Capítulo 3.

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Capitulo 3.

Debido al tiempo que transcurrió muy rápido, las pequeñas ponys no notaron cuándo se ocultó el sol. 

Sus padres llegarían en cualquier momento, y si no se apresuraban, serían castigadas.

Maud devoró sus caramelos de rocas y limpió la cocina. 

Pinkamena se quedó dormida en el pequeño y polvoriento sofá de la sala.

La hermana mayor terminó de limpiar el desastre, miró por la ventana: Sus padres habían llegado del pueblo. Maud corrió hacia su hermanita.

-¡Pinkamena, Pinkamena!-repitió su nombre de la potranca mientras la sacudía- ¡Despierta, rápido! ¡Llegaron nuestros padres!

Pinkamena apenas y sí podía mantenerse con los ojos abiertos, pero consiguió levantarse.

-¡Vámonos, vámonos!- La jaló su hermana mayor incitándola a subir las escaleras.

La hermana mayor corrió a las escaleras seguida de la menor.

 Una vez que Maud había llegado al final de las escaleras, corrió a su habitación. La pequeña potranca rosa iba a hacer lo mismo, pero su hermana se lo impidió: Limestone.

-¡Hey, suéltame!-forcejó la potranca rosa, intentándose soltarse de su hermana.

-¡Oh, claro que no! Serás castigada- Ella rió y la bajó a la fuerza.

-¡¿Qué haces?! ¡Ya basta!

Limestone empujó violentamente a su hermana, quién cayó por las escaleras.

Al llegar rodando al último escalón, sus padres entraron a la morada.

Limestone reía a carcajadas. 

Su padre miró furioso a la potranca rosa pastel.

(...)

-¡¿Quieres parar?! ¡La estas lastimando! –gritaba la madre a su esposo sin corazón.

El hombre no paraba de insultar y golpear a la pequeña.

La madre de la potranca, harta de la actitud violenta de su esposo, se interpuso entre él y la niña.

El cuerpo de Pinkamena no le respondía; se sentía rota, tanto física como emocional. 

-¡Basta! Esta es la últim...-La mujer no terminó la frase, ya que su esposo la interrumpió con una bofetada en el rostro.

-¡Ella es un maldito error, no la defiendas! –Empujó a la potranca de piel rosa a un lado-¡Estas castigada, a dormir en el granero!-Le gritó el padre a la pequeña.

Pinkamena no lo pensó dos veces, y con la poca fuerza que le quedaba, corrió fuera de la morada hacia el granero. 

 Con cada paso rápido que daba, sentía que algo en su interior se rompía poco a poco hasta hacerse pedazos. 

Ella no lo entendía, ya que los sentimientos no era algo común en su familia; pero por muy raro que le sonase sintió la furia, dolor, tristeza, amargura, miedo y desagrado hacia su padre.

 Él la había lastimado numerosas veces, pero ella se rehusaba a hacer algo al respecto.

La pequeña pony se tiró sobre el heno y tomó aire, ya que ella sentía que le faltaba respirar. 

Ella sollozó en silencio.

La luz de la bella luna entraba por la ventana de madera.

 Se levantó y caminó alrededor del heno esparcido por el suelo, preguntándose si su triste vida cambiaría en algún momento. 

Ella necesitaba a su hermana, Maud, la única con que podía hablar; aunque normalmente se guardaba lo que sentía, pero este no era el caso, en verdad necesitaba a alguien.

-Oh, rayos...-Murmuró la pequeña, antes de caer al suelo con un terrible dolor de cabeza- Gracias, estúpido padre.-Dijo con sarcasmo mientras se tapaba las orejas para que se le pasase el dolor.

Era insoportable el sufrimiento.

 No cesaba y se volvía más fuerte; calculando la hora, eran como las 11 de la noche. Pinkamena estaba cansada, pero el dolor de cabeza no la dejaba dormir. La pequeña potranca se acomodó en el heno, respiró hondo y cerró los ojos.

(...)

Esa noche, la potranca tuvo pesadillas.

Soñó que se encontraba en su habitación, pero algo había cambiado.

No sólo Pinkamena era más delgada y alta, también estaba llena de rasguños y cortadas.

 Ella, asustada, miró a todos lados buscando una salida; la puerta y las ventanas estaban trabadas con madera clavada en la pared... Hablando de pared: Las paredes tenían rasguños, sangre y marcas de golpes con pesuñas.

 Las almohadas, cortinas y sábanas estaban rasgadas por la mitad, la otra mitad de aquellas cosas se encontraba bajo la mesita de la máquina de coser.

 El aire era frío, y la habitación era prácticamente oscura; las muñecas viejas estaban regadas por todo el suelo del lugar, sin cabeza ni piernas ni brazos... ¿Quién haría algo así?

La pony rosada, trató de moverse, pero notó que sus pesuñas estaban pegadas con un líquido negro al suelo.

Su voz no salía de su boca; cada vez que intentaba moverse y hablar la habitación se oscurecía más. 

La desesperación empezaba a apoderarse de ella, el miedo le heló la sangre y el corazón palpitaba a mil. 

La respiración empezó a cortársele. Los cascos de la otra criatura resonaban pór toda la habitación, como martillos aporreados en el suelo de metal.  Un violento estremecimiento le recorrió la columna vertebral al sentir su aliento.

Apestaba a sangre.

 La potranca intento huir, gritar, o por lo menos no mirar atrás..., pero la criatura, le susurró delicadamente:

-No estás sola.

La potranca abrió los ojos como platos, y la criatura detrás de ella, posó sus cascos alrededor del cuello de la chica, quitándole oxigeno. Sintió como la vida se le escapaba en un suspiro. Sus ojos se cerraron llenos de lagrimas y miro por última vez su triste habitación.

¡Pos...hola!:D

Les dejo el capitulo por aquí, y me iré lentamente...7('-'7)

Bueno, shau. Voten y comenten:)

Nos leemos luego:3

-M🌙.



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