Capitulo 8.

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Capitulo 8

Pinkamena se levanto temprano. Hoy estaba más que decidida para decirle a sus padres y hermanas que quería irse al pueblo para emprender en sus estudios.

Tomo su vestido gris con puntos blancos y se lo paso por encima de la cabeza. El vestido era lo suficientemente lindo como para impresionar hasta sus padres. Su cabello rosa le caía por los hombros como una cascada de agua libre. Abrió la puerta de su habitación y bajo a toda prisa.

-¿Qué haces tan temprano despierta?-Pregunto Marble a su hermana al verla bajando las escaleras.

-¿A caso te importa?

Marble puso los ojos en blanco y se viro hacía la cocina. Pinkamena salió de la morada con paso seguro. Se dirijo al montón de rocas para terminar su trabajo cuando un ruidoso rayo cayó a lo lejos.

La potranca rosa suspiro. Las gotas de lluvia comenzaron caer en abundancia. El cabello y vestido de Pinkamena se mojaron, pero a ella no le importo en lo absoluto y siguió trabajando. Marble y Maud salieron de la morada camino a sus determinados montones de rocas, al igual mojandose con la lluvia. Limestone ni se molesto en trabajar, ya que se quedo dentro de la morada.

-Traeré a Limestone...-murmuro con aburrimiento Maud, y se dirijo hacia la morada.

-¡ESPERA!-Marble corrió tras ella- ¡No me quiero quedar aquí afuera!-Exclamo rápidamente y se metió a la morada.

Pinkamena puso los ojos en blanco y siguió apilando. Su mirada recorrió todo el triste paisaje hasta llegar al cielo gris. Ella miro con atención el cielo y cerró los ojos, deseando algo entre sus murmuros.

-Salvame de este infierno

Apenas murmuro aquellas palabras. Una oleada de viento rodeo toda la granja de rocas. La lluvia ceso inmediatamente y el cielo por primera vez adopto un color azul claro y despejado. Pinkamena abrió los ojos asombrada al ver un maravilloso arco iris en el cielo. Los colores de aquel arco iris eran totalmente desconocidos pero hermosos a la vez. La potranca rosa sonrió de ojera a ojera de felicidad por primera vez en toda su vida.

Ella quería quedarse por toda la eternidad ahí, admirando el arco iris. Pero ella bien sabía que nada dura para siempre. El arco iris no tardaría en irse y todo volvería ser como antes. La felicidad que abría sido lo mejor de aquel día se iría y aquella granja de rocas volvería a ser la misma. Pinkamena se sentó en el suelo a pensar ¿Qué otras cosas podrían hacer que la felicidad duraran?... ¿Unos zapatos nuevos? ¿Comida? No, nada de eso. La potranca rosa pensó y pensó, hasta que se le ocurrió de la nada:

-¡UNA FIESTA!

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Ggg.

No me odien, por favor :c

Estoy a punto de salir de viaje y escribí esto como pude XD

Se los recompensaré :)

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