Capítulo dos

469 50 11
                                    

Bienvenido Miguel

Su pequeño cuerpo temblaba con fuerza, terriblemente nervioso frente a la chica con una trenza dorada y gafas rosadas. Ella estaba hincada frente al infante, acomodando el cuello de su uniforme. Apenas y había despertado en esa habitación blanca apareció por la puerta esa chica de gran sonrisa para comenzar a vestirle con ese uniforme azul, no le había dirigido la palabra en ninguna vez y solo se dedicó a hacer su trabajo.

--¿Listo Miguel?-- él negó asustado, confundido por que la extraña supiera su nombre --Oh, se me había olvidado.--sonrió con amabilidad y se enderezó alisando su vestido rojo pegado al cuerpo. 

Se alejó un poco para gritar algo hacía afuera de la habitación y segundos después un hombre uniformado de color azul entró con unas pequeñas gafas en sus manos, se las ofreció a la joven y ella las tomó sin agradecer --Tenemos tus lentes, de seguro ahora verás de maravilla y estarás preparado para la escuela.

--No-- habló con coz temblorosa después de que ella colocara los lentes sobre su rostro, se apartó nervioso --, quiero ir con mi mami.

El rostro de la chica palideció y miró al hombre que seguía detrás de ella, regresó su vista al pequeño de siete años y se agachó a su altura.

--Miguel, debes estar-- el niño interrumpió a la chica con un grito.

--¡SOY MANGEL!-- sus ojitos se llenaron de lágrimas --¡MI MAMÁ ME LLAMA MANGEL!

La chica se enderezó y miró al hombre con frialdad, este se acercó y le susurró algo en su oído. Ella le empujó y empezó a discutir con él.

--¿¡Cómo que el doctor aprobó esto?!-- preguntó tratando de sonar tranquila.

--Sí, usamos una menor cantidad con él que con el resto, aseguró que con el paso de los años lo olvidaría-- aseguró el hombre --, y decidió que así ahorraríamos suministros.

La chica bufó y tomó el brazo de Mangel para tirar de él. Sin decir nada empezó a caminar hasta salir de la habitación, ignorando el llanto del menor. Caminaron por el pasillo blanco, recorriéndolo solo con el sonido de sus pisadas y los sollozos del niño. Llegó a la puerta marrón, tocó un par de veces con los nudillos, su rostro reflejaba impaciencia y molestia. Pasaron unos segundos hasta que la puerta fue abierta con lentitud, del otro lado una mujer mayor les sonrió bajo la atenta mirada de muchos niños de la misma edad.

--Muy buenos días-- dijo la chica en tono amable, apretó el brazo del pequeño sacándole un quejido y se lo ofreció a la mujer --. Él es nuevo ¿Okay? Su nombre es Miguel.

--Encantada, bienvenido a segundo de primaria-- susurró la mujer y tomó el otro brazo de Mangel para ingresarlo al lugar, la chica no espero nada más y desapareció de la borrosa vista del pequeño --. Podéis sentarte donde desees.-- recomendó la mujer una vez dentro del aula.

El niño miró a su alrededor, sintiendo una punzada de dolor en su brazo y cabeza, los niños le miraban raro y unos susurraban cosas. 

Se sintió nervioso, sus amigos en la escuela anterior no le habían mirado así, todos estaban como él e inclusive unos lloraban. Recordó a su madre abrazándole y susurrándole que todo estaría bien, ayer había estado con ella jugando mientras su padre trabajaba, ahora no recordaba que había sucedido después de que salieron al parque a pasear. Sintió ganas de llorar y abrazarla, sentía mucho miedo.

--Niños, él es Miguel.-- habló la mujer soltando su brazo y tomando sus hombros.

--Soy Mangel.-- susurró él logrando que todos le miraran extrañados.

Proyecto: Save The WorldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora