella que siete lunas, con más luz que París. Y joder, yo la quería más que a nada en este mundo. Nos encantaba que lloviera, así para no salir de casa. Digamos que era una excusa más que perfecta.
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caos mental.
Randoma veces te hundes, caes en tu agujero de silencio, en tu abismo de cólera orgullosa, y apenas puedes volver, aún con jirones de lo que hallaste en la profundidad de tu existencia.