~•~Pov Braune~•~
Éstas son las cosas por las que ambos chicos han tenido que pasar. Estos son los sentimientos más profundos que llegaron a sentir. Ambos son tan diferentes pero tan compatibles que son la pareja perfecta y deben de estar juntos por el resto de sus vidas, o eso es lo que pienso yo. Hay una persona que piensa casi lo mismo. Él piensa que son perfectos el uno para el otro, pero él cree que debe matar a alguien para así matar al otro por dentro y librarse de ambos. Él cree que un sicario será perfecto para eso, y que esta noche también lo será. Una llamada y estará todo listo. Que empiece la función, por que el capítulo final está aquí.
Mientras Martin le pagaba al taxi que los había llevado del hospital a su casa, Richard salía lentamente de este. Con el cuerpo cansado y los brazos y piernas pesadas, bajó lentamente y se paró al lado de el ojigris, quien se notaba que seguía enojado por la forma en la que caminaba tan rápido. Debido al agotamiento de no dormir por casi veinte horas, al ojizarco le costó trabajo alcanzarlo, sino hubiera sido por que se detuvo en el ascensor.
-¿Estas bien? - preguntó el azabache. No le gustaba esto.
-Sí. Sólo preocupante de no hacer nada estúpido mientras no estoy-. contestó el otro algo indiferente. No le gustaba esto. No le gustaba ver a Martin tan seco, distante y cortante con él. Extrañaba enteramente al Martin que le sonreía y se reía de sus chistes verdes.
-No tienes porque estar a la defensiva conmigo-. el elevador se cerró.
-No estoy a la defensiva, pero tampoco estoy muy feliz contigo-.dijo el menor con cierto tono de reproche. Richard no aguantaba más. El espacio reducido y estar con la persona que amas y creías haber perdido producían estragos en él. Al pasar de tres pisos, el azabache se acercó lentamente al rubio, este lo notó pero fingió que no lo hacía.
-Sabes que no puedes sólo fingir que no existo. Yo sé cuando lo haces, porque puedo notar como te ruborizas, y no aguanto verte así. - Se acercó y lo tomó por la barbilla. Lo empujó contra el elevador mientras aun sostenía su cara. Los ojos del más bajo se abrieron inconscientemente. El mayor se acercó lentamente mientras pasaba su pulgar por los labios del contrario. La distancia se acortó y él ojizarco se apoderó de los labios del menor, besándolos apasionadamente y con fervor. El rubio soltó un gemido al sentir la rodilla del otro en su entrepierna.
- Espera.-. dijo intentando alejar al contrario-.Estamos en un elevador.
-¿Y?- preguntó el empresario sin apartarse.
-Alguien puede vernos.- dijo el otro poniéndose carmesí.
-Dejame decirte que a mí no me importa que me vean besandote.
-Pero...- las palabras del otro fueron interrumpidas al escuchar el elevador detenerse en un piso que no era el suyo (y como a Braune le gusta jugar con la lujuria de Richard), y ver abrirse la puerta. Una mujer alta y rechoncha se metió con el que parecía ser su hijo, y esta se paro enfrente de la puerta. El niño, el cual era bastante mono y de no más de tres años, se zafó del agarre de su madre, se volteo hacia Richard y le sonrió mientras le saludaba con su pequeña mano. En azabache no ocultó su sonrisa y saludó de vuelta. El pequeño mostró sus dientes y camino hasta él.
-Hola- dijo, aunque más que como "hola", sonó como "oa".
-Hola- dijo el ojizarco agachándose en el elevador. Le extendió la mano en un saludó algo formal y en niño la estrechó. Martin estaba concentrado en esa escena, Richard Armitage, el tipo que lo espiaba mientras dormía, que prefería mojarse que sacar su paraguas, que se burlaba se cualquiera con su humor negro, estaba tan sonriente y alegre con sólo tomar la mano de un niño pequeño. Martín decía para sus adentros que jamás hubiera pensado, ni en un mundo alterno, que se llevará también con los niños.
-¿Cómo te llamas?- preguntó el niño con su vocesita
-Richard- le dijo.
-¿Y él?- señaló a Martin.
-Él es Martin- se acercó a su oído- y quiero saber sí quiere un beso.- el niño rió-. ¿Podrías preguntarle?
El niño caminó con Martin y sin ningún tapujo le dijo en voz alta.: "Dice que si quieres un beso".
La cara del ojigris fue un poema.
-Oh. Vamos Leonardo.- dijo la mujer tomando el brazo del niñito.- Di adiós- dijo la mujer y el pequeño lo hizo, agitó su mano mientras decía "ay", (por "bay") para Richard.
- No creas que te me espacaras.- dijo el azabache una vez que se cerró na puerta. Sí Martín había tenido una sonrisa, ahora estaba oculta bajo un color escarlata.
Al entrar a la habitación, el ojizarco cerró la puerta y se recargó en ella. Martin tragó en seco.
-Ven aquí- dijo el azabache sentándose en la orilla de la cama. El rubio caminó lentamente hacía él. Richard lo jaló y término encima de el menor.- Hay tan poco tiempo.- dijo para su decepción- y tantas cosas que quiero...- se vio interrumpido por un beso del más chico. Martin enredó sus brazos en le cuello del más alto. Mientras se besaban se movían a un ritmo. Las lenguas jugueteaban y las manos de Richard buscaban acceso a la piel del otro. El rubio se sorprendió al sentir una mano llegando a su cinturón, al darse cuenta ya tenia el abdomen descubierto. El ojizarco busco desabrochar el pantalón del otro para después ingresar su mano dentro de los pantalones del otro. Por instinto, Martín alzó sus caderas para tener un mayor toque mientras soltaba varios jadeos. (Y otra vez Braune a interrumpir).
El teléfono de Martín comenzó a sonar en su bolsillo- La cita-. dijo saliendo se su trance y tomando su teléfono. Contestó mientras el empresario lo miró con cara de decepción.
-¿Hola?-
-Buenas noches Sr. Freeman. Su transporte esta esperándolo- dijo la voz de el dragón que le heló los huesos. El escritor miró al otro disculpándose. Ambos se separaron y Martín se arregló la ropa.
-Saldré en un momento- dijo colgando y voltandose hacia el azabache- Tengo que irme.
-Espera.-dijo el mayor. - Te acompañaré. Iré a unos metros de distancia.
-No es necesario- dijo tomando su chaqueta.-Además el doctor dijo que tenías que descansar.
-Claro que lo es. No quiero te vuelva a tocar- replicó con tono posesivo.-No descansaré hasta saber sí estas bien.
-Okey. Puedes venir- se resignó y salió de la habitación. Cuando Richard se obsecaba en su decisión nadie podía hacerlo cambiar de opinión.
La calle estaba comenzando a ser manchada por las gotas de lluvia que estaban comenzando a caer. Martín iba cubriéndose con el gorro de su chaqueta. Miró el automóvil que estaba en frente de él, un lujoso auto negro. Se introdujo en ese auto y observo la barrera que lo separaba del chófer. El plástico negro le daba algo de desconfianza. Intentó relajarse en ese frío espacio recordando que Richard lo seguía de cerca.
Unos cuantos metros atrás de Martin, el ojizarco tomó un taxi y pidió que siguieran ese coche, lo cual se sintió bien en extremo, siempre quiso hacer eso. ... Ya saben: "Siga ese auto". Estaba ansioso al pasar varias calles y sentir una extraña familiaridad. Aunque las casas lucían distintas, podía sentir recuerdos vagos, de los que parece que tú inventaste y no puedes juzgar como enteramente reales.
Las fachadas de cada hogar eran elegantes y espaciosas, dignas de cualquier magnate. La lluvia le añadía cierta nostalgia que sólo ella puede dar.
Mientras el escritor movía sus dedos nerviosamente y deseaba tener al lado a su jefe, el empresario utilizaba una cara de póquer para ocultar su preocupación hacia su secretaria.
Pasaron cerca de veinte minutos en los que el tráfico fue inexistente al igual que la tranquilidad. Martín se bajo en cuanto el vehículo se detuvo. El edificio al que lo habían llevado parecía a punto de demoler, el concreto se caía con tan sólo respirar cerca de él, a pesar de que los cimientos y demás se veían bien. El viento frío lo cubrió de lleno y tuvo que aferrarse al poco calor que le quedaba en los huesos. Camino hasta la entrada de madera.
El azabache se bajo segundos después de que el anterior auto desapareciera de su vista. Imágenes le invadieron la mente junto con varios sentimientos, entre ellos, el más destacado fue la angustia, de esa que te oprime el corazón. Las paredes estaban casi sin pintura, y la que había era de un color amarillento y con humedad en el suelo. No evitó el instinto de pasar su mano para tocar aquel edificio en ese lago pasillo. Las películas de terror no se comparaban con eso, pues recordó perfectamente que era ese lugar.
El ojigris llego hasta el segundo piso, donde el conductor le indicó, y entro en una habitación bastante espaciosa. La cama y los muebles estaban en total deterioro. El piso de madera rechinaba bajo él y producía un sonido horrible. ¿Por qué estoy aquí?, se preguntó mirando la cama. Escuchó la madera detrás de él y dio media vuelta. Para su mala suerte, no era quien esperaba, o tal vez si. El hombre de cabello negro, alto, pálido y con ojos de dragón le sonrió.
-Sientate. Tenemos mucho de que hablar. -La puerta se cerró gracias a un hombre parado con la cabeza rapada. Martin se sentó de inmediato -Te lo presentó. Él es el profanador. Jamás has oído sobre él, pero fue el hombre que mató al abuelo de Richard, que su apariencia joven y fuerte no te engañen, tiene mucha experiencia.- el pecho de el rubio se estremeció al escuchar ese nombre, Richard.- Oh no te preocupes por él. Estará casi entero para el final de esta noche. Tendrás el gusto de verlo morir y de que la última cosa que él vea sea a ti.
Martin se removió en su asiento.
-Sabes, la primera idea que me vino a la cabeza fue matarte a ti, pero al final me arrepentí. Decidí que sería mejor sí lo mataba a él. Se ha hecho prácticamente indestructible en cuanto a sentimientos, a sufrido tanto que ya no lo afectaría. Y por otra parte, quise ser amable y acabar con tu vulgar vida de una buena vez, pero decidí hacerte sufrir. Lamento tener que decir que te tocara verlo morir. Me molesta que lo ames.- Martin estaba comenzando a pensar y hacer cálculos para su escape.- Al principio no entendía como te habías podido enamorar tan rápido, luego me di cuenta de que era porque no lo conocías como yo. Eso no es amor verdadero
-Tú no lo conoces. Y claro que lo hago- dijo defendiendo varias cosas a la vez, a él, a Richard y a los sentimientos que sentía por ese último.
El dragón soltó una risa. -Lo conozco más de lo que tú llegarás a hacerlo algún día. Lo he estado observando día y noche. Se cuantas veces a tenido una sobredosis, cuantas veces a leído la nota que le dejo su madre. También se cuantas veces quiso escapar de casa y con cuantas mujeres se ha acostado. Sé todo de él desde hace mucho tiempo-. Martin abrió los ojos, y miró disimuladamente la ventana.- El porqué de que estés aquí sólo lo entendemos él y yo, pero tú eres mi carnada, y yo normalmente no mato a la carnada, solamente le rompo el cuello a la presa.- dijo sonriendo y mostrando sus dientes.
Era el momento. Mientras Cumberbatch se volteó hacia el profanador, Martin tomó esa distracción y corrió hacía la ventana con el vidrio hecho prácticamente pedazos. Salió y comenzó a caminar sobre uno de los relieves del edificio y sujetándose de otro. Ni en su imaginación pudo verse algún día haciendo lo que hoy estaba haciendo. Eludiendose a no mirar a abajo, llegó hasta dos habitaciones más allá.
En la otra habitación, el profanador había sido mandado a encontrar a Richard mientras Benedict esperaba a que lo trajera.
Martin, al estar ya en la puerta de aquella habitación, salio al pasillo y corrió hacia las escaleras. Parado frente a un cuadro despintado y con la mirada pérdida, estaba el azabache. Aquella pintura tenía la sombra de una mujer tocando el violonchelo al lado de un piano. Seguramente en su época, la pintura era de una mujer de pelo negro y ojos azules.
-Richard- dijo el ojigris acercándose- Tenemos que irnos ahora, no podemos permanecer más tiempo aquí.
-Es mi madre- dijo concentrado en la pintura.- Esta aquí desde hace veintidós años.
-Richard- dijo con un tono más alto de voz.- Vámonos de aquí ahora.
El ojizarco volteó hacia Martin, lo miró unos momentos para después asentir y empezar a buscar la salida.
Mientras corrían de una forma desesperada, se encontraron con la puerta de las escaleras.
-Sube- dijo el ojizarco- Sube y te daré tiempo, puedes llamar a la policía.
-¿Piensas quedarte aquí?- exclamó el ojigris- No puedo dejarte solo.
-Sí llamas a alguien para que nos ayude estaré bien. Ahora ha...- las palabras del azabche fueron arrancadas cuando el profanador apareció de repente por el pasillo. Ambos tomaron las escaleras y cerraron la puerta tras ellos. Mientras las subían, desde el otro lado de la puerta, se podían escuchar los golpes que el profanador ocupaba para abrir la puerta.
-Martín- dijo Richard halándolo hacia otra puerta.- Quedate en una de estas habitaciones, yo seguiré subiendo. Tendré que detener al hombre- dijo una vez en el pasillo.
-No quiero dejarte solo.
-Y yo no quiero que nada te pase. Te diré algo: no importa cuantos golpes reciba, no importa si me apuñalan o incluso sí muero, sí estas a salvo, todas y cada una de esas cosas vale la pena, y no puedes evitar que las haga.- replicó poniendo las manos sobre los hombros del más bajo.-Y lo haré porqué te amo.
El rubio quedo paralizado por aquellas palabras, que sí bien no era el momento para decirlas, le alegraba oírlas. Quedó tan paralizado que no notó cuando el otro se fue y comenzó a subir.
Mientras subía hacia la azotea, podía escuchar como el profanador lo seguía de cerca y casi lo alcanzaba. A cada paso que daba sentía la adrenalina llegando a su cerebro y acaparando sus sentidos, pero no lo distraían de su propósito. Cada quien tenia una meta. El profanador matarlo, Martín llamar a la policía y ayudar a Richard, y este último, proteger y mantener a salvo a su secretaria.
Tomando el teléfono y marcando al 118, el ojigris deseaba que Richard estuviera bien. La voz de una mujer atendió.
-Departamento policial de Zurich. ¿Cual es su emergencia?.
Las manos le temblaban y sudaban dificultándole sostener el teléfono.
-En estoy en un edificio abandonado, a treinta kilómetros del río Limmat. Un hombre quiere matar a mi jefe...- la llamada se cortó debido a que el rubio escuchó un estruendo en el techo. Un disparo, fue lo primero que pensó. Corrió para subir hacia el origen del ruido...
Hola. ¿Les gustó la primera parte del final?. Esto es solo una pequeña parte del final total. La segunda parte estará el lunes.
No olvides que subiré también dos o tres episodios extra.
Sí quieren leer otro fanfic podrían tratar con «Los infortunios del amor», les aseguro que no se arrepentirán.
Sí tienen algún comentario, critica, sugerencia, amenaza de muerte o insulto no duden de dejarlo en los comentarios, y sí ya están en eso piquenle a la estrellita sí les gustó, y sí no, también.
Nos leemos luego. Bis bald.
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Sí Thorin no hubiera muerto.~Thilbo Baggenshield ~(Yaoi.)
Fiksi PenggemarEste es un pequeño fanfic sobre lo que, según yo, habría pasado si Thorin no hubiera muerto en la guerra. Si les interesa pasen y lean. Los dos primeros capítulos son la pequeña historia, el tercero es el lemon. El cuarto es el "Quinto Aniversario"...