Capítulo 3

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Empezamos a correr, y cuando por fin llego, estoy sofocada, me tiemblan las piernas. Miro a mi alrededor, pero no hay ni rastro de Hugo. No tengo tiempo, así que me apresuro a entrar al colegio.

Me presento en secretaría, y me inscribo, me dan mi horario y me dirijo hacia la clase de educación física, que me han dicho que se da en el gimnasio, detrás de la cafetería. Voy hasta allí. Mientras ando voy fijándome en como es el colegio, tiene bastante buena pinta. Ya puedo ver el gimnasio, y los nervios se apoderan de mi. No se como voy a acercarme a la gente ni empezar a hablar con ellos.

También estoy bastante nerviosa por si me encuentro a Hugo ahí. Seguramente no esté, y a parte, no creo que me prestara la menor parte de atención. Tampoco me gustaría que estuviera, sería un poco incómodo, qué le diría, "¿hola te acuerdas de mi? Soy la borde del autobús." No, no, que vergüenza. Por otra parte, podría presentarme a gente, ¿Le habré caído bien? Entre tanto pensamiento, ya he llegado, abro la puerta, y para mi sorpresa, no está Hugo. La verdad es que esperaba verle, me haría mucha ilusión. ¿Pero qué me pasa? Si sólo le conozco de unos minutos. Sigo mirando a mi alrededor, y veo al que supongo que es el profesor. ¡Y vaya profesor! Es bastante alto, con el pelo rizado y castaño, unos labios finos y ojos azules, también me fijo en los músculos que se notan a través de su camiseta azul clara, a juego con sus ojos. Se acerca a mi;

- ¡Hola! Tu debes de ser Andrea ¿no? Yo soy Sergio, tu profesor de educación física.

- Hola, si, soy Andrea. - ¡Qué vergüenza!

- Bueno, hoy estamos haciendo flexiones y abdominales, pero como has llegado tarde, no va a hacer falta que te cambies. Solo quedan diez minutos, y tampoco veo que te hayas traído la ropa, así que te puedes ir con los lesionados. - Me señala a la esquina del gimnasio, donde veo que hay una chica que me sonríe amablemente.

- Vale, muchas gracias. - Sonrío y me voy.

- ¡Hola! Yo soy Lucía. Te he visto hablando con Sergio, así que cuidadito, que me lo he pedido yo, (se ríe) es el profesor más bueno del colegio. Pero está casado. - Me dice la chica que antes sonreía, y que ahora pone una cara triste muy teatral.

- Yo Andrea. - Me río, no se me ocurre nada más que decir, pero esta chica me cae muy bien.

- ¿Eres muy vergonzosa no?- Se vuelve a reír.

- Sí, bastante, (vuelvo a sonreír)¿es esta nuestra clase?

- Sí, mira, esas que están allí hablando en círculo son mis amigas. Somos un montón, ya te las presentaré en el patio. ¿Ahora que clase te toca?¡Espero que estemos juntas! - Definitivamente, me cae genial.

- Creo que me toca mates, y luego biología. ¿A ti?

- ¡También! Jo, pues si vas a biología sí que estamos juntas en todas las clases. Mira te explico, las clases originales, solo se mantienen para educación física, lo demás depende de lo que cada uno haya elegido, por ejemplo, ciencias, letras o mixtas. De esta clase vamos tú, yo, Candela y Cris, que están allí (señala a las que me han dicho antes que eran sus amigas), Martín, que está allí con Marcos y Hugo, Martín es mi novio, es el pivonazo rubio de allí, y los otros dos, pues sus amigos. Mira di hola que nos están mirando. ( Hugo, Hugo está en mis clases, y me está mirando. Cuando me ha dicho que estaba ahí he girado rápidamente mi cabeza, y he podido volver a ver su sonrisa, ¡Ay cómo me gusta! A partir de ahí no he escuchado mucho de lo que me decía Lucía la verdad.) Y finalmente los que están sentados allí, y otra de por allí. (me dice señalando hacia los lugares que me iba diciendo.)

- Buff, pues somos bastantes si. ¿A dónde van ahora?- Digo mientras recogen sus cosas.

- A cambiarse supongo. Si quieres podemos ir yendo a las taquillas para que dejes tus cosas y luego vamos a clase.

Así que cogemos nuestras cosas y nos vamos, mientras hablamos y nos seguimos conociendo. El día sigue avanzando, me presenta a sus amigas, se llaman; Candela, es una de las que mejor me ha caído, tiene el pelo castaño y rizado, y los ojos negros, y se parece bastante a Lucia, que también es igual en el físico solo que con el pelo negro, y liso. Luego está Cris, es bastante callada, pero cuando la llegas a conocer un poco mejor, te cae muy bien, es rubia y de ojos negros, también un poco bajita. Luego está Sara, es un poco rellenita, y tiene el pelo negro y los ojos azules, resalta mucho junto con Ale, una chica de pelo castaño claro,muy largo y de ojos pardos. Siempre están juntas, y tampoco he hablado mucho con ellas. Los chicos han estado jugando bastante al fútbol, así que no me los han podido presentar, pero he conocido algunos de clase, exceptuando a Martín y a Hugo, que han estado castigados en la mitad de las clases, y la otra mitad uno en cada punta de la clase.

Llega la hora de la comida, y mientras Lucía y Candela me hablan de lo mala que está la comida en el colegio, alguien me empieza a llamar, me giro, y veo que es Hugo. ¿Cómo se acuerda de mi nombre? Se me da un vuelco al corazón. Llega hasta nosotras seguido de Marcos y Martín, que nada más llegar le planta un beso en los labios a Lucía, algo que su amigo, Marcos mira con recelo mientras coge por los hombros a Candela, las dos se ríen. Los dos chicos se presentan, y Hugo me da los cascos, que al parecer se me habían caído mientras corría y él había recogido, siendo la razón de por qué había llegado tarde a clase. Mientras empezamos a coger nuestra comida, Candela y Lucía, empiezan a bromear sobre Hugo y sobre mí, hablando de que somos los que faltan para completar las parejas del grupo y otros tantos rollos, que hacen que yo me ponga colorada, y Hugo se ría de mí.

El día llega a su fin, al final no ha estado nada mal, ya que hemos estado los seis bastante juntos, y haciendo bromas. Cuando llega lo hora de irse, yo me dirijo hacia la parada de bus, con Hugo detrás. Seguimos hablando, y no sé como llegamos al tema de si yo alguna vez me he liado con alguien o no.

- Pues no, yo nunca me he liado con nadie. (se ríe a carcajada limpia).

- Pero como que no, no mientas que se te da muy mal. - Se sigue riendo.

- ¡Si es verdad! yo con ese tema soy muy echada para atrás. Además, todavía no me lo ha pedido el adecuado.

- Ah, o sea, que tú eres la típica que espera a su príncipe azul. No te esperaba así para nada. - Me dice mientras se ríe.

- Pues mira, soy así. - Llegamos a mi parada, y me pregunta me puede acompañar a casa, le digo que no pero se baja igualmente, dice que era solo para ser amable, y que le interesaba seguir hablando de este tema.

- Bueno, y entonces cuéntame, como sería tu príncipe azul ese inexistente.

- ¡A ti te lo voy a contar!

- Vale, haz lo que quieras. - Me mira de reojo, y sonríe, eso me mata.

Seguimos andando mientras el me da razones de por qué debería liarme con cualquiera que me pareciera que estaba bueno, algo que me parecía una estupidez exagerada. Llegamos a mi casa, y cuando le digo adiós y me doy la vuelta, me coge de la mano, y me gira para que le mire, se le iluminan los ojos, y me empuja contra el muro de la fachada. Se me acelera el corazón, y me dice:

-¿Y estando a tan poca distancia de alguien no te dan ganas de comerle los morros?

- Alaa eres un animal. Pues no, no me dan ganas.- Miento, siento algo en el estómago que me empuja a besarle, pero no lo hago, solo sigo callada. Me coge de las muñecas y me las pone contra la pared a la altura de mi cuello. Se empieza a acercar, mientras sus ojos verdes me siguen mirando fijamente, y siento su aliento en el cuello. Se me eriza el vello, y sé que está sonriendo, solo le conozco de un día, pero lo siento como una eternidad. Me empieza a besar el cuello lentamente, no me puedo creer lo que estoy haciendo, pero este chico me vuelve loca con solo mirarme a los ojos. Va subiendo poco a poco y justo antes de llegar a mi boca me pregunta:

- ¿Segura de que no lo harías? - Asiento, pero sabe que no es verdad, sonríe, y nuestros labios se juntan, se abre su boca, y noto su lengua húmeda recorriendo mis labios. Me suelta las manos, y me pega más al muro, metras me sujeta por la cintura, y sus labios aún pegados a los míos.

Ahí fue cuando el chico moreno de ojos verdes siempre sonriente me robó mi primer beso, conociéndome solo de un día había llegado donde nunca antes nadie había podido, y que más adelante llegaría hasta donde nunca llegaría nadie jamás.





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