Sábado por la tarde. Día frio y con un poco de lluvia. Estoy sentada en una mesa con la compañía de una taza de café y de mi soledad, que siempre me persigue a donde voy. Estoy cansada, en cuerpo y alma, y se esta volviendo tan evidente que ya no puedo ocultarlo. No quiero escuchar más gritos, no quiero llorar más, no quiero tener que caminar de lunes a viernes desde mi casa a la escuela, no quiero que llueva ni que salga el sol, no quiero quedarme más en casa pero tampoco quiero salir, no quiero estar más con mis amigas pero no quiero estar sola. Y no sé que hacer, pienso y pienso pero no me salen respuestas. ¿Que se hace cuando no quieres vivir más? Hay dos opciones. Una la vengo aplicando desde hace tiempo: ser fuerte. Pero llega un momento en el que ya no puedo, y me siento tan triste como hoy. La otra opción es la que todos se imaginan: el suicidio. Y es la opción más utilizada por la sociedad. ¿Saben por que? Porque lo contrario de la vida es la muerte.
La diferencia entre yo y la sociedad es que yo no prefiero la segunda opción. El suicidio es para cobardes. Y se los digo yo, que muchas veces pensé en ahorcarme, en tomarme una caja de pastillas o en tirarme de un puente. Pensé en el suicidio porque soy cobarde. Porque me pesa la vida y no sé que hacer.
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Redacciones.
RastgeleLa vida, en algunas ocasiones, puede ser muy cruel. Y cada uno se las ingenia para sobrevivir, para sacar de alguna forma todo lo que lleva dentro y para mantener al margen el dolor, o la tristeza. Yo lo hago escribiendo. Estas son algunas de mis...