Los recuerdos de la noche anterior bailaban entre volteretas en la mente de Miguel, mientras dormía. Esa noche era tan clara que se podían ver todas las estrellas que eran posibles, las cuales no fueron apreciadas por los amantes esa noche. Esa noche se trato de hacer juegos cada que podían. Se dieron cuenta de que el cabello de Ruben era muy susceptible al movimiento, y se podía controlar a merced de quien lo tocara. Miguel paso mucho tiempo observando los ojos de su rey mientras se preguntaba por que eran tan...
Se veían muy irreales, como si una nebulosa de colores estuviera moviéndose todo el tiempo constantemente. Las nubes de colores eran como la luna y el sol: se intercalaban. A veces la nube era del color de las praderas donde se encontraba su pequeña cabaña, y entonces se intercalaba y se volvía un cielo del color de las hermosas maderas vírgenes del bosque. A veces se volvía un cielo con nubes, o a veces había pequeñas motas de cielo entre las nubes. Eran unicos, y lo amaba. Ruben llego a descubrir la mirada perpetua de Miguel y solo se acerco lentamente a su cara hasta que sus narices se tocaron, se mantuvieron ahi un momento y despues lanzaron grandes carcajadas por un momento ya que ambos recordaron su situacion que demandaba silencio. Se tapaban la boca mutuamente mientras seguían lanzando aires risueños entre los dedos de las manos del otro.
Llego un punto en que ambos estaban muriendo por tener un descanso, solo que no querían arruinarle la velada al otro. Terminaron sentados en el borde de la cama, ambos con los ojos entrecerrandose por el sueño y ambos sin darse cuenta que el otro se encontraba en la misma situación.
Miguel ya solo podía visualizar una figura antes de parpadear y abrir los ojos de nuevo con un espasmo. Asi fue viendo su mano, tan gastada, la ventana, tan... Duradera, las estrellas, tan preciosas y su principe, recostado sobre la cama. Se había quedado dormido. Simplemente se había desplomado de espaldas sobre la cama y Miguel se lamento de estar tan cansado. Si no lo hubiera estado quiza se hubiera tomado el tiempo necesario de apreciar la bella figura que su pareja representaba. Sin embargo, simplemente tuvo las fuerzas de caer junto a el en un sueño que ambos disfrutarían. La noche se le paso tan rapido: sin sueños, sin recuerdos, solamente sabía que ayer había dormido y hoy había despertado, pero... ¿Por qué? ¿Qué era ese sonido que lo despertó? Las neuronas de Miguel tardaron en pensarlo hasta que lo lograron: El sonido de la puerta abriendose. El pecho de Miguel se quedo paralizado y se altero al mismo tiempo creando que su estomago se revolviera. Inmediatamente sintió como la pierta había despertado tambien a Ruben. No sabía que hacer ni que pensar asi que solo lo miro, mientras sus ojos se habrían como platos al percatarse de la situación y como se volvía palido al ver al intruso entrando a la habitación. A Miguel le costo dejar de rehusarse a ver la puerta pero entendía que era necesarío y lo hizo con el corazon latiendole de una manera de había olvidado sentir.
En la puerta se encontraba parada una chica vestida elegantemente, con el cabello de color rojo. Gracias a estas rapidas caracteristicas, Miguel Angel reconoció quien era: Jeanine, la amiga de su rey, mirandolos pasmada.
Las miradas de ambos amantes se encontraban inevitablemente en la chica pelirroja parada en la puerta. Ese segundo lleno el pecho y el estomago de Miguel, con miedo, panico y frsutración.
Acto seguido pudo escuchar a su principe gritar
- ¡¿Jeanine?! ¿Qué - qué haces ahi, es decir, a - aquí?! -
El principe no era capaz de articular la pregunta correcta ya que sabía la respuesta a las anteriores y a las siguientes preguntas.
Miguel no tenía idea que cual sería su siguiente movimiento. Su instinto le decía que debía atacarla y de alguna forma evitar que dijera algo, pero el miedo a las consecuencias lo tenía inmovil, lo cual provocó una furia interna hacia Jeanine.
Los labios de Jeanine se movieron y Miguel movió instintivamente su brazo hacia adelante, sin embargo lo que dijo, lo detuvo de hacer cualquier cosa.
- ¿É-él debería estar aqui? - preguntó con miedo en su voz. No era lo que ninguno de los dos hombres esperaban que dijera. El principe saco su confusión en palabras sueltas:
- ¿Jeanine? Él... Es... ¿Comó? Eh.. - decía mientras respiraba alterado.
- ¿Él debería estar aqui? - Repitió Jeanine, interrumpiendo al principe y con mas fuerza en su voz que antes. Sus brazos, temblaban mientras sus puños se cerraban con fuerza.
Ruben abrió la boca para volver a decir algo, pero algo ocurrió al ver los ojos de la chica y la cerró. Cerró los ojos y un:
- No -
Salió mientras sentía un dolor en el pecho, pero no tan fuerte como el que sintió Miguel Angel al escuchar esta palabra.
Jeanine dió un suspiro que combinaba la sorpresa y la tristeza, pero sus manos seguían cerradas en un puño.
Miguel comenzaba a tener un nudo en su garganta. Sentía su fin, su muerte, sentía la traición llegando para arrancarle esta vida, arrancarle a Ruben.
- E-entonces ven conmigo - dijo la chica con determinación.
Ambos hombres se indiganaron fuertemente ¿Acaso estaba pidiendo que se entregara? Los ojos de Ruben sacaban lagrimas de impotencia e indignación.
- ¿Qué te hace pensah que lo haré? - Le espetó Angel mientras se levantó de la cama.
- ¡No! Escucha, si quieres irte, tienes que hacerlo ya, por favor -
Todos en el cuarto estaban confundidos y el silencio que siguió, lo demostró.
- Ire contigo, el pueblo esta llenos hoy -
Mangel no lo entendía ¿Ella estaba... Intentando protegerlo?
- Jeanine... - comenzó Ruben que intentaba adivinar las intenciones de la chica.
- El es tu... Amante ¿cierto? -
- Si, Jeanine, lo es -
- Lo... Quieres a... El... ¿Cierto? - dijo Jeanine enseguida con la voz entrecortada.
- Yo lo amo - fue la oración mas fuerte que dijo el príncipe hasta entonces.
Ruben comenzó a calmarse: Jeanine no era capaz de hacer nada para dañar a otros. Sin embargo, la religión llenaba a la mayoría de le gente del pueblo, no creía que Jeanine fuera la excepción. Por cada segundo que pasaba, la calma y la desesperación peleaban en el pecho del príncipe.
- ¿Qué haras ahora? - le espetó Mangel con fuerza y preparado para saltar sobre ella.
Jeanine se tomó su tiempo para contestar mientras se apreciaban movimientos internos en su garganta y pecho.
- Te ayudare - hizo una pausa - a salir, me refiero -
- Y, ¿Cómo puedo saber si de verdad lo harás, y no me iras a entregar? - atacó Miguel casi inmediatamente.
- Mangel, puedes confiar en ella - Interrumpió Ruben.
Ambos hombres se miraron con dolor y sufrimiento. Tenían sudor frío recorriéndolos visiblemente de la cabeza a los pies.
Ruben se levantó y Miguel corrió hacía el, haciéndolos chocar. Se abrazaron con nostalgia y se besaron con amor. Jeanine caminaba por el cuarto hacía la ventana evitando hacer contacto con los hombres, sin embargo, estos no la notaban. Sentían que en cualquier momento, su fantasía se podría desplomar convertida en carbón.
Cuando por fin se separaron, ambos se permitieron mirarse nostálgicamente una vez mas antes de que Miguel caminará con Jeanine hacía la ventana. La miró a los ojos sin expresar nada.
- Ayúdanos, y yo te ayudare - dijo, y le tendió la mano. La chica tomó aire y con determinación asintió levemente con la cabeza, recibiéndosela y subiendo así, al alfetizar de la ventana.
Jeanine bajó primero y seguido, pasó Miguel.
Cuando solo faltaba su cabeza por desaparecer de la ventana, Ruben creyó con esperanza que voltearía y podría mirar otra vez esos ojos de los que se enamoró... Pero no lo hizo, solo bajo, sin mirar atrás.
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Prohibido (Rubelangel)
FanfictionMini historia Rubelangel es pequeña pero no tanto para tener solo un capitulo.