Bajo entre los escombros hasta llegar a lo que supongo que es la planta baja del centro comercial.
Camino hasta encontrar un sitio que no tenga sangre, no quiero estar alrededor de personas muertas.
Encuentro lo que fue una tienda de ropa femenina, la cual tuvo pocos daños y no tiene personas muertas dentro de ella.
Agarro todas las prendas de ropa que puedo tomar con un sólo brazo y las colocó detrás de la mesa de pago, como puedo formo una especie de colchón y en ella acuesto a Natalia, la cual se ha quedado dormida en mi hombro.
Al dejarla sobre el montón de ropa ella abre los ojos un tanto asustada.
-No me dejes sola, por favor. -Dice un tanto asustada.
-No lo haré pequeña, aquí me quedaré.
-¿Me das tu mano? -Me pregunta, me extraña un poco su petición pero le extiendo mi mano.
Ella toma mi mano y se aferra a ella volviéndose a dormir.
Recuesto mi cabeza de la pared y cierro mis ojos.
Estoy a punto de dormirme cuándo un sonido me hace despertar.
Miro rápidamente a Natalia la cual sigue dormida y aferrada a mi mano.
Miro hacía los vestuarios y veo que la cortina se mueve.
-¿Quien está allí? -Digo con un tanto de miedo.
-So... Soy yo. -Responde una voz femenina.
-¿Yo quien?
Detrás de los vestuarios sale una figura femenina, la cual ésta cogiendo del pie.
-¿Quien eres? -Pregunto a la defensiva.
-Eso te pregunto yo a ti. -Responde ella. -¿Porque invadiste mi territorio?
-¿Invadí yo tu territorio? -Digo confuso. -Cuando llegue aquí esto estaba totalmente sólo.
-Claro que no, estaba yo, al oír a una persona acercándose me escondí en el vestuario, y ahorita estaba intentando escapar, pero mi tonto pie me lo impidió.
Mi mirada se dirige a su pie y veo que esta herido.
-¿Porque intentabas huir? ¿Y que le paso a tu pie?
-Pensaba que era un hombre malo el que había entrado, no lo se. Y respondiendo tu otra pregunta, mi pie quedo atorado entre escombros mientras intentaba refugiarme del terremoto, así que lo jale fuerte debido a la desesperación, tanto así que lo lastime, y ahora me duele como nunca.
-Oh... Deberías sentarte entonces.
Y eso es lo que hace, como puede se sienta en el suelo al frente de mi.
-¿Quien es? -Pregunta la desconocida refiriéndose a Natalia.
-Una pequeña que encontré luego del terremoto, perdió a sus padres, siento un terrible dolor por ella.
-Oh... Es una pena.
-Lo es.
-¿Cual es tu nombre? -Me pregunta la desconocida.
-Diego. ¿El tuyo?
-Daniela.
-Un placer Daniela.
-Igualmente Diego.
Y aquí estoy yo, un chico de veintitrés años de edad, con una pequeña de seis o siete años y una desconocida que debe tener aproximadamente la misma edad que yo, los tres atrapados en un centro comercial a causa de un terremoto.