Los papeles de escritos siguen manchados de amor
siguen avivando la angustia de mi fracaso.
Yo que no te pronuncié,
porque sabía que eres ese verso que se pronuncia con la voz entrecortada
por miedo a hablar de ti muy alto
y que huyas.
Yo que me enamoré de ese haz de luz que entraba en mi ventana (y en mi vida).
Y eras tú.
Me duele(s),
y me dueles en todos los idiomas,
en todas las formas verbales
y en todas las personas.
Pero no vuelvas, no quiero herirte.
(Vuelve ya)
E ahí la diferencia; yo puedo herirte,
tú eres mi herida.
Y por eso nunca cerrará,
porque la cosí con puntos suspensivos.