Después de ella

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Un día la vi, tan sola, tan distinta que no pude evitar acercarme a ella. Parecía diferente y en el fondo amigable, simpática, incluso alegre. Al poco tiempo nos hicimos amigas y me fue contando su vida. Al principio me creí sus mentiras y que eran arañazos de su gato. Ella iba cayendo más y más sin que yo pudiera hacer nada.
Al principio escondía los cortes, las malas caras, su dolor; pero con el tiempo las fue enseñando casi con deseo de ser comentada. Era cómico incluso. Ella se quejaba constantemente de las preguntas que le hacía la gente, qué son, por qué, estás bien...
Con ella los problemas parecían tan grandes como rascacielos, y la vida en la que sobrevivía como podía ahora me superaba.
Ella seguía con sus cortes, su bebida, su tabaco. Ella llamaba la atención. Empezó con los vómitos y darme a mi su comida. Y yo comencé a ver la vida de otra manera.
Cosas que nunca me había planteado, como la anorexia, las drogas, la bulimia o los cortes, ahora pasaban por mi cabeza constantemente y eran nuestro tema de conversación.
Mi mente había cambiado y todo era distinto.
Pero aún así no caí como ella. Caí de una forma diferente. Sentí que pendía mi alma en el vacío pero que la fachada de mi cuerpo se sostenía aparentando una buena vida.
No tardamos mucho en separarnos, yo quería ayudarte y tu no querías ser ayudada. Yo pretendía superar los obstáculos y tu querías arrasar con todo. Y tras muchas peleas absurdas nos alejamos.
Y ahora ya no se como estás. No sé si sigues en el mismo abismo. No sé si luchas. Y tampoco sé dónde estoy yo.
Después de ti muchas cosas cambiaron. Ahora entendía de temas que era mejor no entender. Y probé tu alcohol y tu tabaco. Probé tus métodos de adelgazar. Probé tu forma de vida y me hundi a mi manera.
No me corto, no vómito y no dejo mis platos con la comida en ellos. Simplemente me siento vacía ante un mundo hueco.

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