Capítulo 3: Rebecca.

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Sentí miradas penetrantes sobre mí, mientras me reincorporaba a mi lugar junto a la rubia en el salón nuevamente. Los murmullos detrás de mí aumentaban y nadie se molestaba en disimular que era yo su tema de conversación. Sin embargo, me sentía satisfecha. Sonreí, triunfante, al ver el furioso rostro de aquél muchacho rizado que me ignoró por completo al pasar por mi lado. Giré a verlo una vez que el ya se encontraba ubicado y sentado en un escritorio. Ésta vez él estaba mirándome también, mantenía su vista fija en mí, como si tratara de asesinarme con ella. Me sentí intimidada, ese par de ojos verdes esmeralda causaban ese efecto en mí. Desvié mi vista al frente, dónde un profesor de tez blanca y cabello canoso se encontraba parado. 

Otra clase aburrida. O al menos, eso hubiera preferido. ¡Gracias de nuevo Styles!

Un par de risas bastante peculiares sonaba en el fondo del amplio salón. Nada más y nada menos que el señor Styles y su compañero y amigo Louis. Puedo jurar que sabía que todas esas risas burlonas eran para mí. Pude escuchar varias veces mi nombre y algunos que otros insultos. 

— ¿Pueden compartir con toda la clase el motivo de su risa?— preguntó el profesor dirigiéndose a los muchachos. Pude notar como Louis trataba de contener su risa, haciendo su mejor esfuerzo para mantenerse callado. Mientras tanto Harry lograba borrar de su rostro su sonrisa y por fin, ponerse serio.

— Le explicaré, profesor. La señorita de adelante no ha dejado de tirarme papelitos que dicen "te amo". ¿No es así, Rebecca? ¿Por qué no le explicas al profesor?— dijo el de ojos verdes mirándome insinuante. Entendí lo que quería hacer.

— En tus sueños, Styles— me apuré a decir.

— Según este mensaje, eres tú la que sueña conmigo— dijo levantando un papel que seguramente acababa de escribir. 

— Vaya, me sorprendes, eres aún más idiota de lo que pensé. Imbécil.

— ¡Cuidado con esa boca, preciosa! Se nota que eres de Nueva York. 

Luego de unos minutos más de insultos y peleas, lo único que pudimos conseguir fue un castigo fuera del horario. Definitivamente, él estaba haciéndome el día difícil, sin embargo, más que "peligroso" me parecía infantil y patético. No soportaría pasar una hora con él durante el castigo, limpiando la piscina, solos. El sólo hecho de pensarlo me resultaba agobiante, ya lo odiaba, y él a mí. 

El horario de salida había concluido. Hubiera preferido, claramente, volver a casa y relajarme luego del primer y agotador día de clases. Pero no, el señor rebelde lo había arruinado todo. 

— ¿No piensas mover tu maldito trasero y hacer no sé... algo?— pregunté con fastidio al notar que él se encontraba cómodamente sentado en una de las reposeras. 

— De hecho, me gusta más ver el tuyo trabajando— dijo mirando mi trasero sin discreción. Lo miré con desagrado. 

— Eres repugnante— respondí con un gesto de asco. Pude notar que ignoró completamente mis palabras y siguió en su posición. Me acerqué y casi sin pensarlo tiré sobre él el balde de agua con el que había estado limpiando. Solté una carcajada al verlo completamente empapado. Incluso se veía tierno, sus rizos no habían desaparecido y sus ojos se abrieron como platos, dejando así a la vista esos faroles esmeralda. Apretó sus labios al igual que sus puños. Se veía a simple vista, una enorme impotencia brotando de su alma. 

Se acercó a mí y me rodeó con sus brazos por la espalda. Sus manos se deslizaron hasta mis caderas. Me apretaba con fuerza. Mi sonrisa se borró por completo. Sentí frío al primer tacto con su cuerpo mojado, luego el calor se apoderó de mí, pese a que ahora yo también estaba empapada. Tragué saliva y el rió, tomando distancia de mí. Aproveché para alejarme, debo admitir que sentí cierto temor en ese momento. Volvió a tomarme, ésta vez agarró mi mano con fuerza y me atrajo hasta él. Me hacía daño, era violento. 

— Sal conmigo el viernes— me ordenó, susurrándome al oído. 

— ¿Qué?— balbuceé. 

— Lo que oíste, sal conmigo el viernes. Es lo único que te pido, será como una forma de pedirme perdón— me separó de él. 

— ¿Me dejarás en paz si lo hago?

— Tal vez. 

— Entonces tal vez salga contigo— dije con una sonrisa audaz. 

"¿Qué tienes bajo la manga Styles? No caeré en tu trampa, puedo ser más peligrosa que tú" pensé.

RudeboyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora