Nunca, y repito, nunca quieras que el tiempo pase rápido. Aunque en las horas largas sientas el máximo vacío.
¿Por qué? La respuesta es muy sencilla. El tiempo vale oro, y pasa volando. Hoy es mañana, y ayer es hoy.
Y así todos los días. Eso lo aprendí el mismo día que supe que te echaré de menos de por vida. Y ni en estas circunstancias quiero que pase el tiempo. Porque por lo menos me queda tu recuerdo, mi nostalgia, tus fotos, nuestra magia. Porque cada hora que pasa pienso en lo que podría pasar, y en lo que en realidad pasará.
Los años han pasado demasiado rápido, ni me reconozco, no veo a nadie, o sólo a alguien del revés.
Pero es que ese es el truco, a veces hay que mirar mejor para entender que es lo mismo pero justamente al contrario. Los poemas serían los mismos, aunque les dieras la vuelta a la página, las nubes serían las mismas aunque las mires desde ahí, tú eres la misma desde que ya no estoy en tu vida. Parece que para ti no ha cambiado nada. Y eso es lo que más me jode.
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caos mental.
Randoma veces te hundes, caes en tu agujero de silencio, en tu abismo de cólera orgullosa, y apenas puedes volver, aún con jirones de lo que hallaste en la profundidad de tu existencia.