veintiocho

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Pablo: Sophia, te quiero. Y mucho.
Yo: Vaya, no esperaba eso. Pero yo también Pablo.
Pablo: Me refiero... eres especial.
Me sonrojé mucho. Me quedé paralizada. No sé ni qué decir.
Pablo: Perdón, debes estar incómoda. Pero no me lo podía seguir guardando.
Yo: No, no te preocupes. Así me pongo cuando me dicen cosas de ese tipo, será que no estoy acostumbrada.
Cuando dije eso Pablo hizo una sonrisa tan linda, le dio gracia y adoro escuchar ese sonido. Pablo giró la cabeza y me veía a los ojos. Me sentía en las nubes.
Pablo: Necesito...
Pablo se movía mucho, parecía nervioso. Y volteaba mucho la mirada.
Yo: ¿Necesitas...?
Pablo: Necesito esto.
Se acercó a mí y me dio un beso. En la boca. Me tomó el cuello suavemente, y yo obviamente lo abracé y seguimos con él. Sin darme cuenta se volvió muy largo, pero el tiempo parecía detenerse mientras sucedía. El mejor beso de la ciudad, de la vida.
Pablo: Me gustas.
Dios mío. Lo dijo. Mi sueño se cumplió. Mi platónico dijo que le gusto, Y ME BESÓ. Quiero gritar. ¿Qué respondo?
Cuando iba a responder se escuchó un auto llegar, decidí irme porque no quería parecer incómoda frente a Verónica por lo que había sucedido en el patio. Me despedí de Pablo diciéndole que luego hablábamos. Lo deje y salí por la puerta trasera.

¿Quién eres?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora