veintiséis

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Llegué a la casa de Pablo por la tarde. Toda la mañana y en la comida estaba nerviosa, ya se imaginarán cómo estaba cuando llegué a la puerta y toqué el timbre.
No estaba el auto de Verónica, tal vez salieron y la casa esté sola...
Alguien se asomó por la ventana; era Pablo. Sonreí y lo saludé. Me devolvió la sonrisa y bajó a abrirme.
Pablo: Sophia, qué sorpresa.
Yo: Si molesto o algo...
Pablo: No no no, al contrario. En serio pasa. Mi mamá no está. Ya sabes, noche de bingo con sus amigas.
Yo: Creí que mi mamá era la única que jugaba eso, jajaja.
Pablo: No jajaja.
Yo: Y bien, ¿no me odias verdad?
Pablo: ¿Por qué lo haría?
Yo: No sé, te he notado distante...
Pablo: Lo que pasa es que eh estado estudiando unas cosas, y aparte es época de exámenes en el colegio.
Yo: Ah es cierto. Yo nunca estudio, no lo necesito.
Pablo: Suertuda.
Silencio incómodo...
Pablo: ¿Si viste la película que veríamos aquella vez en el cine?
Yo: No, ya sabes que el tipo me caía mal.
Pablo: Bueno, la he comprado. ¿Qué te parece si subimos a verla?
Yo: Pero si tú mamá llega no sé...
Pablo: Vamos, mi mamá llega siempre tarde, y si estás aquí cuando llegue no le molestará en absoluto. Ni que la fuéramos a ver en su habitación, para eso tengo la mía.
Yo: Bueno, pero cuidado que te puedo robar.
Pablo: Jajaja bueno bueno, vamos arriba, allá no hay cosas que robar.

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