El rubio, seguía sin poder terminar de asimilar que el azabache sea su admirador, aunque este no lo sepa, decidió indagar más en el asunto. Tenía mucha curiosidad en ello.
-¿Desde cuando te gusta ese autor?- preguntó.
-Un par de meses después de que publicara su primer libro. Ian me lo recomendó,-Tenía que ser él. Se dijo para sí- dijo que seguramente me enamoraría, y así fue. Me he enamorado de este libro- Lástima que sólo del libro... Un momento... ¿Qué?. Necesito dormir. Si, debe ser eso. pensó el ojigris- Te recomiendo que lo leas. Tengo toda su colección en mi apartamento.-añadió con entusiasmo.
-Entonces, ¿Porqué solamente trajiste ése?- el escritor frunció el ceño
-Ya te dije, es mi libro favorito.- respondió encogiéndose de hombros.
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Repasando el plan que se había ideado. El rubio tenia menos de 10 días para lograr arrancarle la empresa a Cumberbatch, entonces, él y Richard regresarían a Londres, pondrían la empresa de nuevo a sus nombres, volverían a Zurich para echar al dragón a la calle, Richard se quedaría con la empresa, su padre le sedería la presidencia de la asociación, y se podía, el escritor seguiría trabajando con él, pero esta vez como su asistente personal. Aunque desde lejos, ya que el de cabello oscuro iría Munich mientras el otro se quedaría en Londres.
El menor pensaba que tenía suerte, pero no se daba cuenta de las cosas que estaban por venir. Sin embargo, también sintió una tremenda tristeza al escuchar que ya no trabajaría con su jefe.
Hoy era su primer día como estafador, el primer día en que Richard podría conseguir una sesión completa, y el primer día para el profanador. Todo estaba listo. Los dados habían sido lanzados y el destino se encargaría de acomodarlos.
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Respiró profundamente antes de entrar a la oficina de Cumberbatch. No supo la sorpresa que se llevaría hasta que lo hizo.
-¿Qué es eso?- preguntó señalando un escritorio trasparente al lado del de el mayor. El otro abrió los ojos y comenzó a explicar.
-Es tu escritorio. Ya que eres mi nuevo ayudante te necesitare lo mas cerca de mí que se pueda, por ende no te puse en otra habitación.-Contesto mirando la pantalla de su computadora- Ahora podremos trabajar de forma más eficiente y organizada
El escritor no añadió nada más, no terminó de creer aquella justificación, pero sólo se dedico a sentarse y acomodar sus cosas en su nuevo espacio, algo que le aprecia estúpido, ya que sólo estaría nueve días ahí. Sin embargo y aunque hizo el mayor esfuerzo posible, no podía concentrarse porqué sentía la mirada del "dragón" sobre él.
-¿Pasa algo?- preguntó al ver que el menor detuvo su trabajo-.
-No estoy acostumbrado a que me miren- Contestó ocultando el temblor es sus manos-.
-Lo siento, pero es muy entretenido ver como trabajas. Acabo de entender el motivo por el que Armitage intentó ligarte- se escudó con un un tono encantador. El rubio sintió como su espina dorsal era sacudida por una corriente de incomodidad-.
Pese a esto, él ojigris decidió no seguir hablando del tema y concentrarse de nuevo. Iban a ser días muy largos.
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A diferencia de Richard Cumberbatch le dejaba una mayor carga de trabajo. A diferencia de Richard, Cumberbatch no le hacía reír con los insultos que le decía a la gente que le caía mal (Casi toda), y éste ni siquiera insultaba a la gente ni le ponía apodos (en Armitage todos tenían apodos por parte de Richard, hasta el conserje) A diferencia de Richard, Cumberbatch no decía maldiciones, ni subía los pies al escritorio cuando era la hora del almuerzo, éste ni siquiera lo había invitado a comer como el ojizarco lo hacia.
Y no. Era obvio que no. No decía esto porqué que extrañara al azabache, porqué quisiera su compañía y se pusiera a comparar todo con él. Y si. Aún así iría a comer al hotel en donde se hospedaban con la escusa de que no conocía ningún lugar, pero no era porqué necesitara de su compañía; No era un chico de instituto enamorado de su profesor de historia. Y no. No estaba en estado de negación.
-¿Qué éstas haciendo aquí?- cuestionó el azabache cuando el rubio entraba en la habitación- Pensé que Comerías con él- añadió con cierto deje de odio en "él'' mientras ponía los ojos en blanco-.
-No. No lo hice. Parece que los jefes normales no invitan a sus asistentes a comer, ni los retan a aguantar la respiración por dos minutos- contestó-.
-Que aburrido. Pero resulta que tú eres mi secretaria y no mi asistente- dijo haciendo un gesto que le hacia parecer un niño- Podemos pedir pastel, Srita. Freeman.- ofreció bromeando-.
-¿Pastel de almuerzo?- preguntó-.
-Hay de chocolate alemán- sonrio convicente.
-Yo llamo- indicó tan rápido como el otro terminó de hablar-.
Pasaron los siguientes cuarenta minutos comiendo el postre con café y galletas. Así era la vida con Richard, algo extraña pero cómoda. Así era la vida con Martín, dulce pero no empalagaba demasiado.
Todas las piezas estaban encajando lentamente en el juego de Ian, ya lo había planeado todo.
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A las tres de la tarde, Martín volvió a la oficina. Hizo una mueca al sentir esa incomodidad de vuelta a él.
El día siguió tranquilo. El trabajo era duro, pero el rubio lo supo llevar bien. Salió del trabajo a las 11pm, después de un grito ahogado cuándo el dragón se posó detrás de él y le rodeó con sus brazos. Un par de muecas al sentir las miradas del mayor y un temblor en las manos que lo acompañó casi todo el tiempo.
Se sentía tan feliz al volver al hotel. Esta felicidad disminuyó un poco al notar que el ojizarco no estaba. Tal vez salio a cenar... A las 12pm... Eso de seguro era normal para él siendo tan extraño.
Una hora. Ninguna noticia. Dos horas. ¿Dónde carajos estas, Richard?. Tres horas. ¿Le habrá pasado algo?. Cuatro horas .Llevo cuatro horas sentado en mi cama. Cinco horas. ¿Por qué no ha llamado?. Se había quedado dormido veinte minutos y despertado. Tengo que ir a buscarlo. Necesitó saber donde esta. Dijo a la media hora.
Salió lo más rápido que pudo hacia la calle. Caminó durante media hora. Preguntaba a la recién despierta Zurich. Preguntó a todos y hasta su foto mostró. Diez minutos mas tarde, una persona le dijo lo que deseaba.
Se encaminó hacia un bar de la ciudad, justo cuando estaba apunto de entrar, un tipo, hombre de unos cuarenta años con extrema delgadez se abalanzó sobre él. Susurraba cosas, cosas como que había perdido su precioso, Martin intentaba quitárselo de encima, pero el hombre era bastante fuerte. Al fin, el hombre se canso y comenzó a correr a otra dirección. Al pararse se sacudió la ropa. Cuando estaba por entrar observo bajo unos periódicos y un poco de basura un objeto de color dorado que le llamaba. Instintivamente lo tomó, a pesar de la suciedad que ahí había. Era simplemente hermoso, se lo guardó en un bolsillo y entró al bar, olvidándose de lo ocurrido.
-¡¿Richard?!- gritó, entrando a aquel bar.-¡Rich...- se detuvo al notar al azabache.
Sentado en un banco rojo. Con la cara tapada con sus brazos. Una botella a lado de el y un vaso en su mano.
-Oh dios. Te he estado buscando- al intentar despertarlo, este no lo hacía.
¡Dormido!. Estaba plácidamente dormido mientras el se desveló por la preocupación. Había perdido toda una noche de sueño por esto.
Llamó a un taxi. Colocó al azabache para que se recargara en su hombro. Gracias a Ford que el cantinero se apiadó de él y le ayudó. Lo metieron en el taxi. Le dio la dirección y emprendieron hacia el hotel.
-Eres un hombre muy bonito- dijo el ebrio ojizarco acariciándole la mejilla- tu piel es muy suave-.
Martin intentaba ignorarlo, pero no podía, y esto se podía notar en su sonrojo.
-tu cabello también es bonito- añadió arrastrando las palabras- Te compraré un vestido y una peluca. Te sentarían muy bien- dijo antes de volver a quedarse dormido.
Dos minutos después.
-Yo tuve una novia. Era hermosa. Tenia los ojos y el cabello del mismo color que tú. Pero me gustas más tú.- añadió con una sonrisa.
Suficiente. Necesitaba salir de ese vehículo o se desmayaría. Tenia las mejillas bañada en rojo. El corazón le latía a mil por hora. Y para colmo:
El ojizarco se le acerco bastante, demasiado, mucho para su salud cardiaca. Se fue inclinando lentamente hacia su boca. Inconscientemente, el ojigris también lo hizo. Estaban a punto de besarse. Sólo un centímetro mas. Uno más
-Hemos llegado- dijo el taxista. Él cual se sintió incomodo al ver el espejo retrovisor.-
-Ah. Si.- dijo inclinado se hacia atrás y haciendo que el azabache terminara cayendo en su regazo, este comenzó a murmurar haciendo incomodar más al escritor.
-¿Necesita ayuda con eso?- preguntó el conductor-.
-Eh... no. No. Puedo hacerlo solo.- miro hacia abajo. Que posición tan... Incomoda-Richard. Richard levantate. No soy tan fuerte como para cargarte-.
-Entonces arrastrame- murmuro con la boca pegada a la pierna del rubio. Una corriente le atravesó.
-No estoy bromeando. Levantate o te dejaré en el taxi- amenazó-.
-Lo haré con una condición- otro escalofrío.
-¿Cuál?- trago en seco-.
-Te lo diré arriba- respondió
El ojizarco se levantó lentamente. Martin salió del automóvil seguido por él. Como aun estaba mareado tuvo que recargarse en el hombro del menor. Esto fue una molestia a la hora de pagarle al chofer, quien los miro extraño, no sólo por la escenita que habían montado, sino también por la despedida tan alegre que le dio el azabache, quien prácticamente había besado la mejilla de aquel hombre y le dijo que lo extrañaría.
Subieron en el elevador mientras el ojizarco iba cantando. Desde ese día comenzaría el secretario a odiar la macarena. Tuvo que callarlo varias veces para no molestar a los demás huéspedes. El mayor sufrió de una caída al entrar a la habitación y despedirse del apoyó que le proporcionaba el contrario.
- Te resfiaras si duermes en el suelo- regañó en voz baja-.
-Entonces ayudame- dijo extendiendo su mano. El ojigris la tomó, pero en lugar de que otro se levantará, lo tiro hacia abajo haciendo que cayera sobre él.
-Buenos días- saludo el otro con una sonrisa- No te levantes- dijo cuando el otro hizo el amago. El corazón del rubio latía fuertemente. Podía sentir el aliento del otro.-Esta es la condición- en un segundo el azabache cambio de posición para quedarse arriba del menor-.
-¿Q-qué éstas haciendo?- preguntó sintiéndose nervioso, mas no de mala manera como con Benedict-.
-Haré que cumplas la condición- se fue acercando a la boca del escritor. Cerró los ojos, y no sabia porque, pero el menor lo estaba haciendo, puso esa mueca en su boca, espero el toque, que por fin llegará; pero solamente sintió un golpe en el hombro. Maldito sea el alcohol y sus efectos secundarios.
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La oficina estaba calmada. No. No le gustaba eso. El silencio lo hacia recordad la noche anterior. ¿En qué rayos estaba pensando?. Casi se deja llevar por ese sentimiento, por la cara del otro. Aunque no lo aceptará, sabia que el deseo le había invadido. Sí Richard no se hubiera dormido y hubieran llegado a más, seguramente la mañana habría sido un completo caos. ¿Se lo estaba imaginando?. Había algo mal en él. No era gay ¿verdad?. Pero aun que lo fuera el azabache ha sido el único que lo ha hecho sentir así.
Podía sentir el sudor cubrir su frente, la cara roja, la misma electricidad al imaginarse y alternar esos recuerdos. Estaba haciendo mal, lo estaba y tenía conciencia de ello. En su mente, deseaba que el mayor no se acordará de nada.
-¿hola? Tierra llamando a Martín- el rubio se dio cuenta de que en dragón estaba mirándolo y pasando una mano frente a sus ojos- Que bien que ya despertaste. Estaba empezando a preocuparme-.
-Lo siento. Sólo estaba...-imaginando que beso a mi jefe- pensando.
-¿Se puede saber en qué?- preguntó caminando y siendo seguido por el menor-.
-Es sobre mi compañero de piso. Creo que podría enojarse conmigo- dijo rascandose la nuca-.
-Deberías hablar con él. Y si eso no funciona, conozco un sicario que te ayudaría mucho.- El rubio río al percatarse de que era una broma. Aun así, extrañaba el humor del ojizarco, por que él de este era bastante extraño.
La mañana siguió su curso. Trabajo por aquí, nervios por allá. En la hora del almuerzo el ojigris recibió una invitacion-.
-Bueno. Es hora de comer. ¿Tienes planes? Conozco un restaurante brasileño con comida exquisita.
-Lo siento. Tendrá que ser otro día. Tengo que arreglar un asuntito- Sí Richard no se enojo por lo de anoche, se enojara por esto. -Podríamos ir mañana.- se excusó.
-Esta bien. Mañana sera.-sonrió de lado-.
Un taxi. La señorita de la recepción y su coqueta sonrisa. Un bebe llorando en el elevador. La llave cayéndose en el Lumbral. El ojizarco abriéndole la puerta y el ojigris agachado recogiendo la llave.
-¿Qué éstas haciendo?- preguntó.
-Mi llave cayó al suelo- una sonrisa como disculpa. El azabache parpadio varias veces y entró de nuevo.
-¿Hoy tampoco te invito a comer?-.
-Hoy si.
-Entonces ¿Por qué éstas aquí?- .
-Quería saber como seguía tu resaca- dijo alzando los hombros-.
-Bien. Pero tengo una duda- el escritor trago en seco- ¿Tú me quitaste los pantalones?.
- No- dijo al ipso- A los diez minutos de llegar te levantaste del suelo y te comenzaste a desnudar. Tuve que detenerte.- Mentiroso- Estabas comenzando a deshacerte de tus boxers. -Por no decir que se los querías quitar tú.
Maldita conciencia, callate de una buena vez.
Nope. Te molestarse cada vez que quieras besar a ru jefe, osea cada cinco minutos.
-Me conformo con no haber saltado por la ventana dijo sin darle mayor importancia sacándolo de sus pensamientos-.
-¿No recuerdas nada de anoche?- preguntó intentando parecer casual.
-No. Siento haberte mantenido despierto hasta tarde.
-No importa.
-Si. Si lo hace. Te obligue a buscarme y desvelarte a pesar de saber que tenías que ir a trabajar.
-No sabías que iría por ti
-Debí haberlo imaginado. En fin. ¿Quieres comer?.
-Claro. Pero esta vez algo que si sea comida.
-Pide lo que quieras.
-¿Y tú?
-Yo no comeré. No tengo hambre.
Al escritor se le hizo extraño. No lo había visto comer mas de una comida. Un almuerzo de pastel de chocolate en dos días.
-¿Has estado comiendo?- preguntó cuando su pedido llego.
-Si. Comí algo en la mañana-Mentiroso- un sándwich de pavo.
¿Quien demonios eres?.
Tu conciencia.
¿Eso existe?.
Si, pero nunca nos han presentado.
Con razón.
-Esta bien.-el rubio estaba comenzando a comer y Richard acabando su platica interna.
No lo había hecho. No había comido y el rubio estaba seguro. En allí comiendo mientras el mayor lo miraba desde la cama, leyendo el estúpido libro que el había escrito. El vaso comenzaba a llenarse. Falta de apetito.
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-¿Arreglaste las cosas con tu compañero?- preguntó el dragón.
-Si. Parece que fue un malentendido de mi parte.
-Dentro de dos días iremos a un club. A las 12:00 am. Será para promover un negocio que tengo planeado. Tu también deberás ir.
Oh. Richard. Todo lo que tengo que hacer por ti.
Un enorme sacrificio.
Vete de aquí.
-Si. Claro. ¿Debo ir vestido con algo en especial?-.
-Ve lo mas casual que puedas. Que no parezca que eres un empleado. Sobretodo, bebe y disfruta.
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≈∞≈Llamada telefónica ≈∞≈
-¿De verdad?- preguntó el ojizarco-.
-Claro. Iré ahí. Con suerte se emborrache y pueda sacar provecho.
-Eso es grandioso. Podríamos irnos antes de los planeado. Pero no bebas mucho, te lo digo por experiencia.
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El trabajo con regularidad. Las preguntas del mayor empezaron a intensificarse. Parecía querer algo. El sudor de sus manos haciendo que se le resbalasen las cosas.
La jornada había acabado, mas no lo hizo el sentimiento de persecución.
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Tenía siete años. Estaba confundido. Le habían obligado a ponerse ese traje, a quedarse quieto, a saludar a todos y a no hablar. No sabia que estaba haciendo ahí. Sólo tenia siete años. Él no debía estar rodeado de tanta gente adulta. De repente todo cobró sentido.
¿Por qué tía Verónica?. La piel blanca y pálida a la que las venas azules traspasaban. Los ojos cerrados y una mueca en la boca. Los algodones en los oídos y la nariz. Se veía tan... Pacífica, como si por fin hubiera descansado. Por fin había alcanzado la paz que en este lugar era efímera.
-¿Qué estas haciendo papá?-preguntó el delgado niño rubio-.
-Shhhh. Te enseñare un pequeño juego, pero no debes decirle a nadie, en especial a tu madre.
-Duele. No me gusta este juego.
-Callate. Jugaremos lo que yo te diga.- el peso del hombre enzima suyo-.
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El sudor en su frente. La dificultad al respirar. La oscuridad del cuarto lo rodeaban. Unos ojos azules lo sacaron de sus pensamientos.
-¿Una pesadilla?-preguntó el ojizarco recargado en la pared, justo enfrente de la cama.
-Jesús. ¿Cuánto tiempo llevas ahí?. Te he dicho mil veces que no asustes así a la gente- dijo recuperando el aliento.
-Llevó despierto toda la noche. Te he estado observando por dos horas.
-Dios. Pareces un acosador.-
-Si. No me importa acosarte. Tú serías la primera persona a la que acosaría. Me pareces interesante- bebió el liquido de una botella que sostenía en su mano derecha- Aún no has respondido a mi pregunta- Martin vio la botella - Sólo es soda. No quiero emborracharme hoy-.
-Si. Fue una pesadilla.- vio directamente a los ojos del otro- ¿Por qué espías a la gente mientras duerme?.
-No espío a toda la gente. Solamente a ti, y a mi madre cuando estaba viva. Tenía... Una enfermedad, así que me quedaba a cuidarla la mayoría de la noche.
-¿Que tenía?- el ojizarco bajo la mirada- Oh. Lo siento. No debí preguntar. Soy un...
-Depresión. Estaba deprimida. No podía dejar que...-su voz se quebró-.
-Mi padre. La pesadilla fue sobre mi padre- el azabache volvió a mirarlo- Él... Hacia cosas malas... Conmigo y no podía hacer nada.
El silencio lleno na habitación. No un silencio incomodo ni triste, uno de compresión, uno que te hacia sentir cálido.
Dos personas revelaron algo que pensaron jamás decirle a nadie esa noche. La relación había avanzado más puntos. El vaso se lleno más. Insomnio.
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-Los archivos. Tienes fotos.-dijo el profanador-.
-Entonces. ¿Es cómo yo pensaba?- tomó los papeles.
-Abrelos.
La carcajada llenó la oficina- te pagaré de inmediato. Me equivoqué. Este hombre es más listo de lo que pensé.
-¿De qué hablas?. No hay pruebas que relacionen a Martín Freeman con Richard Armitage. El hombre al que esta ayudando podría ser cualquiera.
-Este hombre es Richard Armitage. Reconocería esa espalda donde fuera.
-Creo que deberías esperar más.
-El tiempo ya no importa. Aún así mantendré un ojo sobre él.
-¿Yo soy ese ojo?
-Claro. Esto sera más divertido de lo que pensé- sonrió dejando ver sus dientes-.
Hola. Después de mas de tres semanas he actualizado. Soy una persona mala, lo sé.
Para compensarlas subiré un minicapitulo el jueves de la siguiente semana (o antes) sobre la vida de Richard y Martin durante esos dos meces de trabajo, e incluire algunas otras cosas.
Sí tienen algún comentario, critica, sugerencia, amenaza de muerte o insulto no duden de dejarlo en los comentarios, y sí ya están en eso piquenle a la estrellara sí les gustó, y sí no, también.
Nos leemos luego. Bis bald.
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Sí Thorin no hubiera muerto.~Thilbo Baggenshield ~(Yaoi.)
FanfikceEste es un pequeño fanfic sobre lo que, según yo, habría pasado si Thorin no hubiera muerto en la guerra. Si les interesa pasen y lean. Los dos primeros capítulos son la pequeña historia, el tercero es el lemon. El cuarto es el "Quinto Aniversario"...