El ángel negro

la tranquilidad de empezar de nuevo

Me desperté en la habitación de matrimonio, al lado de Adri, supuse que él me había traído hasta la cama.
Estaba a mi lado, encogido de frío, ya que él había decidido ponerme la manta por encima a mi. Me abracé a él y le puse la manta por encima.

Estuve abrazada a él hasta que se despertó una hora y media después.
Me miró, mientras se desempanaba y se rió.
-Por fin pequeña, por fin...

Me cogió por la cadera y me puso encima de él. Me besó y me mordió el labio, de repente escuché un ruido, me asusté pensando que sería Caleb de nuevo. Pero estaba equivocada, era David de nuevo.
-Siento interrumpir, otra vez, jejejeje, pero iba a hacer el desayuno y no encontraba las cosas.
-Emm, no te preocupes por el desayuno, ahora lo hago yo. Vosotros sentaros en el sofá y poner la tele.
-Vale, está bien.

Me levanté de la cama, me puse un pijama de Adri, me hice un moño choni y me dirigí hacia la cocina, al minuto salió Adri y se puso a jugar a la play con David.
Me puse a preparar el desayuno y cuando acabé lo puse todo en una bandeja y lo llevé al salón, los chicos pusieron en pausa el juego y se abalanzaron sobre la bandeja.
Cuando estábamos comiendo, miré hacia la pantalla, era veintitrés de diciembre y yo no tenía regalo de navidad para los chicos, además mañana estaría todo cerrado. Salí corriendo hacia la habitación, me vestí, cogí mi mochila del atleti y salí corriendo:
-Chicos tengo que irme, vuelvo enseguida.

Ya en el centro comercial, empecé mis compras navideñas, me pregunto si los chicos me habrían comprado algún detallito.

Entré a una tienda de videojuegos y cogí el dos unidades del juego nuevo de fútbol, Fifa 16. Uno para cada uno.
Entré a varias tiendas de ropa donde compré varias cosas para Adri y una sudadera y un pantalón para David.

Por último, cuando ya me iba a ir a casa, ví un reloj muy bonito, que me encantó y no pude evitar comprarlo.

Compré también, papel de regalo, al menos cuatro rollos, unas tijeras y celo y lo envolví todo en el coche.

Al llegar al la cabaña los chicos seguían jugando, eso sí al menos habían recogido un poco el salón y las habitaciones, por lo que tuve que dejar los regalos en el coche.

Entré en casa y Adri me miró con su cara pícara, me pregunté que donde había ido, no tenía ninguna escusa, a si que le sonreí y fui a ponerme el pijama.