Una pisina, una noche en la misma cama y un dragón en un restaurante brasileño.

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-¿Enserio?-dijo riendo el ojizarco-.
-De verdad. Al volver a la habitación ya no tenia cejas- contestó entre risas el rubio.
-Bueno. Yo te gano. Una vez le afeite la cabeza a Erin. Pasó todo el preescolar con un pañuelo en la cabeza.
Ambos rieron y tomaron un trago se soda. Eran las tres de la mañana, estaban sentados en la cama del ojigris y su espalda recargada en la cabecera.
-Esto es gracioso- dijo de la nada el azabache.
-¿Él qué?- preguntó el otro.
-Jamás había hecho algo como esto. Nunca tuve a nadie a quien decirle nada.
-Yo tampoco. No soy de muchos amigos.- comentó el escritor.
-Por lo menos no estabas rodeado de niños mimados con plomo en la cabeza.
-Por lo menos a ti no te metieron en un armario y pasaste tres horas ahí.
-Por lo menos no te ahogaron en una piscina mientras tu padre se emborrachaba.-replicó-.
-Oh. No quieres entrar en esa área. Te ganaría en dos segundos.
-Tu madre sigue viva. La mía no lo está.
- Si. Brindemos por eso. -Ambos chocaron y bebieron.
-¿No deberías estar dormido ya?.- cuestionó mirando al frente.
-Son las tres de la mañana. Me dormí a las seis ayer creo que puedo aguantar esto.
-Okey- Se recostó en hombro del rubio y puso su nariz cerca del cuello del otro, intentando captar su olor-.
-¿Qué éstas haciendo?- preguntó confundido.
-Creo que la resaca y las desveladas me están haciendo efecto.
-No puedes dormir ahora. La noche aún es joven.
-Si, lo sé. Vamos a la piscina- dijo alzando la cabeza-.
-¿Hay piscina aquí?-
-Averigüemoslo -el rubio fue jalado hacia la salida.
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-Tienes unas enormes ojeras. ¿Has estado durmiendo bien?-preguntó el dragón una vez que el ojigris llegó a la oficina-.
-Si. He estado durmiendo tarde, pero fue por una buena causa- contestó sonriendo mientras recordaba la noche. Al final si que había una piscina, o bueno, una fuente grande que estaba en la parte trasera del edificio. El gerente terminó siendo él que detuvo la noche, diciéndoles que se callaran y sacándolos de la fuente, ambos empapados y comportándose como niños pequeños.
-Esta vez me acompañarás a comer, y no aceptare un no por respuesta.-Dijo el mayor interrumpiendo sus pensamientos.
-Oh. Claro. ¿Restaurante Brasileño?.
-Si. Venden unos platillos muy buenos.
-Iré con todo gusto.
-Tenemos trabajo, así que a comenzar.
La mañana iba sin ningún incidente, hasta que era casi la hora del almuerzo.
El empresario se le quedó viendo, el ojigris lo estaba ignorando ya que estaba trabajando en su computadora. De repente sintió que le soplaron en el oído, el escritor brincó por reflejo.
-No te asustes.-dijo riendo- Es sólo que te ves tan serio.
-Las matemáticas me ponen serio.
-Deberías de olvidarte de ellas por un momento. -Demasiado cerca, demasiado cerca- Vamos a comer. Podrás acabar esto en cuanto regresemos.- se retiró y volvió a su silla-.
-E-esta bien- contestó con una sonrisa forzada.
El olor de la comida bañaba al lugar. Martin sentía su apetito naciendo. Las paredes eran anaranjadas y el techo y piso eran de madera. Los asientos eran sillones verdes con una mesa en medio, lo suficientemente grandes para cuatro o cinco personas.
-Allí hay una mesa- señalo el de cabello negro. Martin lo siguió. Se sentaron uno enfrente del otro- Dime. ¿Cómo ésta ese compañero tuyo?- recargo los brazos en la mesa y se inclino hacia adelante. Parecía tener demasiado interés en Richard, y eso no le gustaba-.
-Me parece que bien. Creo que no le gusta salir de la habitación, pero fuera de eso, esta bien. ¿Por qué pregunta?-.
-Simple curiosidad. Me interesa saber que haces cuando no estas en la oficina.
-Estoy más tiempo en la oficina-dijo-. No es que me este quejando- añadió rápidamente- y no hago mucho con él, sólo pasamos un rato juntos, pero podría jurar que nos hemos vuelto más cercanos en los últimos días- o Martin quería eso. Ser intimo de Richard era lo único que quería en ese preciso momento. ¡Y no!. No era porqué lo extrañara a pesar de estar tan cerca de él, era solamente porqué le había tomado cariño, ahora le estimaba más que la amistad...¡Dios mío Martin!. ¿En qué ratos éstas pensando?.
Una mesera con un uniforme blanco y amarillo llegó y les dio un menú que tenia la bandera de Brasil en el.
-¿Qué ordenadas?- cuestionó el otro leyendo-.
-¿Qué me recomiendas?- pidió el menor-.
- Acarayé, de bebida un batido de cocó y un quindím de postre.
-¿Tú qué comerás?- bajo el menú para poder verlo.
- Cocina del Matto Grosso do Sul, para tomar caipirinha y canjica. También pediré un poco de coxinha como aperitivo para ambos.- la mesera regresó a pedir la orden. Martín dio gracias al cielo porque el mayor le dijo lo que querían.
La comida era deliciosa. Los sabores se mezclaban y se adherían a su paladar. Cada bocado le daba ganas de más.
-Te dije que era muy buena- dijo el de cabello negro mientras sonreía satisfecho.
-Creo que deberé hacerte mas caso de hoy en adelante.-contestó dando otro bocado.
-Puedes hacerme caso en esto. Mañana en el club, sí me ayudas a cerrar el negocio te daré un adelanto.
-Me parece bien- Un adelanto no estaría mal. De todas formas le pagaría a Richard por todo.
La comida siguió su curso como viento en popa. Cumberbatch preguntaba demasiado por su compañero, pero Martín lo ignoró porqué le gustaba hablar de él. ¡Y no era por que lo quería!.
Al acabar y indicar a la mesera que lo habían hecho, el rubio iba a sacar su billetera, hasta que el mayor lo detuvo.
-Yo pago. Yo te pedí que viniéramos.
-No es necesario. No soy tan pobre.
-Todavía no te he dado tu adelanto, y no acepto un no por respuesta- dijo sellando la discusión diminuta que se había generado.
Cambiando hacia la salida, el empresario pidió que sellaran su boleto de estacionamiento. Detrás del empleado encargado, en un tarro de vidrio, descansaban sobre una repisa unos dulces de chocolate que se veían muy bien.
-Me da dos brigadeiros.- pidió antes de salir, se los entregaron en dos segundos- Toma- le dijo al rubio extendiendo la pequeña bolsita amarilla una vez que entraron a su automóvil-.
-Gracias. No tenias porque hacerlo.- dijo.
-Claro que si. Se supone que es una cita.- las palabras aturdieron al ojigris. ¿Una cita?. Necesitaba que el sabor a chocolate lo relajará.
El auto del otro era una hermosura. Negro y brillante. Los asientos eran de cuero café y era descapotable. Pudo sentir el calor del sol en su cara gracias a lo último.
-Esto es agradable- comentó el dragón cuando pararon en un semáforo en rojo-.
-Si. Lo es. -dijo el otro mirando hacia un lado de la calle. Una madre con su hijo en una carriola.
-Me gusta el aire que hace en este momento-.
-Si.- contestó simplemente. El empresario lo tomó como que lo estaba ignorando. En un momento lo tenía cara a cara. El mayor le había tomado la barbilla y estaba muy cerca.
-No me hables tan distraídamente.-dijo en tono serio. Martin pudo ver que no estaba bromeando al mirar esos ojos fríos.- Te estoy diciendo que estoy feliz de estar aquí, que me gusta estarlo, y tú sólo respondes con un si mientras miras otras cosas.- el escritor sintió como una mano estaba apoyada en su rodilla. Los claxons comenzaron a sonar impidiendo así que el ojigris dijera algo.
El resto del camino permanecieron callados. No había radio, música o cualquier otra cosa, eran sólo ellos y el silencio sepultante.
La oficina tenía una atmósfera fría e intensa. Ninguna palabra. Sólo ellos y las miradas del dragón hacia él. El sentimiento incómodo invadió de nueva cuenta al rubio.
-Lo siento.-dijo de repente.- No debí de haberte tratado así.
-No importa- contestó por lo bajo-.
-A mi si me importa. En mi defensa, no me gusta que la gente me ignore cuando yo le estoy prestando toda mi atención.- el rubio asintió levemente y se dirigió a su escritorio.
Mientras el escritor había pasado un día agradable... Sin contar la escenita del auto, el ojizarco estaba... En su propia burbuja de diversión.
Llevaba días sin hacerlo. Necesitaba una dosis y la había conseguido. Si, claro que lo hacia. Se arrepentía fuertemente de dañar de esa forma todo lo que rodeara. Sólo por su secretaria no se derogaría de mas. Sólo un poco.
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Estaba con sus manos cerradas en un puño sobre sus rodillas. Su cara viendo hacia abajo haciendo que unos pocos mechones cayeran sobre su frente y sus ojos grises. ¿La razón?. Cumberbatch había ofrecido llevarlo a casa. Esta vez no estaba nervioso por la presencia del otro, sino por que Richard se enojaría con él. Primera regla: si te relacionas con el, sí se entera que haces, con quien vives o que eres un saqueador, esto se acaba.
-¿En el hotel "Das"?- preguntó el mayor.
-Si. - respondió con la garganta seca.
-es un hotel muy caro. ¿Tu familia tiene dinero?.
-Si. Mi padre nos dejo una buena herencia antes de morir- mintió.
-Tu compañero tiene que ser igual de rico. ¿Todavía no encuentras donde asentarte?.
- Sigo buscando.
- Conozco unos departamentos muy buenos. Creo que te iría bien ahí.
- Los buscaré en el fin de semana.- sonrió levemente.
El camino fue menos amargo de lo que se esperaba. Al detenerse enfrente del departamento, el ojigris bajo del auto.
-Hasta mañana- se despidió el empresario-.
-Si. Hasta mañana- caminó lo más rápido que pudo hasta la entrada sin parecer sospechoso. No volteo ni una sola vez. El camino en el elevador se le hizo una eternidad. Seguro Richard los había visto. Se enojaría.
-¿Richard?- dijo al entrar al departamento.
El ojizarco se encontraba dormido en su cama. Las desveladas le habían hecho efecto. No iba a despertarlo, sólo lo cubriría con una manta. A como gentilmente la tela hasta los hombros del otro. Murmuró un pequeño "descansa". Cuando se dirigía a su propia cama, una mano lo tomó de la muñeca.
-¿Cómo te fue con él?- preguntó el ojizarco.
-Bien. Comimos en un restaurante brasileño y me trajo a casa.
-Toda una cita- río el otro. Aún no le soltaba- lo siento. No te espere y me quede dormido. Mañana es Jueves, iras al club. No quiero que... Tienes que ir al club.
-Si- No se movió ni un centímetro de su lugar-.
-Tienes que robarte las escrituras. Las tiene en colgadas al cuello. ¿Las has visto?- el rubio asintió- Debes que tener cuidado. No sabemos que pueda hacer.
El rubio hizo amago de irse, mas un jalón lo impidió. Fue jalado hasta terminar sentado sobre la cama, su espalda recargada en las piernas del otro y su cara viendo hacia arriba, hacia el azabache.
-No dejes que te toque.- dijo en tono serio- Ni un cabello.- el corazón del escritor latía a mil por hora.- No quiero que te toque. Eres mío.
Richard sabía que era lo que sentía. La facilidad con la que reía, como se sentía al ver los gestos infantiles del otro, como se sentía al pensar en él, pero sobre todo, como se sentía al pensar que alguien más que no fuera él tocara con tanta confianza a su secretaría. Se había visto en un espejo. Había visto que le había comenzado a temer a la muerte, porqué no quería estar separado de ese nuevo y agradable sentir.
-E-esta bien- el ojigris podía ver los ojos del otro. El azul, el profundo azul, que a pesar de hablarle en un tono seco y frío le inspiraba calidez.
-Quedare aquí- pidió en un susurro el ojizarco. No sabia que sentía el otro, mas de algo si estaba seguro, no lo quería lejos de sí.-Duerme aquí esta noche- repitió al ver los ojos confusos del otro.
-S-si- No se iba a negar. No podía negarse. No quería negarse. Deseaba esto, pero no podía . Era demasiado vergonzoso.
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El sonido irritante invadió su cabeza. 6:00 am. Extendió la mano debajo de su almohada no encontró su celular. Abrió lentamente los ojos. Recordó donde estaba. Las cobijas que anoche marcaban la división ya no lo hacian. Se sentó y pudo divisar su celular. Al bajar la mirada vio al ojizarco. Su cara pacífica como nunca, su cuerpo relajado y su brazo abrazado a su cintura. Recordó que anoche durmieron juntos, el rubio dándole la espalda. En algún momento de la noche debió haber pasado esto.
Intento remover el brazo del otro lo más delicadamente posible para no despertarlo. No resultó. Pudo ver los ojos azules abrirse y mirarlo con cautela. Una sonrisa, una sonrisa de verdad. El color rojo invadió la cara de Martín.
-Podías haberme despertado.- informó el azabache, aún sin soltarlo-.
-No quería hacerlo-.
-¿Por qué? ¿Verguenza?- preguntó, recibiendo un color mas rojo por respuesta.-No tienes razón para estarlo.- lo soltó al fin-.
-Mejor me voy a bañar- salió de la cama hacia el baño. El contrario sonrió con suficiencia-.
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-Pareces feliz.- comentó el dragón-.
-Lo estoy- dijo sonriendo. Si, estaba feliz por haber dormido junto a Richard Armitage- Dormí bien.
-Esta noche no lo harás. En club abrirá a las 11:00 pm. Saldremos de ahí a las 12:30 o más. Tendrás suficiente tiempo para regresar a tu hotel y cambiarte la ropa de trabajo.-.
-Eso haré sonrió y siguió trabajando. Ese era el día. Es hoy o nunca.
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Mientras el rubio se arreglaba, Richard jugaba con unas traka-traka.
-¿Se ve bien?- le pregunto el ojigris. Llevaba una camisa blanca, un saco elegante en color negro y unos pantalones rojos. El otro se pego en la mano con las tronadoras-.
-Si. Me gusta- se levantó y camino hacia él sobando su mano- Solamente, no me gusta tu peinado- con sus dedos comenzó a peinar al otro, él cual estaba sonrojado por tenerle tan cerca- Listo.
-Bien. Me voy. Espero lograr hacer esto-.
-Lo harás. Ten cuidado. Recuerda lo que te dije, que no te toque ni un pelo.-Su tono serio selló la conversación.
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El club era sumamente elegante. Tenia una barra y una pequeña pista de baile con música en vivo.
-Son ellos- señaló Cumberbatch hacia una esquina. Un hombre con barba y cabello café al lado de uno castaño y con cejas marcadas sentados en unos sillones negros.-Buenas noches. Les presento a mi asistente, Martin Freeman. Martin ellos son Lee Pace y Luke Evans.
-Gusto en conocerlos- saludó a ambos con un apretón de manos.
-Bueno. Comencemos con esto- dijo Lee antes de sentarse.
-Esta bien. El asunto sería este, les estoy ofreciendo una gran oportunidad que nos beneficiaría a ambos...
La charla siguió hasta por fin haber hecho un trato. La asociación de ambas empresas para así poder tener un mayor ingreso monetario.
-Fue un placer hacer negocios con un ustedes- se despidieron-.
-Igualmente.- dijo Luke, él cual se llevo a Lee un tanto apresurado... Seguramente tenían otras cosas que hacer.
-¿Quieres quedarte?. Todavía no he bebido lo suficiente- sonrió el dragón.
-Claro. La noche es joven.
El escritor bebió con un empresario traicionero entre conversaciones, después de que el dragón estuvo lo suficientemente ebrio, este lo llevo a una de las habitaciones del club. Tenía que hacerlo y lo haría, sólo tenía que esperar que se durmiera para poder quetarle los datos. Nada podía ir mal.
Para mala suerte de el ojigris, Benedict tenía planes para esa noche, algunos no muy buenos, pero para su buena suerte, Richard no permitiría eso. No dejaría que tocará a Martin.
Hola, espero que les haya gustado. ¿Pueden sentir el final?, yo si.
quieres leer otra cosa mía deberían tratar con "Los infortunios del Amor", les prometo que no se arrepentirán, sólo metanse a mi perfil y busquenlo, es gratis. :D.

Sí tienen algún comentario, critica, sugerencia, amenaza de muerte o insulto no duden de dejarlo en los comentarios, y sí ya están en eso piquenle a la estrellara sí les gustó, y sí no, también.
Nos leemos luego. Bis bald.

Sí Thorin no hubiera muerto.~Thilbo Baggenshield ~(Yaoi.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora