Capítulo 11.

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El brazo de Steve rodeaba mi hombro y su mano y la mía estaban entrelazadas en una posición que me atrevo a decir que es casi incómoda mientras no dirigíamos a la puerta.

Era hora de que la visita de Carla llegase a su fin muy a mi pesar, que ella se fuese me hacía sentir de nuevo la angustia de estar encerrada, era horrible.

-Toma- susurró sacando cuatro paquetes de su mochila - Escóndelos bien- volvió a hablar en voz baja sacando una sonrisa falsa, lo sabía porque llevaba toda la vida con ella, a las demás personas le podía engañar con su imagen de dientes blancos a la vista, pero a mí ni hablar, el punto estaba en no mirar a su sonrisa mientras sonreía, si no a sus ojos, nunca podía mentirme con ellos.

Los cogí y los guardé dando un tímido gracias - Vuelve pronto, por favor- dije balanceándome en mis talones.

-No te vas a librar de mí tan fácilmente- volvió a sonreír de manera falsa.

-No finjas conmigo, por favor- cogí su mano y ella borró su sonrisa para dejar una expresión triste - Volveremos a vernos pronto Carla- le aseguré.

-Preferiría que volvieses tú que tener que venir yo- suspiré y le abracé fuerte.

- Eres mi mejor amiga, allá donde vayas yo estaré contigo- juntó nuestras clavículas y me apretó a su cuerpo - No puedes librarte de mí tan fácilmente- repetí de memoria y ella rio medio sollozó - Sólo llevo una semana aquí Carla.

-No es lo que lleves, es lo que estarás- me aparté y cogí sus mejillas para quitarle algunas lágrimas que caían libremente y sin pudor.

-El tiempo que sea, no me quitaré esto- saqué el colgante y ella sonrió con las mejillas coloradas y más lágrimas presentes.

- Eres mi mejor amiga, allá donde vayas yo estaré contigo- repetimos las dos a la vez y luego sonreímos lentamente.

Ella negó - Deberíamos dejar de decir eso, la primera vez que lo hicimos teníamos cinco años y tú te ibas de vacaciones- sonreí y miré hacia otro lado intentando no llorar un poco - Suena demasiado cursi- golpeó mi hombro -Eres tan penosa.

Sonreí y volví a abrazarla fuerte -Sé los años que teníamos la primera vez que lo dijimos Carla, lo que cuenta es que más de diez años después seguimos haciéndolo.

-Recuerdo ese día, tú ibas con unas sandalias rosas de ranitas y con un gorrito horrible para que no te diese el sol - fue inevitable llorar - Estabas muy emocionada por ir a aquella playa diferente de arena clara con clima cálido- suspiré - Tenías chapitas debajo de tus ojos porque te había dado el sol y tu abuela te pringó la cara de crema para que no empeorasen, incluso tenías pecas por la nariz- llevé mi mano a mi cara avergonzada - Te cogí el cubo de hacer castillos de arena, la palita y el rastrillo como si estuviese sacando tu equipaje, lo dejé en la acera, y te abracé fuerte, tú cogiste el cubo , con la expresión seria, de verdad, como si yo fuese tu esposa y tú tuvieses que ir a la guerra sin saber si nos volveríamos a ver- sonrió y se limpió el agua de su cara con el dorso de su mano - Y yo te dije: Eres mi mejor amiga.

-Lo sé Carla- sorbí de mi nariz - Fue cuando te contesté que allá donde vaya, yo estaré contigo.

Alguien llamó para advertir que no quedaba más tiempo para despedirnos, solté todo el aire de mis pulmones y miré a la puerta por encima de sus hombros - Es hora- dijo Carla algo abrumada - En cuanto a ti- miró a Steve y se puso muy seria - Cuídala bien porque si no te juro que te voy a ...

-Carla...- rechisté cogiendo su mano.

-Descuida- sonrió Steve entendiendo y me miró.

-Ya sabes dónde estoy, no puedo moverme de aquí, estás invitada a mi pequeño palacio - intenté bromear y ella sonrió.

Mi plan E.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora