Capítulo 4

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No me lo puedo creer, con lo diferente que era mi vida hace tan solo unos meses, aún me acuerdo. He pasado unos dos últimos años bastante malos la verdad. Pero no ha sido por nada en concreto, fue por mí.

"Un día más, otro día menos. Volvía a sentirme mal, parecía que yo misma me estuviese torturando, dando vueltas a todo, y a la vez nada de lo ocurrido. Me sentía cansada, cansada de llevar tanto peso encima y de preocuparme por todo. Cansada de que la gente de mi alrededor no se diera cuenta de lo que sucedía en mi interior. Una bomba, llevaba en mí una bomba de relojería de la que necesitaba deshacerme. De un grano de arena conseguía hacer castillos, que de un día para otro se derrumbaban con un simple soplo. Me olvidé de todo lo bueno que había en mi vida, y sólo conseguía ver lo malo de aquellos últimos momentos, días, meses, y lo que acabaron siendo años. Deseaba que eso terminara ya, y dejar de darle importancia a todas las tonterías que creaba mi propia mente. Me echaba de menos. Echaba de menos a esa chica que andaba escondida dentro de mí, esperando a que la sacara de ese pozo sin fondo donde se había metido sin querer. Quitarme toda la angustia del cuerpo y enterrarla bien profundo, lanzarla bien lejos y quemarla hasta que no quedaran más que cenizas, que arrastraría el viento. Necesitaba un cambio, cualquier cosa nueva en mi vida que le aportara algo de vitalidad a lo que era el cuerpo inerte de mi alma sin vida."

Pero todo eso ya pasó, no se como, pero ya no me asusta pensar en ello, como si fuera a volver. Nada más llegar a mi casa, estoy que no me lo creo. Hugo me ha hecho algo que no sé como explicar. Me apetece verle y volver a hablar con él, pero no ahora. Primero tengo que llamar a Africa. Ella es mi "mejor amiga" no me gusta utilizar ese término, pero es a la persona a la que le cuento todo y con la que comparto más secretos, y tardes tontas, en esas en las que te tiras cinco horas viendo comedias románticas con una bolsa de chuches de un kilo y bol de palomitas en mano.

La llamo, y coge al segundo pitido.

- ¿Si?

- Afri, Afri tía no te lo vas a creer. Ay ay me muero, me va a dar un algo.

 -¿ Cuenta cuenta que ha pasado?¿Hoy empezabas el nuevo insti no?

- Si si si, bueno pues haber que cuando iba en el bus, he conocido a un tio tal, hemos estado hablando y resulta que íbamos al mismo cole y...-le sigo contando la historia así un poco por encima.

- No no, no me digas más. Andrea no me lo puedo creer, dime que no es verdad. ¡Te has liado con él! Ay ay no me lo creo estoy flipando. Pero que fuerte, yo también me quiero cambiar de cole. - Ella también era boque como yo, era una de las tantas cosas por las que nos quejábamos continuamente.

- Sí bueno súper fuerte, ay que no puedo, me va a dar un chungo.

- Espérate, que ahora subo a tu casa y me lo cuentas.

Somos vecinas, así que solo tiene que subir un piso y ya está en mi casa. Sus padres son muy estrictos, pero a ella le da todo un poco igual, suele saltarse bastante las normas de su casa y tal. La verdad es que me cae bastante bien, es muy buena persona, y se preocupa un montón por los demás, le encantan las fiestas, algo que a mi no mucho, y siempre me arrastra a ellas como si fuera un saco de patatas, aunque al final me lo paso bien. Con ella todo es positivo, eso tiene su cosa buena y su cosa mala, ya que siempre que pasa algo malo, ella te lo pinta de color rosa, con su pincel de la alegría y sus unicornios y purpurina por ahí flotando, pero nunca es así, porque de esa manera te haces ilusiones, y caes de cabeza a la tierra, seca, fría y sin ningún unicornio ni nada por el estilo.



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