15.

169 15 1
                                    

Michael y yo estábamos perplejos ante la confesión de James, el solo lloraba, lloraba anhelando que su hija llegara y lo consolara. Que le dijera que él estaría bien, que parara de llorar. Que con sus pequeñas manitas secara las lágrimas de su padre. Esa era la historia que James jamás había contado. Era su oscuro secreto. No sabía qué hacer, estaba dolido, la mujer que amo con locura y sin coherencia había tenido una hija.

– Eres un guerrero –. Dije y el volteo –. Sigues de pie a pesar de todos los golpes que te dio la vida. A los cuales tu respondiste con golpes más duros. Nadie hace eso, eso te vuelve único –.

– La amo –. Confesó –. No la puedo odiar y mucho menos olvidar –. Sabía que hablaba de Marie –. Ella era la madre de mi princesa –. Me arrodillé junto a él. Esta escena era demasiado devastadora para mí.

– Lo sé hermano, pero ahora ella es el enemigo, ella no supo valorarte y mucho menos a su hija. Pero ahora tú hija está a salvo, cuidándote –. Una lagrima rodó por mi mejilla.

– La primera palabra de Meredith fue mama –. Eso fue suficiente para quebrarlo, James me abrazo, le devolví el abrazo como si de un padre se tratara. Sabía que lo necesitaba. – Aveces eh pensado en irme con mi hija –.

– ¿Qué? –. Dijo Michael.

– Tuve pensamientos suicidas un par de meses después de que ella murió –. El suspiro –. Pero luego recordé su hermosa sonrisa y sabía que ella no querría eso –. Soltó una pequeña risa.

– Vamos ánimo amigo, ella siempre estará para ti –. Lo consolé.

– Lo sé –.

Lagrimas de un lobo. Libro dos, saga de Slow Death.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora