Me desperté acurrucada en el pecho de Connor, cosa que me sorprendió pues no era una persona acurrucadora, más bien era separatista; me gustaba tener mi espacio en la cama y no tener ha alguien calentándome mi espacio. Lentamente me aparté de él sin hacer ningún movimiento brusco ni ningún ruido para no alterar su sueño, me bajé de la cama y le comprobé la herida de la cabeza. Vi que el reloj marcaba las seis de la mañana así que decidí levantar el culo de la cama y preparar el desayuno, agarré mi iPod, unos pantalones de chándal de la maleta y bajé abajo. Comencé poniendo la lavadora de la ropa de Connor y acto seguido me puse con el café y los huevos revueltos con queso, puse a calentar la plancha para el beicon y bailando comencé a partir naranjas, mandarinas y pomelos, unos bracitos se enredaron en mis piernas y miré hacia abajo aunque ya sabía quién era antes de mirar si quiera. Jack estaba acostumbrado a acompañarme a la lonja a comprar el pescado del día y al mercado en busca de las mejores frutas y verduras, me quité los auriculares, le sonreí a mi pequeño y le dije:
- ¿Quieres ayudarme amor?
- Síp. Puedo hacer el ¿xumo?
- Claro que sí. Y mientras tú haces el zumo mami va hacer las famosas torti-oso de la abuela ¿vale?
- Sip.
- Venga ven aquí chavalín - dije subiéndolo a la encimera de la cocina bien lejos de las planchas. Enchufé el exprimidor y dije - vamos ha hacerle un delicioso desayuno a la tita Em y a tu primito.
Dicho eso saque mi sartén de osito y vertí la masa para tortitas tal cual las hacia mi madre, cuando la paella estuvo lo suficientemente caliente puse ha hacerse el beicon, puse el iPod en los altavoces ajustando el sonido a un nivel audible pero no elevado y mi pequeño pinche y yo comenzamos a cocinar mientras bailábamos y cantábamos. A eso de las siete escuché a Dagmar bajar las escaleras, tuvo su saludo de chicos con Jack y luego me besó la sien mientras me robaba un cacho de beicon, le miré mal y me fui a poner la ropa de Connor en la secadora. Cuando puse en marcha la secadora comencé a servir y a poner la mesa, estaba colando el zumo que Jack había exprimido cuando Connor y Em bajaban las escaleras y se reunían conmigo en la cocina; examiné la herida de Connor desde lejos y vi que estaba mejor y mucho menos hinchada que ayer por la noche lo que era una buena noticia, besé a Em y la acompañé a la mesa.
Nos sentamos a la mesa, Dagmar presidía la mesa, Jack se sentaba a su derecha porque quería estar con su tito D, a la Izquierda de Dagmar se sentaban Em, Julian y Chris. Yo me senté al lado de Jack y Connor a mi lado, mientras que la abuela de Em presidía el otro lado de la mesa. La mesa estaba repleta de comida; cereales (choco pops para Jack), torti-osos, jarabe de arce, café, zumo, yogur, huevos con queso, beicon, tostadas, mantequilla, mermelada, leche, fruta y avena. Todos desayunamos charlando y riendo, cuando los chicos se fueron a trabajar la abuela de Em, Jack, Connor y yo recogimos la mesa y la cocina, pasamos una mañana entretenida; mientras Em y su abuela tejían, Connor, Jack y yo montamos un puzle, a media mañana me retiré para hacer la comida. Estaba poniéndome un delantal cuando Jack me abrazó las piernas, le miré y le guiñé el ojo, mi pequeño intentó hacer lo mismo pero no le salió, de todas formas le sonreí cómo a un campeón, me agaché y le besé su preciosa carita. Mi pequeño me devolvió el beso y dijo:
- ¿Mami puedo cochinar contigo?
- Claro, pero antes debemos pensar que hacer para comer. ¿Qué tal si les preguntas a Em, a su abuelita y al señor Walker que quieren?
- ¿Y a los titos no? - preguntó mi pequeño muy triste.
- Claro, que puedes coge mi móvil y con ayuda de la tita Em los llamas ¿vale?
ESTÁS LEYENDO
Una Ardiente Tempestad
RomanceTras un amargo divorcio y embarazada de cuatro meses Selene Lancaster es obligada por su hermano Alekxander a descansar entre quince y veinte días. Lo que no esperaba es que la obligasen a salir de la ciudad y menos aún que la enviasen a Sitka el di...