Capítulo uno

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Bienvenido Samuel.

--¿Samuel de Luque?-- el pequeño elevó la vista al escuchar su nombre, una joven de tez blanca, con gafas rosadas y una coleta alta rubia le sonrió cariñosamente desde la puerta--¿Este niño tan tierno es Samuel?

Nervioso asintió, no había tenido mucho contacto con gente, solo con unos cuantos adultos de los cuales desconocía su nombre. Ella se agachó a su altura y le brindó una radiante sonrisa, el menor la miró observando su ajustado traje elegante color blanco y tomó su mano después de levantarse de su cama. Ella se dirigió a la puerta con la manita de un niño en su mano derecha, el pequeño Samuel que solo tenía 3 años apreció por última vez a lo que había sido su habitación durante su corta vida sin saberlo. Cualquier persona que entrará allí pensaría que era un cuarto de hospital pues solo había una cama, un librero, un escritorio y un pequeño ropero con solo tres cambios de ropa. Toda la habitación era blanca, incluso los muebles, aspecto que detestaba el niño.

La mujer tiró del niño sin mucha fuerza para que acelerará el paso, Samuel vio detrás de él y estiró su brazito hacia la habitación observando como unos hombres de trajes azules entraban, uno de ellos con algo en brazos, un bebé. Ella no decía nada, al parecer la amable chica había desaparecido para dejar a una fría joven, esto puso aún más nervioso al niño.

Caminaron por el pasillo hasta llegar a una puerta azul marino, del mismo color que el uniforme de aquellos hombres, al entrar ella se agachó seria y tomó al menor por los costados para subirlo a una mesa de metal. Le dedicó una última sonrisa antes de comenzar a desvestirlo. Samuel no sabía que hacer así que solo se dejó desnudar por la joven, una vez sin ropa ella tomó una pequeña regadera móvil y empezó a "bañarle", pues solo le mojó todo el cuerpo de manera rápida. Tomó una toalla azul y Samuel se preguntó por qué usaban tanto ese color que para él aún era desconocido. Con ella frotó de manera violenta el cuerpo del menor logrando secarle, arrojó la toalla al suelo y se fue dejando al niño solo.

El único ruido era el de sus tacones puntiagudos negros caminar por la otra habitación. Llegó de nuevo hasta el niño con un cambio de ropa en sus brazos, lo dejó en otra mesa cercana a ellos, tomó la ropa interior y con ella comenzó a vestirle. Torturosos minutos pasaron para Samuel quien se sentía extraño al ser tocado por esa extraña mujer para cambiarle pero la verdad, con cualquier persona se sentiría extraño pues no confiaba en nadie.

--¡Listo para la escuela!-- la sonriente chica volvió para bajar al niño de la mesa después de ponerle zapatos, se miró extrañado por el nuevo conjunto --Es tu uniforme ¿Te gusta?

--No.-- susurró, no porque le pareciera feo pero estaba harto de ese color que veía por todas partes.

--Pero es azul y a los niños les gusta ese color.-- explicó la joven antes de volver a tomar su mano y sacarle de aquella habitación.

Siguieron caminando por aquel interminable pasillo blanco que ya mareaba al pequeño Samuel, este miraba con cierta desconfianza a su "uniforme" pues el color no le gustaba nada. Después de caminar mucho ella se detuvo aliviada, al parecer quería librarse ya del niño castaño. Se acercó a una puerta marrón y la abrió con delicadeza, asomó su cabeza y casi al los segundos dirigió su vista a Samuel. De un tirón lo atrajo a ella y luego lo empujó al interior del cuarto, este se sobresaltó al ver a varios niños como él, pequeños y asustados. 

No sabía que había personas tan pequeñas como él. Todos se miraron confundidos y la puerta fue cerrada de nuevo dejándolos en silencio. Un pequeño se acercó más a todos y habló con voz temblorosa, una pequeña conversación empezó entre los infantes pero Samuel estaba muy asustado, miró a su alrededor contemplando donde le habían encerrado.

Proyecto: Save The WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora