Maldije para mis adentros al escuchar esa maldita sirena. La gente comenzaba a volverse loca, como si en realidad estuvieran en aprietos. Mientras tanto yo, sabía perfectamente por quién venían. Nos apartamos con rapidez del muchacho, que ahora se encontraba tumbado en el suelo, con pocas fuerzas. Louis me indicó que me subiera a su camioneta. Debíamos irnos tan rápido como pudiéramos de allí, estábamos en serios aprietos. Subí sin más junto a mi rubio amigo Niall.
Pude observar por el empañado vidrio de la ventana el paisaje. Algunos corrían, borrachos, sin rumbo alguno, otros por su parte se escondían, otros simplemente explicaban a la policía con tranquilidad que nada había pasado. Y luego estaba Rebecca, ella se encontraba sola, bajo la lluvia, cubriendo su menudo cuerpo con sus brazos. Pude notar en su rostro cierto temor y confusión; ella simplemente no sabía dónde ir, ni qué hacer. Debo admitir que me dio cierta ternura verla de ese modo, a decir verdad, se veía más linda así: calladita y mojada.
—¡Demonios!— pensé en voz alta—Louis, detente— grité.
—¿Qué diablos?— se enfureció él.
—¡Qué te detengas!— ordené.
—¿Acaso te volviste loco?— preguntó al verme bajar sin más del coche.
Le hice una seña para que se marchara, no quería verlo metido en líos por mi culpa. Él obedeció y vi su auto desaparecer de mi vista. Corrí hasta Rebecca. La tomé de la mano y la llevé hasta atrás de un gran árbol.
—¿Qué ocurre?— me fulminó con la mirada.
—Sh. Sólo cállate.
Esperamos unos instantes a que el ambiente se calmara un poco. Salimos de allí lo más pronto que pudimos. Noté que tiritaba de frío y se abrigaba únicamente con sus frágiles brazos. Reí al ver su expresión, ella simplemente miraba al frente como si yo no estuviera a su lado. Hice una mueca de fastidio y me quité mi chaqueta de cuero para acomodarla sobre los hombros de la castaña. Ella subió su vista a mí y la desvió cuando yo la miré.
—¿Vas a decirme a dónde estamos yendo?— preguntó por fin, rompiendo el silencio.
—Hacia mi casa.
—¿Qué?— se detuvo—Debes estar loco.
—Tranquila, no voy a violarte gatita. No hoy— reí al ver que fruncía el ceño— Mi casa está cerca de aquí, buscaré mi auto y te llevaré a tu casa.
—Eres un cerdo, Styles.
—¿Puedes dejar de llamarme por mi apellido?
—Lo que usted pida, Styles—dijo irónica.
—Qué infantil eres, gatita.
—Idiota— dijo entre dientes. Reí nuevamente— ¿De qué te ríes tanto?
—Lames tus labios cada vez que dices una grosería—afirmé.
—Claro que no, imbécil— dijo y relamió su labio.
—Volviste a hacerlo— reí más fuerte, ella simplemente rodó los ojos.
No dijimos ninguna palabra más en todo el camino, yo sólo la observaba. Era algo torpe para caminar sobre la lluvia, se deslizaba y atinaba a caerse pero no lo hacía. Repetidas veces abría su boca mirando al cielo y dejaba que las gotas de agua cayeran en su boca. Cuando la miraba, se intimidaba, pero aún así no dejaba de hacerlo. Incluso, se veía tan...¿adorable?
Oh, espera, ¿realmente dije eso? Aprovecha ahora cariño, éste Harry definitivamente no soy yo. No creo que vuelva a meterse en mi cuerpo otra vez.
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Rudeboy
Teen FictionEl chico rudo, el peligroso, el que jamás se enamora. ¿Habrá alguien capaz de demostrar lo contrario? ¿Habrá alguien capaz de sacarle la máscara?