Capítulo 8.

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Apuré al máximo el tiempo en la cama hasta que me tuve que levantar obligatoriamente para comer. Si por mi fuese pediría que me trajesen la comida a la cama.

Cuando entré me dirigí a la mesa que tenía por habitual y escuché a Carolina, que contaba algo referido con el viaje del fin de curso. Al que por supuesto no estaba emocionada ni entusiasmada por ir, ¿cuál sería el mejor destino para ese viaje? Mi ciudad y mi gente. Fácil. Barato pero a la vez complicado para toda mi santa familia.

Me hubiese gustado decir que estaba muy emocionada escuchando su conversación y debatiendo propuestas e ideas, pero mi mente estaba ocupada pensando en que daría mi alma al diablo por comer una pizza, echaba de menos comer lo que me apeteciese y no tener que intoxicarme con la comida que ponían por aquí.

Nota mental; Averiguar por qué los filetes de supuesta ternera sabían a sopa de marisco. Amén.

Tal vez eran filetes de rata con tierra, agua, los desperdicios de las clases de química, metidos en gambas y pasados por la sartén. Creedme, eso era de todo menos un filete. Lo cogí con el tenedor y lo tiré desde una distancia bastante irrespetable para las demás, a las que la salpicó ese líquido asqueroso marrón.

Alguien me dio en beso en la mejilla y luego giró la mesa para quedar en frente de mí. Steve. Hoy se veía aún más guapo, si eso era posible, claro.

—Hola — me sonrojé y se sentó. —Llevó llamándote como por dos minutos y estabas muy concentrada mirando la comida— mis mejillas iban a explotar en cualquier momento. Nunca entendí por qué había nacido tan distraída pero era algo que intentaba sobrellevar desde que tengo memoria.

Un profesor me hizo una seña que entendí como la pregunta de su me estaba molestando y negué.

—¿Qué tal dormiste?— puso su bandeja encima de la mesa y las demás miraron curiosas.

—Bastante bien —admití y empezó a comer.

—El próximo martes habrá partido, ¿vendrás?

—Allí estaré —sonreí.

—Me tienes que animar — me guiñó un ojo.

—¿Cómo no?— le devolví la sonrisa— Llevaré un cartel con luces de neón enorme en el que ponga "ARRIBA STEVE" — rio y me tranquilicé al escucharle.

—¿Lo de hoy sigue en pie?— levantó la cabeza del plato con un tono de duda en su voz. ¿Por qué él toma patatas fritas y yo esto que se supone que era un filete?

—Sí, ¿o te ha surgido algo importante?— pregunté sin mucho interés. Me decidí a comer, de alguna manera tendría que sobrevivir, ¿me sacarían de la escuela por desnutrición o sólo me llevarían a enfermería? Mi mente barajeaba las opciones para salir de aquí 7/24 (Los siete días de la semana y las veinticuatro horas del día)

¿Sabéis ese dicho de que las apariencias engañan? Pues no. Con el filete no funcionaba. Se veía horrible, sabía peor.

—No— negó —Quería asegurarme. Pasó su brazo por la mesa hasta llegar a mi mano y la acarició levemente. Sonreí.

La conversación estuvo animada, dentro de lo que cabe, porque en el fondo era todo muy él, fútbol, él, él y el futbol, el futbol y él y vuelta a empezar.

Quedamos en que me recogería en dos horas porque debía entrenar y me despidió de la misma forma que me saludó. Con un beso en la mejilla.

Las chicas se miraron entre sí y luego volvieron a dirigirme la mirada —Te los llevas a todos de calle — se burlaron de mí.

Mi plan E.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora