Jellal x Laie.

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No había nada mejor que darse un buen chapuzón en verano.

Lastimosamente, no era verano, sino invierno. Pero eso poco parecía importarle a la maga de agua, que se bañaba feliz de la vida en la corriente de un río.

A lo lejos, un joven de cabello azul observaba curioso, pensó que esa chica era rara. No le dio mucha vuelta al asunto. Se sentó en el suelo sin hacer ni el más mínimo ruido a contemplar a la chica, su cabello era negro y rojo, mientras que no podía distinguir muy bien el color de sus ojos, si eran verdes o celestes, gracias al reflejo del río en sus orbes, sí pudo fijarse muy bien de una cicatriz que tenía bajo el ojo derecho, era pequeña, pero aún así la notó. Jellal se preguntó cómo se la habrá hecho.

—¿Hasta cuándo vas a seguir ahí, pervertido? —preguntó la chica, dándose vuelta a ver al peliazul y sin alarmarse porque alguien la estuviera espiando.

Jellal se sorprendió, él no había hecho nada como para que ella se diera cuenta de su presencia.

—¿Cómo supiste que yo...?

—El agua me lo dijo.

«Está loca»

—De acuerdo... —asintió, no muy confiado.

—¿Por qué estás encapuchado? —preguntó, saliendo del agua. Estaba... desnuda, antes no se había dado cuenta de eso pues la chica había estado con todo el cuerpo sumergido en el agua, exceptuando de su cuello para arriba.

—¡T-T-Táp-Tápate! —gritó Jellal, sonrojado, sacándose una de sus tantas capas y tirándosela a la fémina.

La chica rió y se envolvió con la capa como si fuera una toalla.

—Dime, ¿por qué tan encapuchado? ¿A caso te persiguen las autoridades?

Ella no sabía que había dado justo en el clavo.

—No —mintió Jellal, con el sonrojo desapareciendo de su rostro—, hace mucho frío.

—Pero por algo existe la ropa más abrigada —obvió la otra.

—Tú hablas con el agua y yo no te he dicho nada —se defendió el otro.

—Quizás tengas razón —rió—. Mi nombre es Laie Tamen, ¿cómo te llamas tú?

Jellal quedó pensando, si decía su verdadero nombre, ¿ella le reconocería? Negó para sí mismo, no le diría su nombre.

—Es un secreto.

—¡Mou~! —Laie se quejó infantilmente— Entonces, muéstrame tu rostro. ¡Vamos, no me hagas quitarte la máscara! —gritó, al ver que Jellal no cedía.

El joven suspiró y resignado, comenzó a quitarse la capucha. Con el corazón latiéndole fuerte en el pecho, se terminó de sacar las telas que cubrían su rostro, observó la expresión de Laie, tímido.

—¡Woah! ¡Tu tatuaje!

Laia corrió hacia Jellal y prácticamente se tiró sobre él. El peliazul se sonrojó nuevamente e intentó apartarse de Laia, que estaba a horcajadas encima de él observando y adulando su tatuaje.

Por una parte se sentía tenso, dado a que tenía a una desconocida arriba, pero por otra se sentía aliviado, ya que ella no lo había conocido como «el criminal Jellal».

**

Laie avanzaba por entre las calles de Magnolia, y se detuvo curiosa, al ver algo conocido pegado en uno de los postes.

«Se busca» decía, y abajo estaba la foto de Jellal.

—Ese es el chico del otro día —susurró para ella misma.

Había estado con el criminal más buscado del mundo mágico y ella ni cuenta se había dado.



Puta que es rico este Jellal wn<3


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