Era sábado por la mañana, desperté con un insoportable olor a alcohol. Estaba algo mareado y no lograba recordar la mayoría de mi día anterior. ¿Qué había hecho exactamente? Miré hacia a un lado y me encontré con una pelirroja durmiendo plácidamente en mi cama. Ésta se encontraba únicamente en ropa interior. Hice una mueca; justo cuando recordé exactamente lo que había sucedido el día anterior.
Rebecca, la adorable y dulce Rebecca, -nótese el sarcasmo-, me había dejado plantado. Al principio, quise suponer que por alguna razón de gravedad, ya saben, ella cayendo en fiebre o sus padres muriendo, no había asistido. Pero luego recordé su insistente lucha de "no pases por mí, nos encontraremos en Oliver's bar", todo tenía sentido, ella había planeado fallarme desde el principio. ¡Maldita zorra! Eso era todo lo que era. Alguien debería avisarle que las cosas no funcionan así conmigo, que si lo que está buscando, -seguramente-, es acostarse en mi cama, debería simplemente rogarme, no hacía falta ponerse en el lugar de "chica difícil".
Sin embargo, la pelirroja no estaba nada mal. Seguramente la conocí, en el bar, y aquí esta ahora, como una buena perra. Supongo que me divertí con... como sea que se llame. Era linda después de todo, tenía un trasero para morirse y unos grandes y voluminosos pechos. En fin, así era mi vida.
Me despeiné mi alborotado cabello y me vestí. Hice desaparecer con violencia a la chica que me encontré en mi cama de mi casa. No quería que estuviera allí un segundo más, ya no la necesitaba. Ella se marchó con cierta mirada de satisfacción. Sonreí. Me gustaba complacer a las mujeres.
La semana había pasado sin más. Me había dedicado a hacerle la vida imposible a mi gatita indomable, alias Rebecca. Y a decir verdad, ella también había logrado complicar mi existencia. Me odiaba y eso me divertía. Pero si hay algo seguro es que Harry Styles siempre obtiene lo que quiere, no importa qué deba hacer para conseguirlo. Y si juegas sucio conmigo, entonces jugaré sucio contigo. Luego, me lo agradecerá. Es lo que quiere, sólo que no entiende la forma de acercarse a mí. ¿Crees que soy tonto, gatita? ¿Crees que no me doy cuenta, la forma en la que me miras? Como todas las demás, tu sólo quieres esto, y lo sé.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por el agudo sonido de mi celular: una llamada entrante.
—Hazza— dijo aquella familiar voz. Podría reconocerla aún ronca y agitada como estaba sonando ahora.
—Lou— reí al escuchar que una chica hablaba detrás de él, 'ese es mi amigo'— No olvides la fiesta de Pauline, es hoy. Recuerda, tenemos un asunto pendiente— dijo con seriedad.
—No lo olvido, amigo. Cuenta conmigo— le aseguré.
....
Dicen que lo mejor siempre se hace esperar. Entonces allí estábamos nosotros, llegando, como siempre, con tardanza. Hacía ya dos horas que la fiesta había empezado, pero la diversión acababa de llegar.
Era una gran mansión, y estaba repleta de adolescentes ebrios y chicas lindas que me dedicaban sus mejores sonrisas seductoras.
Pude reconocer entre el montón la perfecta silueta de una castaña. Ésta llevaba un atrevido vestido color plomo que hacía que todos voltearan a verla. Estaba de espaldas, lo que me permitió observar durante un rato su perfecto trasero. Nada ás y nada menos que la muy zorra de Rebecca, revoleando los ojos, aún sin notar mi presencia, hablando con Lily, Caroline y Charlotte. Al parecer, no le agradaba la conversación.
Sin embargo, ella no era mi objetivo. Al menos, no esa noche. Había otro motivo por el cuál me encontraba allí esa noche.
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Rudeboy
Teen FictionEl chico rudo, el peligroso, el que jamás se enamora. ¿Habrá alguien capaz de demostrar lo contrario? ¿Habrá alguien capaz de sacarle la máscara?