XXXVII

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El mundo se alinea hoy con mis sentimientos. La nieble cubre las montañas a mi alrededor, mientras que yo miro por la ventana sentada en el coche soñando con tu mirada. Todo se vuelve triste y sombrio como mi alma. Pocos coches recorren las calles como si fueran el lento circulamiento de la fría sangre por mis venas.
La niebla cae montañas abajo como una larga cascada. Me va inhundando, como el humo de tu tabaco y me invita ha ceder.
Mi corazón se encoge un poco más al recordarte, tus ojos, tus labios sobre los mios, y tu última mirada de lamento. ¿Cómo odiarte si tu sufriste tanto como yo? Si ninguno tenemos la culpa de nuestra maldita suerte...
Los árboles parecen retorcerse de dolor, el mundo de apiada de mi porque sabe que tiene la culpa y en el fondo siente hacerme sentir así.
Y mientras yo me desangro a base de tinta en el coche uno duerme, otro canta y todos viven, menos yo.

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