Capítulo 13.

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En el hall había tanto ajetreo a primera hora como el de siempre, la gente iba y venía, subía las escaleras rápido para no llegar tarde a sus clases, otros copiaban los deberes de algún buen amigo que se los había dejado de forma hiper rápida... todo parecía normal hasta que Kate tomó mi brazo.

-He escuchado por ahí que J.J está mal, encerrado en el baño, tal vez si te despertases antes podrías haber ido a ver qué tal anda, pero ya ha sonado el timbre tenemos que ir a clases si no la señorita... - le corté con mi mirada.

¿J.J mal? ¿Desde cuando?

Le miré con dudas pero no pregunté nada más, caminé a paso rápido y firme hacia el baño de los chicos.

Atravesé el pasillo masculino recibiendo miradas, comentarios, risas y abucheos.

No me importó la gran cosa, entré en el baño de igual forma.

Os puedo jurar que no hay cosa más fea en el mundo que un baño para hombres.

Muchos se giraron a verme y otros vacilaron con temas referidos al sexo, rodé los ojos y les evité diciéndoles que eran puros críos y que dudaba si quiera de que supieran por dónde había que meter su pequeño miembro.

Me agaché sujetándome el pelo, porque me daba el asco del mundo que tocase el suelo y miré por debajo de cada cubículo hasta que lo diferencié.

No era por su ropa, era porque sólo él estaba sentado en el suelo.

Llamé dos veces a la puerta de metal.

-¡Vete! – gritó.

-Soy Nina -susurré mordiendo mi labio inferior.

Oí el sonido del pestillo dar la vuelta para luego poder ver una pequeña rendija que me daba paso.

Empujé la puerta despacio , bajo la mirada atenta de los chicos.

Hice que mi pequeño cuerpo tapase toda la visibilidad para que no pudiesen ver nada, me di la vuelta directamente sin mirar y cerré con seguro la asquerosa puerta, pintada con toda clase de dibujos infantiles.

Di media vuelta.

Josh estaba tirado en el suelo, apoyando el peso de su cuerpo contra la pared, de, también metal.

Me agaché y le toqué las piernas – Eh... - intenté mirarle pero giró la cabeza - ¿Qué pasa?- dije despacio y dulce, como hacían las mamás cuando su hijo lloraba por temas del colegio.

Él pasó de mí y tomé su barbilla cuidadosamente para que me mirase – Dime- insistí.

-Mi padre ha tenido un accidente- dejó caer al fin.

La voz imponía fuerza, supongo que la única que le quedaba, en cambio la vena de su cuello iba a estallar en cualquier momento dejando un reguero de sangre.

Dirigí mi mirada hasta el móvil, que estaba roto en el suelo.

-¿Qué le ha pasado?- intenté preguntarle de forma tranquila para que se calmase, tratando de pasarle mi calma.

-¿Sabes? – estaba enfadado – Si con alguien quería hablar ayer del tema eras tú, peor ni si quiera te dignaste a abrir la ventana...

Me tensé – Yo...- balbuceé – Lo siento de veras, me quedé dormida, ya sabes después de todo el día...

-Ya- me cortó.

-J.J... perdón – suspiré – Yo no sabía – mordí la piel interna de mi mejilla dolida – Ven hoy, te abriré, de verdad – dije arrepentida con sinceridad.

Mi plan E.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora