Ceremonia PT.1

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Mangel se despertó de golpe al sentir la puerta del granero donde dormía abrirse bruscamente.
Los recuerdos de la noche anterior llegaron repentinamente. El nunca se durmió, espero a que el príncipe lo hiciera y después de pararse un momento a mirarlo y a acariciare la mejilla-Tan limpia y pura.- se deslizo por la cama y bajo, con un poco mas de dificultad, la torre. Ya que estaba dispuesto a ver la ceremonia de coronación de Ruben a primera hora de la mañana, no podía volver caminando a su cabaña, solo sería una perdida de tiempo. Asi que se metió al primer lugar que encontró, que resulto ser un granero. Y así los recuerdos se fueron tan rápido como habían llegado con el grito de la pequeña niña que fue mandada a abrir el granero y se encontró a una persona con un tazón de frutas. Mangel salió corriendo de ahí y se escondió en un callejón. Lo primero que tenía que hacer era ir a buscar a Alejandro y Abraham y decirles que se encontraba bien y que todo había ido a la perfección. Pero aún antes de eso tenía que hacer algo para poder pasearse mas libre por el pueblo. No le fue difícil robar un par de telas para cubrirse la cara y un saco pequeño para poner las frutas. No le fue difícil. Esas palabras le dolían; robar se le había vuelto una costumbre.
Sabía que estaba rompiendo la promesa que le había hecho al príncipe, pero tenía la intención de devolver todo al dejar de usarlas.
Se dirigió primero al molino ya que para llegar a la herrería, en el centro del pueblo, necesitaba ayuda de Alejandro. Llegó muy facilmente y al estar a unos pocos metros, pudo ver que estaba cerrado. "Que extraño, se supone que a esta hora debería estar Alejandro dentro." Se dijo para sus adentros. No quiso perder mas tiempo del que perdió al quedarse pensando donde estaría Alejandro y se dirigió con cuidado (y recordando el camino que había tomado el día anterior) a la herrería. Se percató que tampoco en la calle había mucha gente, de hecho no había casi nadie. Al contarlas, se dio cuenta de que solo se topó con 10 personas. Era sumamente extraño. Llego y de nuevo, cerrada. Antes de que pudiera pensar en algo o formular alguna teoría que explicara la ausencia de tres cuartos de la población, escucho a alguien llamándole desde una de las ventanas de la casa a su espalda.
- ¿Mangel? - Miguel miró hacia arriba -
- ¡Abraham! - dijo con sorpresa.
- Mangel, estas bien, ¿que demonio' haces aquí? -
- No, ¿que hace' tu allá? ¿Donde ehta todo el mundo?
- Serás idiota. Hoy lah labore' empiezan mas tarde -
- ¿Por qué? -
- Mangel, ¿te ha' caído de la torre o que te pasa? Por la coronación, claramente -
"¿Cómo he sido tan idiota?" pensó.
- ¡Vaya! Es cierto, ¿cuando empieza? -
- Cuando suenen las camp... -
En ese momento 12 sonidos altos y huecos sonaron por todo el pueblo mientras toda la gente que se encontraba en las casas, salía atropelladamente. Eran las campanadas que anunciaban el inicio de la misa de coronación.
Mangel veía que Abraham decía algo pero no lo oía del todo.
- ¡¿Que has dicho?! -
- Le dire ... Alej ... Tas ... Bien -
Mangel proceso eso como un "le diré a Alejandro que estas bien" asi que se fue corriendo hacia la iglesia mientras se confundía con la gente.
Con suerte, llego cuando solamente media iglesia-la cual era enorme-estaba llena. Iba a entrar para tomar un lugar, pero algo lo hizo detenerse. El era un ladrón. Un ladrón sin piedad. ¿En serio era digno de entrar a la casa del hombre mas puro que existió? Estos pensamientos se encontraban dando vueltas en Miguel y después de unos momentos decidió quedarse justo en la entrada, en el umbral de ese lugar que la gente tanto adoraba. Se paraba de puntas de vez en cuando, pero no lograba ver al príncipe. Anoche había sido el mejor momento de su vida. Nunca lo imagino así. Lo mas real que pudo imaginar fue que lo colgaran por entrar al castillo. Desde esa noche ya no sentía esa vergüenza de ser llamado Miguel Angel ya que Ruben no había dicho nada al respecto. Lo trataba como si solo fuera un nombre mas, se había sentido especial de alguna manera esa noche. Al volver a la realidad, se dió cuenta de que todo el pueblo estaba dentro y fuera de la iglesia. Entonces se volvieron a dar 12 campanadas y las puertas del castillo se abrieron dejando pasar a varios soldados, escoltando al futuro rey. Hicieron el camino desde el castillo a la iglesia, que resulto ser relativamente corto. La gente se arrodillaba al ver pasar a la escolta. Muchos no lo hacían, pero inclinaban la cabeza un poco. Mangel no quería arrodillarse, ya que quería ser visto por el príncipe, pero con esos soldados rodeando a Ruben, esa misión parecía imposible. Decidió entonces que su seguridad era mas importante y ya que la escolta estaba frente a el, inclino la cabeza exageradamente. Veía, pues, sus pies y los de los soldados, pero cuando vio también los pies del príncipe, que se diferenciaban por el color de sus zapatos, escucho una voz suave y conocida que dijo en un suspiro:
- Ay mi Mangel -
En ese momento Mangel abrió los ojos como platos, alzo bruscamente la cabeza y alcanzo a ver tras las dos filas de soldados, una sonrisa pícara y divertida en la cara de su amante. ¿Cómo lo vio tras su escolta? ¿Cómo supo que era el tras su disfraz? ¿Se habría dado cuenta de que lo había robado? Quizá solo dijo esas palabras sin motivo especial, entonces, ¿Estaba pensando en el?
Todas estas dudas atacaban la cabeza de Miguel, sin embargo, la sonrisa que había visto en Ruben era el principal pensamiento que le importaba. Asi que el también sonrió.

Prohibido (Rubelangel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora