Juicio

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Ruben se encontraba devastado. Desde que vio a su amado bajar la torre, sentía como si fuera la primera vez que lo había hecho: asustado por él, pero mas que nada impotente, y lo odiaba. Ahora no solo temía por Miguel Angel sino también por su acompañante: Jeanine. Estaba asustado de que Jeanine se volviera contra el y delatara a Miguel siguiendo la ley, o que Miguel desconfiara de Jeanine y terminara... Haciendo algo malo. Pero al no creer a ninguno de los individuos capaz de hacer tales cosas, se sentía atrapado en su propia cabeza. De nuevo.
Así, el príncipe no salió de su habitación en todo el día a pesar de las varias peticiones y suplicas de su preocupado mayordomo.
No comió, no bebió, solo veía su habitación y solo escuchaba la fiesta de abajo. Ruben no sabía por que se celebraba y era quizá uno de los motivos que lo arrastraba hacia afuera. Pero no cedió ante su crónica depresión. Escucho en las siguientes horas como la fiesta terminaba y al confirmar por la ventana que estaba todo más tranquilo, la curiosidad se apago y simplemente dejó el tema.
Se sentaba en su cama mirando al vació y pensaba en la nada. Pensó en rezar. No por el. Por ellos. Pero ¿Por qué Él le daría importancia a las plegarias de un pecador que no se arrepiente y que iba a pedir por otros dos pecadores? No podía hacer nada al respecto.
Se sentía muerto. Pensaba tanto, que le daban ataques de ansiedad constantes seguidos de ataques depresivos en un intento de calmarse. Quería dormir, y permanecer así 2 días enteros, quizá hasta un año. Es posible que quisiera morir. Pero, no quería huir irresponsablemente de las consecuencias. No podía. Estaba, ademas, tomando decisiones quizá muy apresuradas. Había una posibilidad de que todo hubiera ido bien... Así como
La tarde comenzaba a caer pero el príncipe no lo notaba encerrado en su mundo de pensamientos de culpa y tristeza. Comenzaba a sonar ruido de nuevo en las afueras del castillo. Ruben se sobresalto lo suficiente para convencer a su cuerpo de acercarse a la ventana. Caminando de una manera cansada y desinteresada, pensando con cada paso la posibilidad de lanzarse sobre esta. Al echar un vistazo se dio cuenta de que había mucha gente aglomerada en frente de su castillo, mas específicamente, en la zona de las horcas.
No le costo ni un segundo en tensarse todo y antes de intentar enfocar a las figuras acusadas, se escucharon pequeños golpes en la puerta seguidos de Charles entrando a través de esta.
- Señor... - alcanzó a decir con pánico en la cara antes de que Ruben lo interrumpiera en su salida de la habitación.
Cruzó todos los pasillos y escaleras necesarios para bajar de la torre. Nadie tenia el derecho de detenerlo, ni siquiera los guardias de las puertas. Y así, saliendo del castillo, llegó al patio principal, donde lo esperaba el peor escenario que pudo haber imaginado: Miguel Angel se encontraba al lado de una horca mientras el obispo gritaba al pueblo cosas que Ruben no quizo entender oír ni entender. Mientras llegaba escuchó también gritos familiares y al volver la cabeza, se encontró con Jeanine tratando de zafarse de los brazos de su padre mientras lloraba y gritaba cosas como: ¡Cuélguenme a mi también! ¡Por favor, tengan piedad! ¡Ambos o ninguno!
Pero obvia y lamentablemente, nadie le daba importancia.
Se acercó lo mas rápido que pudo con adrenalina en su cuerpo y vueltas en su cabeza. Se internaba entre la multitud mientras oía poco a poco y de boca en boca partes de la historia que pasó desde que fueron atrapados, hasta ahora: casi 12 horas después. Al parecer, los atraparon besándose, según unos, robando, según otros y haciéndolo según la mayoría. La chica entonces, empezó a defender al ladrón, pero él mismo confesó haberla amenazado para hacerlo y todo lo que estaba gritando eran efectos de la ansiedad y el pánico que le causo tal amenaza, es decir, puras alucinaciones.
Ruben estaba asustado y no sabía por donde había pasado ni a quien había movido, pero de repente se encontraba en la plataforma de horcas gritando y deteniendo el discurso del sacerdote.
Todo el mundo quedó pasmado.
- Mi... Mi señor - dijo el padre rindiéndole una reverencia.
El rey dándose cuenta de la situación en la que se encontraba, se apresuro a incorporarse y a tomar la palabra.
- Este hombre no puede ser sacrificado - espetó.
- Pero mi señor, es un ladrón, ¡es un pecador! ¡Y ha lastimado a su pobre prometida! -
Prometida. Con esa palabra, la cabeza de Ruben empezó a trabajar y a llegar a la conclusión correcta sobre el objetivo de la fiesta que se había celebrado en la mañana. Comenzaba a pensar en lo roto que Jeanine tendría el corazón y en el daño que había tenido en el transcurso del día mientras el se encontraba recostado en sus aposentos. Luego vio a Miguel Angel, a su pobre ángel con las manos atadas tras la espalda y una cuerda rodeando su cuello.
Sus instintos entonces decidieron no responder al sacerdote y correr a hacia Miguel. Le quito la cuerda del cuello (ya que el amarre de las manos era muy fuerte para desatar) y lo abrazó con todo el espíritu de su cuerpo. "Lo siento" susurraba en su oído mientras el prisionero soltaba lloros en su hombro.
Soltándose del abrazo pero manteniendo sus manos en sus hombros le ordeno a los guardias:
- Desátenlo -
Estos, comenzaron a avanzar hasta que el eclesiástico se puso en su camino.
- Con todo respeto, ¿por qué habrían de hacerlo? -
Suficiente. Esto era todo suficiente. Mientras Miguel abría los ojos sospechando la respuesta del rey, este gritaba inmediatamente:
- ¡Porque Mangel es mío! -
- ¡No! - gritaba Angel simultáneamente
- ¡Porque es mi amante! -
- ¡Mentira! ¡No! -
- ¡Y porque yo lo amo! ¡Nos amamos!
- ¡No! ¡Lo he amenazado! ¡Todo eso eh mentira! -
- ¡Dicho esta, rey! - interrumpió el padre - Deje ya este escándalo, que no esta amenazado más. Esta seguro -
- Si me estuviera amenazando, no tendría yo nada que temer ya ¿cierto? - Respondió
- Cierto, puede parar -
- Entonces, ¿por qué haría yo esto? - y dicho esto el rey tomó la cabeza de Miguel, besándolo en frente de todo el pueblo.
Terminando, Mangel lloraba:
- No... No mueras tu también... ¡Por favoh! -
Ruben juntando sus frentes y un par de lagrimas le decía:
- Lo siento -
Se separó de él y le arrebato una lanza a los guardias de la plataforma que al igual a todas las personas presentes se encontraban pasmadas y sin palabras. Soltó a su compañero del amarre y puso su mano detrás de su hombro.
- Ninguno, o ambos -
Un silencio corto que los amantes sintieron como una victoria anticipada se plantó hasta que la multitud tomó voz:
Comenzaron gritando blasfemias contra estos y pidiendo su muerte. Les lanzaban costales y algunas piedras hasta que un par de voces sobresalieron de la multitud. La voz de un herrero y un molinero.
- ¡Si muere el rey, ¿quién os gobernara?! -
Y de nuevo, callaron todos. Ninguno tuvo la astucia ni la audacia para contestar esa simple pregunta de causa-consecuencia.
- ¡Nadie! - volvió a gritar el par - ¡Dejad a los hombres ir, y el prisionero pagara sentencia económica! ¡Solucionado! -
- Y ustedes ¿qué derecho tienen para entrometerse en asuntos del Estado? - espero con furia el sacerdote de la plataforma. - Sí hay alguien para el puesto de gobernante. El servicial sirviente de la familia real, Charles. - dijo, posando las miradas del publico en el mencionado - Este buen hombre ha estado con la familia por generaciones y tiene el criterio necesario para gobernar este territorio. Palabras y movimientos aprobatorios se detectaban en la multitud, sin embargo varios no estaban de acuerdos y preferían mantener a su actual rey. Una discusión comenzó entre el pueblo y aprovechando la poca atencion que les estaban prestando Mangel tomó a Ruben de la mano, le dedico una mirada que le advertía de su siguiente movimiento y comenzó a correr con el hacia la salida de la plataforma. No llegaron muy lejos gracias los avisos de testigos que no les dejaron ni siquiera bajar. Sin embargo esto acciono el gatillo interior en el sacerdote:
- ¡Suficiente! - gritó - ¡He dicho suficiente! ¡Si alguien va a elegir esto es el mismo Charles! - declaró - Castigar a los pecadores, o mantener a nuestro actual rey, obviamente ejecutando a su... Acompañante. -
Charles tenía la cara con una expresión que indicaba total seguridad. Ya tenía una respuesta.
Sin embargo, miró al rey. Tal vez por instinto de buscar su aprobación o quizá por ser este el afectado despues de todo, pero lo miró y uso su ya conocido talento de hablar con la mirada. "Prefiero morir junto a el" pudo leer en los ojos del rey "Por favor".
La declaración fue hecha, entonces.
La sonrisa del rey se pudo ver.
Cayeron lagrimas de 5 personas entre la multitud. Solo 5.
El miedo atacó a las víctimas, pero el impenetrable agarre de sus manos lo venció.
Lo inevitable pasó y dos personas murieron esa tarde en el pueblo.
Ese día el sol no se escondió tras las montañas, sino tras las manos de los amantes que jamas se soltaron.
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LE FIN THE FINALE DEAD END

¡Gracias por leer esta corta historia de una idea que tuve hace un año y algo!
No creí que pasara de 5 lecturas y bueno, mi primera historia terminada en Wattpad tiene 279 votos y 311K de visitas.
¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!!
Si te gustó COMPARTELO con tus amigas shipers y no shipers, con todo el mundo, vamos.
Bueno, sepan que con este simbolito de +1 en votos me ponen muy feliz DE VERDAD

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Gracias por leer hasta aqui y ...
estoy trabajando en un epilogo
ADIOS <3

Prohibido (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora