—¿Tanto te costaba? —bromeé.
—Quería que fuese especial... —rodé los ojos y él rió. —¿Qué pasa?¿qué tiene de malo?
—Elena tiene razón, no quería dársela la verdad, pero eres un cursi.
—Oh venga ya, Maya. —me dio un empujoncito y yo reí. —¿Cómo es que se te da tan bien arruinar nuestros momentos?
—Es la verdad. —besé su mejilla. —Pero me gusta. Me gustas.
Sonrió. —Tu sí que me gustas. —volvió a besarme. ¿Ahora vamos a estar todo el tiempo besándonos? Yo encantada. —Oye, Maya... —dijo al separarse.
—¿Qué pasa? —miré sus ojos, estaban apagados. —... ¿todo bien?
—No te muevas... ¿vale? —se levantó despacio.
—Jesús... ¿qué pasa? me estás asustando...
—Espérame aquí... ¿si?, vuelvo enseguida. —miré como se marchaba y lo perdí cuando se metió entre las casas.
¿Me estaba intentando asustar? No entendía nada. Fuese lo que fuese no tenía gracia y cuando volviese se la iba a cargar.
Los minutos pasaban y Jesús no volvía. No podía seguir allí esperando sin hacer nada, me ponía de los nervios, sentía que en algún momento iba a salir de algún lado y me iba a asustar. Decidí levantarme por mi propio bien e ir a buscarlo entre los escombros de las casas.
—¡Jesús! —le llamé. —¡Ya no tiene gracia! Gracias a tu bromita ahora me quiero ir a casa. ¿Conten-
No pude terminar cuando una mano cerró mi boca y me atrajo hasta el interior de una casa. Me tranquilicé al ver que era mi no novio. Aún con la mano tapando mi boca, me hizo una señal para que me callase. ¿Pero qué estaba pasando?
Mi corazón empezó a latir más rápido cuando escuché pisadas acercarse. ¿Quién coño estaba allí?
Las pisadas pararon justo enfrente de la casa donde estábamos nosotros, y recé cinco padres nuestros para que quien estuviera ahí fuera no entrase.—Aquí no hay nada, han debido de escapar ya. —oímos.
—Bueno, vayamos a Sevilla, seguro necesitan nuestra ayuda. —las pisadas se alejaron y Jesús quitó su mano de mi boca.
—¿Quiénes son esos? —susurré.
—No lo sé... pero cuando les vi estaban bajando la colina... tenían armas... me asusté mucho, por eso te dije que te quedaras ahí, veo que no me has hecho mucho caso. —me dijo.
—Estaba sola y no volvías, ¿qué querías que hiciera?¿Y cómo que necesitan su ayuda en Sevilla?¿de qué mierdas hablan?
—No lo sé, Maya. Pero por sus pintas, no eran del ejército. —se movió de un lado a otro. —Aquí pasa algo...
—Y si... lo que nos dijo el profe... ¿era verdad? —le miré.
—¿De verdad crees que han venido a matarnos? —rió.
—Esto es serio. Dijo que si seguíamos viniendo pasaría algo. Bueno pues yo creo que está pasando, y no es bueno. —salí de la casa.
—¿Adónde vas?
—Se van a Sevilla. Si le van a hacer algo a mi
familia pues quiero saberlo, Jesús.—Maya no seas-
La voz de Jesús dejó de escucharse en el momento que cincuenta avionetas pasaron por encima nuestra, dirección a Sevilla.
—Jesús... —dije mirando el cielo asustada. —¿Ahora me crees?
—Mierda, Maya, no sé lo que está pasando. —corrió hacia la moto, robada a mi primo otra vez. Yo también corrí.
—Joder, joder —empezaba a agobiarme. —Joder, Jesús, ¡arráncala ya! —grité.
—Tranquilízate, si te pones nerviosa será peor.
Y tenía razón, pero no podía parar de pensar en Calum, Elena, mis padres, incluso en Dani, que sabía que me odiaba. Algo malo iba a pasar y todo por nuestra culpa.
Respiré hondo, intenté mantener la calma, y nada más Jesús arrancó la moto me subí a ella.—Vámonos por favor, antes de que sea tarde... —dije en un hilo de voz.
—Amor. —cogió mi mano. —Quiero que estés bien, todo va a salir bien, ¿vale? tú solo, tranquila...
—Arranca, Jesús, por favor. Necesito ver a mi familia.
Jesús aceleró y salió de allí lo más rápido que pudo.
Cogimos la carretera dirección Sevilla y cada vez que nos acercábamos más humo veíamos.—¿Qué cojones está pasando...? —escuché decir a Jesús.
Y lo que estaba pasando era mucho más grave de lo que nos habíamos imaginado.
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Whatsapp [#1]✨ [Jesús Oviedo][editando jeje]
Fanfic𝑵𝒖𝒆𝒗𝒐 𝒎𝒆𝒏𝒔𝒂𝒋𝒆 𝒅𝒆 𝒖𝒏 𝒏𝒖𝒎𝒆𝒓𝒐 𝒅𝒆𝒔𝒄𝒐𝒏𝒐𝒄𝒊𝒅𝒐. Lo conocí como Bieber. Hablé con él varios meses, me enamoró con cuatro mensajes de mierda por Whatsapp sin haberle visto la cara en mi vida, sin saber quién era. Y cambió mi...