Harry y Beth.

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Dejé la última caja que quedaba en el porche de la casa y suspiré cansada. Por fin habíamos terminado, parecía no íbamos a terminar nunca. Entré en la casa y fui a buscar a Harry, quien estaba bebiendo agua en la cocina.

-Última caja lista, ahora hay que meterlas en casa y pagar a los de la mudanza -dije acercándome a él y tomando un vaso también.

-¿Estás segura de todo esto? Podemos volver o buscar otro sitio. 

Negué con la cabeza. Estaba segura, segurísima.

Hace un par de semanas, cuando fue la presentación de Harry y volvimos a casa me di cuenta de algo: no quería seguir viviendo en nuestro apartamento. Quería empezar de cero con él, ahora los dos habíamos conseguido nuestras metas y quedarnos en el piso en el que había vivido durante años era anclarme al pasado, aunque he de admitir que irnos a vivir a la casa de mi infancia tampoco es que fuera despegarse de él, precisamente. Pero recuerdo que cuando fui al pueblo de Harry por primera vez, me enamoré totalmente de su casa, y no me había dado cuenta de que la mía era exactamente igual. No lo veía porque ambas casas transmitían vibraciones totalmente diferentes, pero eso tenía que ver con los inquilinos. Así que ahora que todo estaba bien, que él y yo éramos felices, que ya no había secretos, no había drogas, no había palizas, no había ninguna mafia detrás de nadie podría ser la casa con la que siempre soné. Sólo estábamos él y yo. Harry y Beth, y era lo mejor del mundo.

-Tengo muchas ganas de empezar a poner cada cosa en su sitio. Estoy convencida de que te gustará como ha quedado nuestra habitación y ¡tengo una sorpresa! -contesté emocionada, tras haber recuperado el aliento. 

-Vamos a pagar a los de la mudanza y me enseñas que has hecho con la habitación. 

No había cambiado demasiado desde la última vez que estuvimos cuando volvimos juntos y me ayudó a recoger mis cosas. En el tiempo que rompimos remodelé prácticamente la casa entera, lo único que no toqué fue la habitación de mis padres, la cual ahora sí había dado un cambio notorio y estaba preciosa. Era de color celeste, muy, muy claro, los muebles eran marrones, también claros, al igual que los de toda la casa. En el centro, el la pared del fondo había una cama matrimonial y encima de esta una foto panorámica que hizo Harry desde nuestra habitación en el hotel de Roma. A la izquierda estaba el armario empotrado en la pared -era lo único que no había podido cambiar- y a la derecha el balcón. En éste, a pesar de ser pequeño habían cabido dos puf,  y había quedado encantada con ese rincón. Tenía el presentimiento de que pasaría mucho tiempo allí. Volviendo a la habitación, sólo me quedaba por nombrar la cómoda que habíamos traído del apartamento y que habíamos traído de nuestra habitación. 

Cuando Harry entró lo miré expectante y enseguida sonreí cuando me dijo que le encantaba. En seguida le tomé de la mano y lo llevé al desván, dónde estaba mi sorpresa para él.

-¿Qué se supone que tengo que ver? -preguntó pasando la vista por todo el espacio vacío.

-¿De verdad no lo entiendes? ¡Puedes tener tu propio espacio para revelar fotos! He pensado que también podrías guardar las de la exposición aquí, pero como quieras. -Le miré esperando su respuesta y tan sólo recibí una cara sorprendida- ¿No te gusta? 

-Esto es algo que nunca creí que hiciera alguien por mí. Nadie me ha apoyado tanto como tú en algo, Beth. 

Sonreí contenta y enternecida. Harry todavía no comprendía que me iría a la otra punta del mundo si hiciera falta para que él estuviera bien.

-Yo sólo quiero verte feliz y si lo que te gusta es esto te haré lo que tenga en mi mano para que lo tengas.

Back to December (Harry Styles a.u.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora